Presos: para un@s tanto y para otr@s nada

Presos: para un@s tanto y para otr@s nada

Ana Vargas. LQS. Agosto 2018

“Por censura no entendemos que los hechos se oculten o se nieguen sino que, una vez admitidos, se retoquen siempre para adaptarlos a interpretaciones tranquilizadoras y por último, edulcorarlas para que pierdan todo significado”
(El abismo se repuebla. Jaime Semprún)

¿Piscina, Gimnasio, Actividades Culturales?

Por este orden enumeraba una periodista televisiva las dotaciones que tiene la cárcel de Zuera (Zaragoza), a tenor del traslado de l@s pres@s independentistas a las prisiones catalanas. Solo iban a pasar la noche pero toda oportunidad es buena para que a la opinión pública le quede claro que l@s pres@s en este país gozan de unas instalaciones inmejorables, que ni se merecen.

Mientras “l@s sedicios@s” pernoctaban en Zuera, ciudad de vacaciones, un hombre se pudría en la cárcel. De ello daba cuenta la sección del corazón de El País del pasado 30 de junio, con el titular: “La visita de la Infanta a Urdangarín”.
Cuentan las malas lenguas que el ex fue incapaz de mantener la calma el día de su ingreso en prisión. Que se ha refugiado en la religión para poder soportar las duras condiciones que le impone la cárcel de Brieva, cárcel que él mismo eligió para no rozarse con la chusma y que según El País es un derecho que todos los reos tienen. Reos como el ex-duque, olvidaron añadir. No solo los reos no eligen prisión sino que suelen dar con sus huesos en celdas a cientos de kilómetros de distancia de sus familiares. El término dispersión no existe para l@s pres@s sociales y no habiendo, como se afirma, pres@s polític@s debería quedar relegado a su significado literal: separación y diseminación de LO que estaba o solía estar reunido. Así que ¡qué dispersión ni qué ocho cuartos!

Seguía la crónica ” informando” que a fin de no alterar el normal funcionamiento del Centro, se había permitido a Cristina reunirse con el ex el domingo 24 de junio. Con un simple aviso hecho media hora antes de su llegada, entró la que nada sabe hasta la cocina de Brieva, en coche de cristales tintados, sin esperar cola, sin posar su real dedo ni su real jeta en sitio alguno. Los buitres que se apostan en las inmediaciones de esta prisión de mujeres ni olieron la presa, tal fue la discreción de ella. Esta aristocrática virtud y no otra cosa garantizó el secreto de la visita.
¡Quién osa hablar de privilegios! ¡Qué trato de favor ni qué ocho cuartos!

Para el ex-duque es un agravio vivir en un antro tan pequeño y ni el patio que recorre como zorro enjaulado, ni la salita donde ve la tele (desde el primer día) ni el gimnasio ” equipado con lo más elemental” ( y que usa desde el primer día), le sirven de consuelo. Tal es su estado que los responsables del Centro andan preocupados por su salud mental por lo que recibe casi a diario la visita de una psicóloga. Convendría recordar a este respecto, que el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura, encargado de denunciar todo trato inhumano y degradante que se produzca en los centros de custodia de sus países miembros, ofrece en sus informes anuales interesantes datos sobre el personal sanitario y la atención psiquiátrica que se da a la población reclusa en las cárceles de este país. Pero antes de nada, subrayar que en 2016, último año en que el Comité visitó comisarías, centros de menores, CIES y centros penitenciarios, había en el estado español 92 médic@s y 514 enfermer@s por cada 100.000 habitantes, porcentaje que está por debajo de casi todos los países del entorno. Si lo comparamos con el número de médic@s y enfermer@s que se recoge en el informe citado, podría pensarse en una atención exquisita pero a estas alturas y tras los tijeretazos a la Sanidad Pública, nadie se cree que a l@s pres@s se les trate mejor que al resto de l@s mortales.

La realidad lo único que confirma es que la población reclusa, con una media de edad de entre 30 y 40 años, es una población enferma. Esto no lo niega ni la propia institución carcelaria que declara haber adquirido en 2016 fármacos por valor de más de 18 millones de euros, buena parte de los cuales son tranquilizantes, somníferos, neurolépticos y demás farmacopea psiquiátrica. En cuanto a los ingresos hospitalarios, la mayoría son por enfermedades del aparato digestivo, muy relacionadas con el alto número de pres@s infectad@s por la hepatitis C, casi un 20%. Sin embargo, solo un@s poc@s reciben tratamiento, generalmente l@s que se encuentran en un estado ya avanzado de la enfermedad. De la comida del rancho nadie habla, salvo quien la sufre, pero es evidente que no ayuda a paliar estas dolencias.

Pero sigamos con el Informe del CPT…

En Mansilla de las Mulas (León) había en 2016, 1.070 presos. Aplicando los porcentajes que hemos visto, le corresponderían 1 médic@ y 5 enfermer@s, aproximadamente. Cuenta, no obstante, con 7 médic@s, 11 enfermer@s y 7 auxiliares. Un médic@ por cada 152 presos, un enfermer@ por cada 97 presos… y un psiquiatra que acude cuatro horas a la semana para empastillar a más de 400 personas con trastornos de la personalidad y psicóticos.
En ninguna prisión existe la figura del psicólogo clínico, salvo quizás en Brieva. Otra cárcel visitada en 2016 por el Comité fue la de Puerto 1, donde cumplían condena en primer grado 205 presos. Tiene 2 médic@s, 4 enfermer@s y 2 auxiliares. El psiquiatra les visita una vez al mes, a ellos, a los 700 de Puerto 2 y a los 1.300 de Puerto 3, dedicando unas horas a cada centro.
En Texeiro no hay psiquiatra desde 2011 aunque el 6% recibe medicación antipsicótica y el 60% benzodiacepinas, es decir, 810 presos de los 1.228 que tenía esa cárcel en 2016 tomó pastillas sin ningún control. En esto consiste la atención psiquiátrica. Durante el fin de semana el problema se agrava al repartirse medicación para dos o tres días, incrementándose los trapicheos, las sobredosis y las muertes. Pero como si nada, ¡qué desatención sanitaria ni qué ocho cuartos!

Sus cifras dicen que en 2016 murieron 171 pres@s. 147 el año pasado.3.885 en los últimos diecisiete años. La mayoría de “muerte natural”, el resto por sobredosis y suicidio.
Nosotr@s afirmamos que no mueren, les matan. Nos preguntamos cuál es la causa de este silencio mediático-institucional y por ende, social. Os invitamos a dar respuestas a la cuestión planteada como paso previo al desarrollo de una crítica anticarcelaria que nos permita desmontar las vergonzosas mentiras que justifican su existencia: que la justicia es igual para tod@s, que el fin último de la cárcel es la reinserción de las personas.

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