¿Porqué llaman inteligencia al espionaje?
Por Nònimo Lustre
Varios medios de desinformación españoles insisten en que Pablo González, el periodista recientemente liberado (01.VIII.2024), es un espía ruso. Ahora bien, ¿cómo distinguir a un periodista de un espía?: en este caso particular, bastaría con ojear algunos medios patrios alrededor del 28.II.2022, fecha en la que González fue ‘detenido’ por la policía polaca. En esos medios, todavía se puede leer que fue entregado/informado por el CNI aunque todavía no aparecía que su ‘nombre verdadero’ era Pavel Rubtsov, ese que ahora parece ser su único nombre -por favor, pónganle un nombre compuesto que compendie su maldad: ¿digamos Vladimir-Belcebú?
Dejando aparte que goza de dos pasaportes (ruso y español, una circunstancia legal cada día más frecuente), y mofándonos de que Pavel -traducción de Pablo- sea un nombre propio considerado peligroso, algo así como Rasputín, es probable que el Centro Nacional de Inteligencia le vigilaba por varios hechos (todos ellos absolutamente legales) que, a su corto leal entender, eran potencialmente dañinos para la supervivencia del Reyno de las Expatrañas (Artajo dixit) A saber: habla perfecto ruso, su mujer es vasca, viven con sus hijos en Euskal Herria y Pavel escribe en medios claramente izquierdosos. No sabría jerarquizarlos en orden de villanía pero, dada la rusofobia rampante que nos acogota, tampoco descartaría que ser nieto de un refugiado español “niño de la guerra” haya sido priorizado para ser objeto de observación -a menudo, los espías llaman así a lo que suele terminar en eliminación-neutralización. ¿Quién negaría que el brazo fuerte-y-listo del Estado padece ansias de venganza siendo un Estado como el español tan proclive al resarcimiento? [Resarcimiento de qué y de quiénes, ¿de los asesinos que ahora son Caídos por Dios y por España?] El caso de González es al revés y ni siquiera es contra él sino ¡contra su abuelo!, es decir, contra un niño al que sus familiares enviaron a Moscú para salvarlo de la barbarie militar/clerical. Pero, dicho en general, bastaría con recordar a las plumillas manipuladoras el nombre de Argala y del proto-CNI que organizó Carrero Blanco. Es más: si me vengo arriba, juraría que buena parte del tiempo laboral de los espías españoles se dedica a la venganza antes que a la información y/o prevención.
O de exterminio lento porque no olvidemos que González fue secuestrado por dos Estados -el español y el polaco-, pasó casi mil días incomunicado en una cárcel ‘de alta seguridad’ y, al final, fue canjeado -no liberado porque, en puridad, no se puede ‘liberar’ a alguien que nunca ha sido encausado formalmente. Por el momento, no vamos a averiguar qué delitos le imputaban la ultracatólica Polonia y el CNI -¿para qué esforzarse en batallas que nunca terminan? Todo lo más, los violentos criminales polacos -hijos predilectos de Juan Pablo II-, y los espías cumplirán con la ‘filosofía’ propia de todos los Estados: cuando les han pillado en un clamoroso renuncio, el Manual dicta que lo primero es “reducir daños” -al que sigue la difamación y, una vez el reo-de-ningún-delito sea malquisto por la sociedad borrega, quién sabe si la eliminación física.
A regañadientes, debo confesar que el CNI acertó al brindar la cabeza de González precisamente a Polonia porque, desde tiempo inmemorial, es bien sabido que los polacos odian a los rusos muchísimo más que a sus otros vecinos, los alemanes -poco importa que los nazis crucificaran al pueblo polaco. Y menso importa que exista una guerra milenaria entre católicos ‘a machamartillo’ (los polacos) y ortodoxos (los rusos), el caso es seguir con la manía europea de desatar guerras de religión. Incluso menos importa que el interés de Putin durante el canje era enfrentar a dos países de la UE.
Espías y periodistas
¿Qué relaciones puede haber entre periodismo y espionaje? Muchas y muy variadas porque ambos trabajan la información. Pero con una enorme diferencia: los espías están armados y los periodistas, no. Aunque hay periodistas fascistas-en-nómina-de-los-Grandes-Poderes cuyas derivas les han conducido directamente al genocidio. Por ejemplo, en la historia de España destaca el nombre de Luis Bolín, el periodista de ABC que no sólo alquiló o compró el famoso avión Dragon Rapide que llevó a Franco de Canarias y Marruecos a la Península sino que, evidentemente, era una suerte de tesorero de los golpistas.
Hoy, el espionaje cuenta con medios técnicos muy superiores a los de cualquier periodista -no hay más que ver las ‘hazañas’ del conglomerado CIA/Mossad en las que el espectáculo cumple una función complementaria de las matanzas -tarea que los espías dejan en manos de los periodistas. Que éstos cumplan las consignas y la información que les proporciona el espionaje o que, al contrario, investiguen por su cuenta las grietas de la info recibida, es (arriesgada) decisión de cada uno.
Sin embargo, no vamos a abundar en los casos ‘históricos’ sino en aquellos en los que, con participación o no de las plumillas, los organismos de espionaje han cometido colosales errores -i.e., matanzas- que, Ellos, sistémicamente atribuyen a información defectuosa -sofismas que, cuando les dejan o cuando les exigen-, son informados por los periodistas, nunca por los husmeadores. Podríamos citar cientos de ejemplos a cuál más estrambótico pero, en realidad, basta con un par: a) el caso del Gran Ayatola Jomeini, ¿cómo los espías gringos fueran tan lerdos menospreciando a un viejito que enviaba a Irán casetes de audio desde una chabola parisina? Dícese en su descargo que la (pseudo) Inteligencia USA no contaba con casi nadie que hablara persa pero no debe ser cierto porque Irán estaba trufado de técnicos petroleros. b) durante la guerra de Vietnam, fue decisiva la ofensiva del Tet (31.I.1968) pero los ‘inteligentes de turno’, tanto gringos como vietnamitas, no anticiparon la “intensity, coordination, and timing of the enemy attack” (Wirtz) La creyeron una operación rutinaria pero fue una invasión masiva de aguerridas tropas (dizque nor) vietnamitas -vulgo, Vietcong- que bastantes periodistas creyeron vietnamitas-del-Norte. La excusa menos inverosímil es la misma que en Irán: en el Pentágono, no tenían ni idea de lengua vietnamita -ergo, sus tropas auxiliares, todas ellas del país, o les traducían mal o les saboteaban o se escaqueaban a la hora de ayudar a los GI’s.
Playa Girón 1961
No obstante, el caso de fracaso absoluto de la ‘inteligencia’ más conocido por los españoles es el sangriento asalto a Cuba perpetrado por USA/CIA, por otro nombre Bahía de Cochinos o Playa Girón (15-19 abril 1961; “Si estás pensando en otra invasión / remember playa Girón”) Sobre este episodio se han vomitado ríos de tinta negra y rosa pero, a pesar de los 60 años transcurridos, todavía se puede aprender algo nuevo de sus detalles bélicos -no así de los políticos que fueron macro evidentes desde antes de 1961. Yendo a lo micro:
La invasión por mar y aire partió de forma no-muy-discreta de Miami pero, más públicamente, de la Nicaragua de Somoza, la República Dominicana del generalísimo (sic) Trujillo y, en menor medida, de Guatemala. En Nicaragua, los aviones salieron el día 15 de Bilwi (Puerto Cabezas, PZA, una pista de 2.500 mts. en territorio miskito RAAN) para atacar tres puntos de Cuba. Primer hallazgo: encontramos que “un día antes de la invasión, se detectó que había un infiltrado entre los cubanos militares que iban a participar, quien fue localizado en el sector de Poza Verde, informando a Cuba de la invasión, a este se le dio muerte inmediata” (cf. Albert St´Clair H. y Mercedes Tinoco E. (2010) “La invasión de Bahía de Cochinos, Cuba, desde la mirada de la población de Bilwi, Puerto Cabezas, Nicaragua”; en Ciencia e Interculturalidad 7: 2) Compensación de un mártir por un héroe: “El 17 de abril de 1961, a las nueve de la mañana, Carlos Ulloa murió heroicamente defendiendo a la revolución cubana cuando piloteando un Sea Fury, fue derribado por dos aviones B-26 enemigos” (ibid) Las tropas invasoras habían llegado desde Guatemala y, como los gringos habían erigido en Bilwi un enorme cuartel, al poco tiempo “miembros de la Guardia Nacional de bajo rango ofrecían en venta a la población armas cortas” (ibid.) Caspicies de las guerras de las que se aprovechó la población miskita local.
El 15 de abril, dos días antes de la invasión, 16 de los aviones mercenarios sobrevolaron Cuba bombardeando los campos de la aviación castrista con pírricos resultados. El avión nº 17 voló directamente a Miami para anunciar que se trataba de “un piloto desertor de la Fuerza Aérea cubana que formaba parte de una rebelión para derrocar a Castro“. De aquellos 16 aeroplanos, sólo regresaron dos. Asimismo, el 17 de abril, intentando entrar en la bahía de Cochinos, un barco de mercenarios encalló en un banco de arena siendo recibido con el fuego granado de los cubanos. Un batallón entero nadó hacia la orilla abandonando sus armas pesadas y municiones. La desbandada se debió al enésimo error de la inteligencia gringa: desde el aire, habían decidido que un banco de coral era un obstáculo insignificante.
Un B-26 Invader que los mercenarios invasores camuflaron como si fuera un cubano FAR 933. Uno dellos, fue abatido por Cuba. EEUU tardó 18 años en pedir el cadáver de Thomas Ray, su piloto. En el Museo de la Revolución se exhibe su acribillada cola -una efectiva manera de avisar a los espías para que, si son derrotados, no exijan explicaciones a sus Jefes.
Pese a sus camuflajes -en el timón puede leerse FAR, Fuerzas Aéreas Revolucionarias- la defensa de Fidel Castro derribó a casi todos los aviones que se acercaron a la costa cubana.
Los conspiradores siempre impunes: Robert Kennedy, Jackie K, Ethel K. y John Kennedy. El entonces presidente POTUS, responsabilizó a la CIA de la estruendosa derrota -naturalmente, la CIA le devolvió el cumplido. Y entonces fue su hermano Bob quien ¡planeó una segunda invasión!… que nunca cuajó.
Aviso a los navegantes
Vistos los infinitos casos de imprudencias que perpetran los organismos de espionaje, si yo fuera periodista, me cuidaría muy mucho de trabajar en Ellos porque, tras un ostentoso regalo de bienvenida a una mafia tan millonetis como torpe, correría el riesgo de, en general, terminar en una cárcel católica y en las garras de propaganda -estrictamente, no es el caso parcial de González. En el mismo sentido, sé por propia experiencia que el nivel cero de la Inteligencia estatal consiste en acumular información de lugares raros así que cualquier paper científico que verse sobre esos lugares, es ‘material sensible’ que luego será analizado por agentes ‘especializados’ -en plantilla, los llaman analistas- quienes informarán a sus superiores en el sentido que les dé la gana. Si aciertan, el mérito será de la agencia inteligente de turno. Si erran, ya sabemos: el periodista que ande cerca será el chivo expiatorio.
Una propina final: Philip Agee fue un connotado agente de la CIA en Ecuador, Uruguay y México. En 1975, dio una estupenda entrevista a la revista Penthouse -competidora de Playboy- en la que denunció la barbarie de la CIA. La última pregunta del periodista fue: “¿Cómo sé que usted no sigue siendo agente de la CIA”?, a lo que Agee, contesta escuetamente: “Eso nunca se puede saber” –respuesta que fue censurada en algunas versiones.
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