Precipicio fiscal USA

Precipicio fiscal USA

El 1 de enero de 2013 vence la ley de exención fiscal aprobada por Bush y prorrogada hace un año. Republicanos y demócratas siguen enzarzados en una negociación interminable para llegar a un acuerdo, supuestamente para reducir el déficit, aumentando los ingresos federales y disminuyendo los gastos. 

Es sabido que los Estados Unidos viven muy, pero que muy por encima de sus posibilidades. El ejercicio fiscal se ha cerrado en octubre con un déficit de 1,1 billones de dólares (por un PIB de unos 16 billones). Por otro lado, el déficit comercial (importaciones menos exportaciones) se mantiene más o menos estable, por encima de los 800 mil millones anuales. Lo que quiere decir que, cada día, los estadounidenses importan mercancías por unos 2500 millones más de lo que exportan. 

Estos dos déficits gemelos se alimentan el uno al otro y existen únicamente porque el resto del mundo se lo permite, comprando Bonos del Tesoro, es decir suscribiendo deuda pública USA para que ellos puedan seguir viviendo a crédito. 

Es cierto que las exenciones fiscales favorecen a un buen número de trabajadores (y organizaciones) pero, en lo esencial, permiten que los impuestos se mantengan escandalosamente bajos para las minorías más ricas. Puede que, como resultado de la negociación en curso, esas exenciones se mantengan para las rentas de menos de 250 mil dólares anuales, y puede que se produzcan algunas subidas de impuestos (que no afectarán a los más ricos). En el otro lado de la balanza se negocia sobre la supresión de los pagos por subsidio para cientos de miles de parados y la reducción (que puede ser brutal) en gastos sociales, principalmente en el programa de salud Medicare. 

En el caso (improbable) de que no se llegue a un acuerdo, se producirá automáticamente una reducción de gastos federales en 600 mil millones de dólares y una subida de impuestos general que afectará sobre todo a las clases medias. La combinación de ambos factores supondría una bajada de, aproximadamente, un 5% del PIB, una entrada brutal en la recesión en Estados Unidos y, evidentemente, una recaída mundial. 

Este es el dilema. Ante la ofensiva de los más ricos para mantener (aumentar, más bien) sus privilegios, hay que elegir, nos dicen, entre deuda o depresión. Lo más probable es que lleguen a un acuerdo para mantener las cosas más o menos como hasta ahora. Se trata de prolongar todo lo posible una situación imposible, de no reconocer que la deuda es impagable y de seguir dopando a los mercados con liquidez, que es ya el único estímulo al que responden. 

Estamos asistiendo al final de una época. Ya no se puede seguir creciendo en base al crédito y a la explotación sin límite de los recursos naturales. El Precipicio Fiscal USA, acabe como acabe, no es más que otro episodio de una realidad cada día más convulsa. Lo ocurrido hasta ahora no es más que un aperitivo de lo que va a venir; pronto van a llegar los entrantes y los platos de resistencia. En ese sentido 2013 no nos va a defraudar. En el estado fallido que es el Reino de España, la ración, como siempre, será doble.

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