“Polvo de estrellas”
Por Redacción. LQSomos.
“—Son las 5 de la tarde —me dijo Ana casi susurrando.
—¿Cómo sabés? —le pregunté desde la celda de al lado.
—Por la proyección del sol en la pared. Se forma un ángulo, y por trigonometría, mido el seno y el coseno; así lo puedo calcular. Estudio Astronomía.
Seguimos hablando un rato, de celda a celda, en el Pozo de Quilmes. Nos habíamos levantado la venda y mirábamos por las ventanitas de las puertas de los calabozos que daban a un paredón. Un día se la llevaron. Nunca supe más de ella. Siempre transmití a mis alumnos que la trigonometría es muy importante para resolver problemas cotidianos de nuestras vidas.
Un homenaje a vos Ana, que me pudiste decir la hora cuando había perdido todas las coordenadas.”
“Polvo de estrellas” se llama el texto y fué escrito por Emilce Graciela Moler para el aniversario del secuestro y desaparición de Ana Teresa Diego -30/09/1976- cuando salía de la facultad, ella alcanzó a gritar su nombre antes de que la subieran a un auto sin patente. Tenía 21 años, militaba en la juventud comunista y era una estudiante, brillante, del doctorado en Astronomía de la Universidad de La Plata.
En 2012 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de Ana, había sido enterrada en una fosa común del cementerio de Avellaneda. El 10 de diciembre de 2011 (Día de los Derechos Humanos), el Comité de la Unión Astronómica Internacional aprobó la propuesta del decanato de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas platense y bautizó a un asteroide con el nombre “Anadiego” así se designará por siempre al asteroide 11441; se encuentra entre Marte y Júpiter, en el cinturón principal de asteroides descubierto en 1975.
Es la primera vez que el nombre de un desaparecido se asigna a un cuerpo del sistema solar.
#lamemoriaestodoslosdías
Era una brillante estudiante de grado del Observatorio Astronómico de La Plata en la década de 1970 y tenía además un fuerte compromiso social. En 1975 había fallecido su padre, Antonio Diego, matemático de la Universidad Nacional del Sur, a quien militantes de la época recuerdan como “uno de los primeros profesores con los que pudo contar el movimiento estudiantil bahiense”. Su mamá, Zaida Franz, fue miembro fundadora de Madres de Plaza de Mayo y participó en Bahía Blanca de las primeras reuniones de familiares de desaparecidos y en La Plata de las primeras marchas de Madres.
En su discurso inaugural al asumir su segundo mandato, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner la recordó y la relacionó con la foto en la que aparecía Dilma Rousseff (presidenta de Brasil), cuando estaba encarcelada. Afirmó: «Hoy Dilma ocupa el sillón de uno de los países más importantes del mundo, a lo mejor esta joven pudo haber estado sentada en el mismo lugar que estoy yo».
Militaba en la Federación Juvenil Comunista y fue secuestrada en la zona de El Bosque de La Plata, al mediodía del 30 de septiembre de 1976, al salir de la facultad, por una patota de represores de civil que se movilizaba en dos Fiat sin patente. “Nos saludamos, me pidió la hora y en ese momento nos encapucharon y nos metieron adentro de un auto”, declaró Carlos Schultz en el primer juicio a los subordinados del general Ramón Camps. Ana Diego alcanzó a gritar su nombre antes de que se la llevaran. Los represores destrozaron y vaciaron luego el departamento que alquilaba y Ana fue vista en dos centros clandestinos: Pozo de Arana y Brigada de Quilmes, del Circuito Camps.
«Era solidaria hasta en los momentos más difíciles. Ella compartía habitación con una chica chilena y cuando le preguntaron donde vivía, mintió la dirección para no delatarla. Eso le valió una paliza, otra paliza más», recuerda Nora Ungaro, hermana de Horacio, uno de los adolescentes secuestrados en La Noche de los Lápices y compañera de detención de Ana.
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