Putin y el atavismo de la Gran Rusia
El caprichoso y cíclico devenir de la Historia, podría hacer que dos presidentes de Rusia separados en el tiempo por cerca de 50 años, quedaran hermanados por la recesión económica y el posible regreso a escenarios ya olvidados de Guerra Fría.
Así, Putin y Jruschov quedarían hermanados y pasarían a la Historia como dos iconoclastas que habrían acabado con las herencias del purgador Stalin (histórico discurso de Jruschov en 1956 en el XX Congreso del PCUS denunciando los crímenes y errores de la época de Stalin, el culto a la personalidad y el dogmatismo ideológico) y del cirrótico Yeltsin (demoledora defección de Yeltsin por parte de Putin, acusándole de desmembrar la extinta URSS) y como creadores de nuevos idearios que incluirían la posibilidad de revoluciones por vías pacíficas (desestalinización) y del pragmatismo y el acercamiento a Occidente (oficialismo), aunadas con el objetivo inequívoco de equipararse a EE.UU. como superpotencia mundial, hija de los ideales expansionistas de Pedro el Grande.
Ascenso de Putin
La Perestroika (Перестройк;;а), fue un término acuñado durante el mandato de Gorbachov para definir “un proceso de reforma basado en la reestructuración de la economía con el objetivo de reformar y preservar el caduco sistema socialista y dar a la sociedad soviética un cierto espíritu de empresa e innovación”. Este proceso, acompañado también de una vacilante democratización de la vida política, originó profundos cambios socioeconómicos que provocaron el fin de la era Gorbachov, el posterior colapso y desintegración de la URSS y la entronización de la globalización económica con Yeltsin.
El FSB, que empleaba a 75.000 personas, había sido constituido el 12 de abril de 1995 mediante un decreto-ley de Yeltsin para sustituir al Servicio Federal de Inteligencia (FSK), (agencia que interinamente había reemplazado al KGB en diciembre de 1993) y sumaba a las competencias del FSK las tareas de seguridad interior asumidas por el KGB (la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo, así como la vigilancia de todo lo referente a la seguridad nuclear y a la producción de minerales estratégicos) y nombró en 2000 como director a un desconocido Vladimir Putin, en lugar de Nikolai Kovalyov.
Putin, nuevo hombre fuerte de Rusia
Hasta la impactante masacre de Beslán (conocido como 3-S), los servicios secretos rusos languidecían entre jirones de la extinta Guerra Fría, pero en los sótanos de la FSB, Putin con su entorno conocido como la “camarilla de la KGB”, estaba fraguando un verdadero golpe de Estado virtual que tendría su detonante en el asalto y posterior matanza de la escuela de Beslán (Osetia del Norte), acción atribuida a una mezcolanza de chechenos e ingushes, instaurando “la lucha contra el terrorismo checheno” como leit motiv del mandato del nuevo hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin y quedando Shamil Basayev y Magomedali Vagabov como paradigmas de la nueva política de “neutralizaciones” de la era Putin, al haber sido ambos aniquilados por las fuerzas especiales del Comité Nacional Antiterrorista (NAK).
En 2004, Putin aprobó la reforma de los servicios secretos, previo a la creación de un todopoderoso Ministerio de Seguridad Estatal en Rusia que englobaría el FSB con el SVR (encargado de las operaciones en el exterior) y logró la defenestración de la primitiva clase dominante proveniente de la época de Yeltsin (oligarcas), corrupta camarilla mafiosa equivalente a un miniestado dentro del Estado Ruso, ya que el 36% de las grandes fortunas concentrarían en sus manos el equivalente al 25% del PIB (de la que serían paradigmas Berezovksy, exiliado en Londres y Mijaíl Jodorkovski, en prisión acusado de evasión y fraude contra el Estado) y su sustitución por sujetos de probada lealtad a su persona, sin veleidades políticas y con el único afán de lucro rápido.
Posteriormente, silenciando las voces y medios de comunicación disidentes mediante el miedo escénico, la asfixia económica, la incoación de arbitrarios expedientes por delitos fiscales y las vías expeditivas, Putin habría conseguido la desaparición de la oposición propia de los países democráticas y la instauración del oficialismo: doctrina política que conjuga las ideas expansionistas del nacionalismo ruso, las bendiciones de la todopoderosa Iglesia Ortodoxa, los impagables servicios del FSB (sucesor del KGB), la exuberante liquidez monetaria conseguida por las empresas energéticas (GAZPROM) y parte del ideario jruschoviano simbolizado en un poder personalista autocrático al conjugar de facto en su persona la Jefatura del Estado y la Presidencia del Partido.
Continuación de la carrera espacial
Putin no quiere quedarse atrás en la nueva carrera espacial iniciada hace menos de dos años y tras el incremento de 2.800 millones de dólares del presupuesto para la NASA en 2009 (con lo que la agencia cuenta ya con más de 20.000 millones para sus proyectos como el reciente viaje del Atlantis y el proyecto Arianne para llevar tripulantes a la Luna en el horizonte de 2016), multiplicará por siete su presupuesto espacial este año (1.800 millones) con el objetivo de establecer una estación permanente en la Luna en 2020 y llegar a Marte en 2025.
Para ello, las míticas cápsulas espaciales rusas Soyuz, que en la década de los 60 fueron la joya de la corona de la URSS en su carrera espacial contra EE.UU., serán sustituidas por las Klipper (minitransbordador espacial con capacidad para 6 personas), ambiciosa iniciativa de la Corporación RKK que permitirá a Rusia dar un gran salto tecnológico en el desarrollo de naves orbitales, tras dejar la NASA en 2010 la responsabilidad de los vuelos a la ISS en manos de Rusia.
Regreso de la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), que instauró que Rusia tiene derecho a intervenir (incluso militarmente) en asuntos internos de los países de su área de influencia y que conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas, el chantaje energético, la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica, la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos” y el ahogamiento de la oposición política interna intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte de 2020.
Crisis económica
El trigo ruso del Mar Negro podría ayudar en parte a reponer la producción perdida por la sequía en la UE y Estados Unidos en 2011, con el riesgo de desabastecimiento del mercado interior y precisar de masivas importaciones de cereales en 2012, con el consiguiente incremento de los precios de productos básicos (según la agencia rusa Interfax, “el país podría sufrir una escasez de ciertos productos alimentarios y un alza vertiginosa de sus precios, que podrían subir hasta un 60%”), lo que producirá una desbocada inflación que rondará el 6% en 2012 .
Ello conllevará la agudización de la fractura social al quedar amplias capas de la población obligadas a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales (30% de la población), debiendo destinar amplias partidas de las reservas para subsanar el rampante déficit del Plan de Pensiones y acelerar la anunciada Reducción de la Burocracia quedando así diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la vivienda y sanidad públicas, reducción de impuestos y el cambio de tendencia demográfica que adolece de un crecimiento negativo desde 1991 (-12 millones de habitantes) y sufriendo la “sui generis” democracia rusa un severo recorte de libertades, por lo que podrían reeditarse los disturbios y protestas sucedidas con Jruschov debido a la carestía de la vida y cuyo primer síntoma sería la llamada Primavera Rusa de la Plaza de Bolotnaya.
¿Revolución naranja en Rusia?
Uno de los líderes del movimiento opositor Solidarnost, Ilia Ponomarev, citado por la agencia Interfax, afirmó que unas 50 mil personas se habrían reunido en la plaza Bolotnaya, en el centro de Moscú. Los indignados convocados por el movimiento Solidarnost, denunciaron el fraude en las elecciones legislativas del domingo pasado y exigieron nuevos comicios parlamentarios, la liberación de los presos políticos (como el ex magnate petrolero Mijail Jodorkovsky), la investigación de todos las irregularidades electorales y la destitución del presidente de la Comisión Electoral Central (CEC), Vladímir Churov.
Dicho fenómeno de movilización no tiene precedentes en Rusia desde que Vladimir Putin llegó al poder en 2000 y estaría encabezado por Alexéi Navalni (famoso bloguero y azote de la corrupción en Rusia) junto con Ilya Yashin, el citado Ponomarev y el ex jefe de gobierno Mijail Kasyanov y alentado, según Putin, por EE.UU. tras afirmar que “Hillary Clinton había alentado deliberadamente a sus oponentes políticos a tomar las calles de Moscú y San Petersburgo tras declarar que la votación estuvo plagada de fraudes”.
Retorno a escenarios de Guerra Fría
El presidente estadounidense, Barack Obama inició su mandato aparcando el proyecto del Escudo de Misiles Antibalísticos (NDM) de su predecesor George W. Bush, convirtiendo así en un primer momento a Rusia en colaborador necesario en la salvaguarda de la paz y estabilidad mundiales y procediendo a la sustitución de la doctrina geopolítica del unilateralismo de Bush por la del multilateralismo rubricado con la Ratificación del Nuevo Tratado START II, firmado por Medvedev y Obama en abril de 2010 y aprobado posteriormente por ambas cámaras del Parlamento ruso y por el Congreso y Senado estadounidense.
La paternidad de dicha doctrina cabría atribuirla al ingeniero geopolítico Zbigniew Brzezinski, el cual en una entrevista a Gerald Posner de The Daily Beast (18 de septiembre de 2009) advierte sobre las consecuencias desastrosas de “una colisión estadunidense-iraní de la que Estados Unidos y China saldrían seriamente afectados, mientras Rusia emergería como el gran triunfador”, pues el previsible cierre del Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico (donde atraviesa el transporte de petróleo destinado al noreste asiático -China, Japón y Sur-Corea-, Europa y Estados Unidos), elevaría el precio del oro negro a niveles estratosféricos y tendría severas repercusiones en la economía global, pasando a ser la UE totalmente crudodependentiente de Rusia.
Sin embargo, tras la intervención de la NATO en Libia, se habría producido un inusual coincidencia de China y Rusia en forma de veto en la ONU, con lo que podríamos asistir al nacimiento de una alianza ruso-china impulsada por Putin que tendría su plasmación con la aparición en el escenario geopolítico mundial de la Unión Euroasiática como alternativa económica y militar al bloque hegemónico occidental.
Desencuentros EE.UU.-Rusia
En septiembre de 2009 el presidente Obama (siguiendo la recomendación del secretario de Defensa y de la Junta de Jefes de Estado), aprobaba la implementación del nuevo sistema europeo de defensa antimisiles (European Phased Adaptative Approach, EPAA), que en realidad se trata de un escudo antimisil global en el que los misiles interceptores emplazados en plataformas móviles pueden abatir blancos en un espacio común (a base de datos transmitidos por todos los radares y sistemas de reconocimiento optoelectrónico).
Rusia y la OTAN acordaron cooperar en la creación del escudo antimisiles para Europa en noviembre de 2010 en la Cumbre Bilateral de Lisboa, pues para Moscú es vital que la OTAN ofrezca garantías reales de que ese sistema no apuntará a Rusia y disponer de un documento jurídicamente vinculante al respecto.
Así, en una entrevista a RIA Novosti, Víctor Mizin, director adjunto del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Estatal de las Relaciones Internacionales de Rusia afirma que “nadie puede dar garantías que los elementos del sistema global de defensa antimisiles de la OTAN no sean desplegados cerca de la frontera con Rusia. Hoy en día, estos sistemas no pueden molestarnos porque, de hecho, son simplemente los sistemas de defensa antiaérea, pero en un futuro, pueden emplearse para la lucha contra las ojivas de misiles rusos, especialmente si los buques con misiles interceptores se emplazan en el Océano Glacial Ártico”, advierte Mizin.
“Según los cálculos del Estado Mayor General de Rusia, a partir de 2015, el escudo antimisil europeo ya impactará negativamente el potencial de Rusia en el ámbito de disuasión nuclear, es decir, podrá interceptar una parte de los misiles balísticos rusos”, explicó a RIA Novosti el director de la revista rusa “Defensa Nacional”, Igor Korótchenko y asimismo, afirmó que “Moscú exige que los misiles interceptores emplazados en tierra sean alejadas de la frontera de Rusia a la distancia de su radio de acción”, con lo que la OTAN no podrá interceptar blancos sobre el territorio de Rusia sino tan sólo en el espacio aéreo de los países miembros de la Alianza Atlántica.
Sin embargo, las campañas electorales en Rusia y EE.UU. complican aún más la situación pues “el presidente estadounidense, Barack Obama, es incapaz de emprender algo en el ámbito de la política interior y exterior y el escudo antimisil es un lado fuerte de los republicanos”, destaca Mizin.
Advertencia de Putin
Durante el encuentro con miembros del Club de Debates Valdái, el primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, advirtió a EE.UU. “que el despliegue del sistema estadounidense de defensa antimisiles (DAM) en Europa podría complicar las relaciones entre Moscú y Washington” según comunicó a Ria Novosti Alexander Rahr, director del Centro Berthold Beinz del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.
Desde el principio de su mandato presidencial en 2000, la obsesión de Putin ha sido la renovación de sus obsoletos arsenales armamentísticos con el reto de lograr en 2020 la equiparación de su potencial militar con el de EE.UU., para lo que cuenta con una dotación presupuestaria anual del 20% del PIB aprovechando los sucesivos superávits conseguidos gracias a los espectaculares aumentos del precio del crudo que pasaron de 10 $ en 1998 a los más de 100 $ de 2008).
Así, destinará 880 mil millones de rublos (unos 29 mil millones de dólares) para la defensa en 2012, lo que representa un aumento de 1,5 veces respecto a 2010 que comprende el contrato entre el Mindef y la empresa Astilleros Unidos Sevmarch, para la construcción de siete submarinos nucleares de cuarta generación Borei y Yasen (destinados a portar los novísimos cohetes balísticos intercontinentales de ojivas nucleares múltiples Bulavá y que serán la espina dorsal de la estrategia nuclear rusa para la próxima década).
¿Hacia la crisis de los Misiles?
El politólogo Vladímir Abrámov, en un artículo publicado en Nezavisimaya Gazeta, expresa que la provincia de Kaliningrado vuelve a desempeñar el papel de “pistola en la sien de Europa” como hace dos décadas.
Así, el embajador ruso ante la OTAN, Dmitri Rogozin, considera casi inminente el despliegue de misiles sobre plataforma móvil Iskander-M en Kaliningrado (enclave ruso situado entre Polonia y Lituania) y el despliegue de tres regimientos en Kozlesk encargados del manejo de los mismos), como respuesta al escudo antimisil que EE.UU. y la OTAN planean desplegar cerca de sus fronteras y que según Ria Novosti, “hacia 2020 será capaz de controlar la parte europea de su territorio hasta la cordillera de los Urales”.
Por otra parte, la renovación automática por parte de EE.UU. por un año más del embargo comercial a Cuba (edulcorada con medidas cosméticas como la relajación de las comunicaciones y el aumento del envío de remesas a la isla así como el posible inicio de una ronda de conversaciones sobre temas de inmigración), podría suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 35.000 millones de dólares.
Caso de no superarse el endémico y anacrónico embargo de EE.UU. a Cuba, podríamos asistir a la firma de un nuevo tratado de colaboración militar de Cuba con la Rusia (rememorando el Pacto Secreto firmado en 1960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov). que incluiría la instalación de una base de radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington y la instalación de bases dotadas con misiles Iskander y con aviones estratégicos con armas nucleares (los temibles TU-160 conocidos en Occidente como BlackJak) y podría concluir con la firma de un nuevo Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (FACE), reviviendo la Crisis de los Misiles de Cuba y la posterior firma con Jrushchov del Acuerdo de Suspensión de Pruebas Nucleares (1962).
Además, la agudización de la crisis económica podría dar lugar a una severa constricción de las exportaciones de productos iberoamericanos y de la entrada de remesas de los emigrantes (sobre todo en Ecuador y Bolivia cuyas remesas de inmigrantes supusieron en 2007 el 10% del PIB y cuyo retorno anticipado podría suponer una debacle económica y social para dichos países, obligando a amplias capas de la población a vivir en umbrales de pobreza) y terminar por desencadenar frecuentes estallidos de conflictividad social y la expansión de ideologías izquierdistas, siendo previsible una clara regresión de las libertades democráticas y un posible regreso a escenarios ya superados de dictaduras militares (véase Honduras) y guerrillas revolucionarias (Perú, Nicaragua, Colombia y Bolivia) en el próximo decenio.
Ratificación de la Política de Buena Vecindad con la Unión Europea, mediante la firma de acuerdos preferenciales con Francia y Alemania para asegurarse el suministro de gas y petróleo rusos e incrementar los intercambios comerciales, debido a la dependencia energética europea (21% de las importaciones de petróleo y 40% de gas proceden de Rusia) ya que el 40% del comercio exterior ruso se realiza con la UE, frente a un exiguo 5% con EE.UU.
Asimismo, el proyecto de EE.UU. del sistema europeo de defensa antimisiles, sería visto por varios dirigentes de la UE como una pérdida de la soberanía europea, especialmente por Sarkozy (reviviendo el proyecto de Kennedy de Partnership entre los EE.UU. y Europa para proveer al Reino Unido de misiles Polaris de julio de 1962), no siendo descartable una tardía reafirmación de la soberanía francesa que se plasmaría en la salida de las tropas francesas de Afganistán tras las presidenciales de 2012 y en la posterior salida de las estructuras militares de la OTAN (emulando a De Gaulle).
Ampliación del área de influencia rusa en el conflictivo Oriente Medio, con un decidido apoyo al régimen sirio de Al-Assad y al régimen iraní en su contencioso nuclear con EE.UU. con el inicio de ayuda militar solapada (asesores militares, logística e información de los satélites-espías) al ejército sirio y a las milicias talibanes de Afganistán en su lucha contra las fuerzas del ISAF allí desplegadas (emulando el apoyo de Jruschov a Vietnam del Norte), con el objetivo de alargar el conflicto y aliado con la falta de liquidez monetaria de los aliados europeos lograr su gradual retirada de Afganistán y dejar en soledad a EE.UU., con el riesgo evidente de una peligrosa “vietnamización” del conflicto.
Su acción se orientará a la ayuda de los grupos islamistas y su apoyo a los regímenes nacionalistas en su lucha contra la presencia occidental en el continente africano, basada en el pathos anticolonial, en los proyectos de cooperación económica y en la creciente cooperación militar (política que tuvo un especial éxito durante el mandato de Jruschov siendo Egipto el principal socio de la URSS en la región y su presidente Nasser condecorado con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética), por lo que no sería descartable un estrechamiento de relaciones ruso-egipcias que convertirían a Egipto en el portaaviones continental de Rusia, lo que aunado con la extensión de su área de influencia al resto de países árabes que circundan a Israel (Siria, Líbano, Palestina y Jordania) podría germinar la semilla de un nuevo movimiento panislamista y reeditar en el próximo quinquenio la Guerra de los Seis Días.