Qatar, un embrollo que se sigue extendiendo por el mundo musulmán
Cierzo Bardenero*. LQSomos. Junio 2017
Lejos de reconducirse el conflicto abierto entre Qatar y Arabia Saudí y sus aliados en el Consejo de Cooperación del Golfo (Bahréin y Emiratos Árabes Unidos) cada día se va ampliando más la brecha entre ellos e implicando a diferentes países musulmanes a lo largo de África y Asia.
A los países del Consejo de Cooperación del Golfo próximos a Arabia Saudí, pronto se le sumaron otros que dependen económica o militarmente de Riad como son Egipto, uno de los gobiernos libios y el gobierno yemenita reconocido por el CCG que básicamente son un grupo de hombres encabezados por el presidente Hadi que “dirigen” el país desde un hotel saudí a través de las redes sociales.
Tras Yemen y Egipto se unieron una serie de países como Mauritania, Níger, Yibuti, Maldivas, Comoras o Mauricio, algunos de ellos con cuentas pendientes con Qatar debido a la intromisión agresiva en el pasado del emirato en sus políticas internas para ubicarlos en la órbita de los Hermanos Musulmanes.
Qatar recibió el pronto apoyo de Irán, Irak, los Houthis yemenitas y grupos y personalidades de la rebelión siria próxima a Al Qaeda, lo que no ayuda mucho a su posición de cara a una congelación y/o relajación del conflicto tal y como ya ocurrió hace unos años.
Si los apoyos no ayudan a Qatar de cara a volver a ser un referente dentro del mundo islámico sunní, los no apoyos a Arabia al menos pueden evitar que este conflicto acabe de forma violenta ya sea con una invasión militar del emirato ya sea con un Golpe de Estado que deponga al actual emir.
Y es que Arabia Saudí no ha conseguido el apoyo de países influyentes en el mundo islámico como son Turquía, que oficialmente está realizando labores de mediador pero que ha comprometido tropas en la defensa de Qatar, o Pakistán, país hasta no hace mucho con fuertes vinculaciones con Riad y que esta vez ha preferido ponerse de perfil en el conflicto.
Riad ni siquiera se ha asegurado el apoyo del resto de países del Consejo de Cooperación del Golfo contra Qatar, ya que tanto Kuwait como Omán han preferido permanecer neutrales y ejercer la mediación dentro del CCG con la ayuda externa de una Turquía que ve como acosan a un aliado en diferentes conflictos internacionales.
El pronto apoyo de Irán y Turquía a Qatar, probablemente, haya conjurado el peligro de las opciones armadas por parte de Riad, pero el conflicto continúa y declaraciones extemporáneas como las de Trump no ayudan, pese a que minutos más tarde proponga al emir de Qatar acudir a la Casa Blanca para buscar una solución al mismo.
Además de en las cancillerías, este conflicto se juega en múltiples terrenos, así vemos cómo Irán ha cedido su espacio aéreo a las líneas aéreas qataríes y mediante un puente aéreo surte de productos a unos centros comerciales prácticamente vacíos tras primeras horas de la rotura de relaciones y bloqueo por tierra, mar y aire.
En el campo de los medios es donde se está jugando la partida más interesante ya que la cadena qatarí Al Jazeera acusa a las tropas de la Coalición en Yemen, de la que Qatar formó parte hasta hace una semana, de cometer crímenes de guerra contra civiles y la saudí Al Arabiya acusa a Qatar de dar altavoz a gente cercana a Al Qaeda en Siria presentándolos como rebeldes.
En el terreno económico, países del CCG han prohibido a sus bancos realizar transacciones con los bancos qataríes dejando a los segundos en una posición más que delicada. Sin embargo la medida más arbitraria de todo el conflicto es la sanción con hasta 15 años de cárcel a aquel que lleve prendas con el nombre de Qatar visible aprobada en EAU.
A corto plazo, este conflicto creado por Arabia Saudí y amparado irresponsablemente por Estados Unidos a fin de que Qatar renuncie a tener una política exterior propia y se someta a los designios de Riad a través de un CCG creado específicamente para frenar la influencia iraní en el mundo islámico, podrá tener repercusiones profundas en Oriente Medio y África.
En Libia, las tensas relaciones entre Turquía y Qatar por un lado y Egipto, EAU y Arabia Saudí por otro podrían echar por tierra las negociaciones para poner fin al caos en el país desde hace años y tentar a una o ambas partes a resucitar una guerra entre ellos a través de peones libios.
En Siria, Qatar podría verse tentada a seguir el ejemplo de Turquía y negociar una congelación del conflicto por parte de sus peones a cambio de un santuario por un periodo indeterminado de tiempo. Esta medida conllevaría que la carga de la guerra contra el gobierno y el ejército de Siria la llevaría un ISIS cada vez más menguante y los peones sauditas.
Esta congelación de la guerra por parte de Qatar, supondría tarde o temprano el envío masivo de tropas sirias para acabar con los bastiones pro saudíes en Siria, cosa que Riad no quiere o no puede permitirse por lo que un nuevo conflicto intra rebelde es inevitable, mientras el ejército sirio se centra en aplastar al ISIS en el este del país.
Sin embargo, el giro más inesperado ha tenido lugar en la Región Autónoma Kurda en Iraq (KRG). Ésta, durante mucho tiempo ha sido aliada de Turquía, sirviéndole como fuerza de presión en la política iraquí y sobre todo en su combate contra el movimiento independentista kurdo en Turquía encabezado por Ocalan.
El anuncio por parte de la KRG de realizar un referéndum de independencia para el 25 de septiembre ha provocado el rechazo de Turquía, que ve como pierde capacidad de presión a Iraq a la vez que teme que el referéndum de fuerzas a los kurdos en su país y en la vecina Siria donde estos viven en otra región autónoma de facto.
Arabia Saudí ha visto la oportunidad perfecta para castigar tanto a Iraq, como a Turquía e Irán por su apoyo a Qatar mediante el apoyo al referéndum ya que una KRG independiente reduciría territorialmente a Iraq, Turquía perdería su influencia en Iraq y la instalación de bases saudíes, estadounidenses o israelíes serian una amenaza constante para Irán.
La instalación de dichas bases en una KRG independiente, a su vez, reducirían considerablemente la capacidad de presión de Turquía sobre la OTAN u Occidente, ya que estos podrían repartirlas según necesidades entre ambos países o como baza de negociación con los mismos.
Por tanto, tras el estallido de la crisis entre Qatar y diferentes miembros del CCG estamos ante un escenario nuevo , lleno de variables que pueden alterar el statu quo actual e incluso modificar unas fronteras que se vendían como inamovibles tras la descolonización del siglo pasado.
* Publicado originalmente en el medio digital Orain Noticias