Punto final. Última testigo
Un libro de Maite Landin, Juan Ramon Garai e Izpi Berdea.
Este libro está dedicado a la criatura que tenía en su vientre Florencia Olazagoitia Ceciaga, cuando fue fusilada el mes de noviembre de 1936 en Oiartzun. Al igual que aquella criatura, que ahora estaría a punto de cumplir 74 años y sin embargo nunca vio la luz, para las víctimas del franquismo, la democracia fue fusilada entonces y todavía hoy no ha nacido.
Los ganadores de la Guerra de España se transformaron rápidamente, tras la muerte del general Franco, en adalides de las libertades democráticas. Para ello era imprescindible borrar la memoria de las víctimas, memoria de sus ejecutores al fin y al cabo. De ahí el muro de silencio con el que se ha tropezado Maite durante la transición y la democracia.
Maite Landin, ya camino de los 91 años, sufre por lo que resulta inexplicable y se rebela ante ese silencio que no termina. El acta de defunción de la muerte, de su hermano Juan Antonio, detenido en el barco “rojo” Galerna y fusilado junto a las tapias de Hernani, no figura inscrita en ningún juzgado. Es como si no hubiera existido. Maite exige que figure y además con las causas reales de su muerte: fusilado.
Su otro hermano, Enrique, gudari del Batallón Saseta, preso durante 9 años, fue procesado y juzgado sin ninguna garantía. Nunca ha habido resarcimiento y en consecuencia su sentencia sigue sin ser anulada.
El franquismo depuró de su puesto de trabajo a Juan Landin, su padre, en el año 1936 y en 1947 le reconoció su puesto de director del Instituto Meteorológico de Igeldo, pero con el añadido de “excedencia forzosa”, motivo por el cual nunca percibió una jubilación. A su muerte, su esposa Cesaria, tampoco tendría derecho a la pensión de viudedad. La democracia nunca les ha aplicado la amnistía con todas las consecuencias, administrativas y económicas.
El motor de la vida de Maite ha sido la recuperación de la memoria de aquellos idealistas aplastados En este afán es donde ha encontrado tres amigos mucho más jóvenes, que como aquellos que le ayudaron en los años 40, se han desvivido para convertir en testimonio literario los recuerdos que Maite ha almacenado en su vida. La novela entrelaza la historia de las cuatro familias, en el pasado y en el presente.
La prisión de Ondarreta -hombres- y el Hotel Excelsior de Donostia -mujeres- donde eran encarcelados y Hernani y Oiartzun que fueron lugares de ejecución. Es a partir de esta represión de la que son objeto, donde sus familiares se conocen entre sí, a pesar de ser de diferentes localidades: Arrasate, Donostia, Bergara, Hernani, Bilbao… Casi todas ellas son mujeres y son protagonistas de este libro.
La Verdad, la Justicia, la Reparación, son tareas que siguen pendientes. La verdadera recuperación de la memoria histórica tiene que saldar esta deuda, sin miedo, con coraje, por Maite, por todas ellas, porque se lo merecen. Este trabajo -relato de los hechos reales en formato novelístico- pretende aportar un grano de arena en esa dirección.