Parot y cierra España
Personalmente, yo no entiendo nada de jurisprudencia. Como a la inmensa mayoría de la gente, me toca acatar la ley por la cuenta que me tiene y por simple obligación. Cuando deduzco que la ley no es justicia, utilizo los medios a mi alcance para cambiar esa ley. Y si no puedo, por lo menos me callo y no amenazo con ruido y más confusión de las que ya hay. En España hay confusión por arrobas, como para exportar. Así que todo es boca, pero menos cerebro.
Lo que no puede ser es el dontancredismo y la algarabía permanentes, ejercidos, sobre todo y a costa de todos, por la derecha de carril y vía estrecha. Esto se resume en una conducta vociferante, permanentemente demagógica y de impronta infantil: si las cosas no se hacen como yo quiero, no juego y rompo la baraja.
O sea que, si el Tribunal de lo Derechos Humanos de Estrasburgo, hubiera fallado a favor de mantener la Doctrina Parot estarían descorchando champán y refocilándose en el “que se jodan los etarras y se pudran 30 años de cárcel”. Como no ha sido así, sino que el Tribunal le ha sacado los colores a la chapuza jurisdiccional española, no vale el Tribunal de Estrasburgo, no estamos en un estado de Derecho y hasta Amnistía Internacional es filoetarra.
Y su especialidad dialéctica es siempre negar la mayor, mezclar churras con merinas y hacer de su capa un sayo. Utilizan sentimientos, frustraciones, dolor y personas con tal de quedar encima y conseguir sus propósitos. Así no se puede dialogar con la razón en la mano. Así solo se puede rebuznar.
* Director del desaparecido semanario "La Realidad"