Querían pan, pero también rosas
Ángel Escarpa Sanz. LQSomos. Marzo2016
En memoria de mi amada madre, de Juana Doña y de todas aquellas mujeres que, sin alcanzar a leer a la Beauvoir, tras perder aquella guerra fueron el nervio imprescindible para superar el hundimiento de todos los frentes, incluido el familiar.
Para las rapadas por “rojas” y por colaborar con la guerrilla, para las que sufrieron prisión, para las que tuvieron que abrazar la prostitución, en un tiempo cruel en el que el cuerpo de éstas era una mercancía más; para las que conocieron Ventas, ya fuese por vender un pan o por pasar el Mundo Obrero.
Para las que perdieron al padre, al hijo o al marido en los frentes o al pié de un tapial o una zanja improvisada cualquiera.
Para las que no se resignaron al “Caralsol” y buscaron al partido en ciudades y campos.
Para las que hicieron del resto de sus días un acto de resistencia contra el fascismo; para las que hacían cola en el penal, sin otro fin que entregar unas naranjas y una sonrisa de aliento al que allí se extinguía, con una condena de 30 años, mientras se elevaba a los cielos aquella poderosa cruz de piedra que un día lejano sería el mausoleo del dictador.
Para las que despidieron en las estaciones a los que marchaban a combatir en el Ebro, en Madrid o en la Sierra; las que acudieron a despedir a los niños de la guerra en aquellas estaciones desoladoras de 1937 -camino éstos de Rusia o de Méjico-.
Para todas las mujeres que, en tajos, escuelas, universidades o colectivo cualquiera, toman hoy como ejemplo a aquella generación de mujeres y hombres que no se resignaron jamás al triste papel de esclavos en un sistema depredador.
– Convocatorias 8 de marzo 2016 -Día Internacional de las Mujeres