Política
La estrategia del sistema es vaciar de política la política hasta dejarla sin sentido. En primer lugar utilizando, como moneda corriente, políticos iletrados de aluvión y fáciles de acomodar; sin resistencia al soborno y predispuestos a la fontanería de cualquier trabajo sucio. Lo que sea, con tal de estar donde se cuecen las decisiones y los repartos de pastel.
De esa guisa, devaluado, desprestigiado, denostado y, en fin, rechazado el oficio de político, cada vez estará más habitada la esfera institucional por sabandijas carentes de ética. Sin apenas distinción de siglas.
Una vez vaciada la res pública de un debate político imprescindible, riguroso y llano, llega el momento estelar de la tecnocracia. Nos gobiernan santones economistas, expertos en ingenierías, arribistas de variado pelaje, banqueros…Y los de abajo estaremos más huérfanos y más indefensos ante los embates de la eterna codicia de los ricos. El Mundo máquina está servido, pretendiendo convertirnos en obedientes autómatas sin derecho a discrepar. Aunque, por un prurito estético, nos seguirían llamando ciudadanos. Un detalle arcaico humaniza siempre la gélida gestión y distrae de la frialdad de las cifras.
La solución al embrollo y el saneamiento de la ciénaga debe empezar por más política y políticos mejor preparados, a la par que honestos. No es cuestión de buscar tampoco arcángeles de la iluminación artificial, ni druidas de neón extraterrestres. Con bagaje y decencia y una poca de sencillez expositiva nos basta.
Porque la pretensión de ser "apolíticos" ya se ha visto a dónde nos ha conducido. A la prolongación inacabable el franquismo.
* Director del desaparecido semanario "La Realidad"