Puerto Rico. El debate centenario: español o inglés
El debate del idioma en Puerto Rico lleva más de un siglo resurgiendo, de tiempo en tiempo, como el ave fénix. Sin haberse resuelto, el día menos pensado emerge de su latencia, para acaparar la atención del País. Éste es uno de esos días. A cinco meses de las elecciones y con un plebiscito de estatus pautado para el mismo día de las elecciones, el secretario de Educación Edward Moreno, anunció que en agosto de 2012, se iniciará un proyecto piloto con 31 escuelas públicas, en las cuales se introducirá el inglés como vehículo de enseñanza de Kindergarten a segundo grado.
Además de las expresiones públicas del secretario Moreno, el gobernador Fortuño anunció que, a largo plazo, el plan es que el inglés sustituya al español como lengua de enseñanza. Estas expresiones abrieron la caja de Pandora. En los últimos días, éste ha sido el tema obligado en las estaciones de radio, en los periódicos, en los programas de análisis televisivos y en las conversaciones de los vecindarios. Aunque el aprendizaje del inglés es una aspiración legítima y necesaria para los alumnos de la escuela pública, resulta preocupante que una meta escolar como ésta, se anuncie apenas cinco meses antes de las elecciones, con la presentación de un plan atropellado e improvisado. Este asunto resurge, además, en el contexto de la lucha del Partido Nuevo Progresista para que Puerto Rico alcance uno de los criterios, que miembros influyentes del Partido Republicano de los Estados Unidos han establecido como esenciales para considerar la estadidad para Puerto Rico: que los puertorriqueños dominen el inglés. En vez de tratarse de un proyecto de valor pedagógico, da la impresión de que éste es un plan de carácter político- partidista.
En días recientes, el secretario Moreno justificaba el proyecto en una entrevista de radio, argumentando, que la investigación ha demostrado que las edades de 5 a 7 años son idóneas para el aprendizaje de la segunda lengua. Pues bien, la investigación sobre el desarrollo del cerebro tierno documenta que en la niñez temprana –desde el nacimiento hasta los 8 años- existe una ventana de oportunidad neurológica para el aprendizaje del vernáculo. Si una segunda lengua es parte integral del ambiente lingüístico y cultural del niño, la aprenderá como si fuera la lengua vernácula; esto es, si la usa cotidianamente con propósitos auténticos de comunicación y las condiciones lingüísticas que rodean al pequeño son ideales.
Pero ese no es el caso en Puerto Rico. Para la mayoría de los puertorriqueños, el inglés no es parte del ambiente lingüístico y es un idioma extranjero. Probablemente, el lector estará pensando que la programación televisiva que llega a muchos hogares por cable, es esencialmente en inglés; y que esa exposición debe ser suficiente para satisfacer la condición de presencia integral. Pues la respuesta es que no. La televisión en inglés no es dialógica ni conversacional. Por lo tanto, no le provee retroalimentación al pequeño que la escucha. Así que desde la perspectiva pedagógica de la enseñanza de la segunda lengua, aporta muy poco.
Por otro lado, el Departamento de Educación parece que no está tomando en cuenta que en Puerto Rico, uno de los rezagos del desarrollo que predomina en la población de preescolares, es de lenguaje materno. Este rezago predomina en la población que se atiende en el Programa Head Start y en el Kindergarten público. Hace tiempo que la atención a este rezago requiere de un plan de acción bien pensado, para la identificación temprana e intervención terapéutica provista por patólogos de habla; lo que no está ocurriendo. De proseguir con los planes para incorporar el inglés como vehículo de enseñanza en los niveles de Kindergarten a segundo grado, el Departamento de Educación está obligado atender los problemas de lenguaje en el español que traen los niños y niñas al Kindergarten público, antes de exponerlos al inglés.
En la Sociedad del Conocimiento que caracteriza al siglo XXI, dominar dos o tres lenguas es ciertamente, una ventaja. No hay duda que para que Puerto Rico pueda insertarse y competir de igual a igual con las naciones del mundo, necesita elevar el nivel educativo de la población y cultivar el dominio del inglés. Pero en Puerto Rico, esa meta tiene que enmarcarse en el dominio del español como vernáculo. En el escenario sociocultural puertorriqueño, no es posible tratar de mejorar el aprendizaje del inglés sin mejorar el aprendizaje del español. La literatura de investigación sobre el aprendizaje de lenguas de los pasados 30 años, ha documentado y demostrado que en la niñez, el dominio del vernáculo permite hacer la transferencia de conocimientos sobre las reglas de la lengua materna, al aprendizaje de la segunda lengua. Recordemos que, aproximadamente la mitad de los alumnos de la escuela pública no dominan las destrezas verbales de lectura y escritura en español. Si a esa realidad, se le suma la falta de maestros y maestras con fluidez en el inglés, preparados para enseñar inglés y enseñar en inglés, entonces, se compone un panorama complejo, que a todas luces no es el más conducente al aprendizaje del español, del inglés o de las materias de contenido.
No se puede perder de vista que la educación pública en el País, enfrenta retos enormes en lo que al aprovechamiento académico de los alumnos respecta. De 1463 escuelas públicas, 1267 están en Plan de Mejoramiento. Esto significa que esas escuelas no han logrado demostrar en las Pruebas Puertorriqueñas de Aprovechamiento Académicos (PPAA), que los alumnos dominan las destrezas de español, inglés, matemáticas y ciencias. Según datos recientes publicados por Sapientis, 436,453 alumnos no alcanzaron los niveles de aprovechamiento requeridos en las PPAA que se administraron en el año académico 2010-2011. Entonces, no se debe privilegiar el mejoramiento del inglés sobre el mejoramiento del español o de las áreas de contenido.
En Puerto Rico, urge elevar el nivel de calidad del aprendizaje escolar en todas sus dimensiones. El desafío es abordar el aprendizaje estudiantil desde una perspectiva sociocultural amplia, en la cual el español se reconozca como lengua vernácula y el inglés como segunda lengua; y que coloque al alumno, a su familia y al entorno comunitario, en el centro de la gestión académica. El País no tiene futuro, si el gobierno de turno –el que sea- no ubica la educación pública en la primera prioridad de la gestión gubernamental. Educar a la masa crítica de alumnos y alumnas de escuela pública, es invertir y apostar al futuro; y tiene que trascender las pequeñas aspiraciones de la política partidista que distorsionan la visión estratégica de Puerto Rico de cara al nuevo milenio.
* Publicado por el periódico “Claridad”.
La autora es Catedrática de la Facultad de Pedagogía de la UPR en Río Piedras.