Rajoy, el bluff de la partitocracia
A partir de ahora, a fray Rajoy del Lacón habrá que llamarle el desaparecido. Huye de los medios de comunicación como de la quema de las fragas en Galicia. A ver si va a resultar que está acudiendo a la consulta de algún psiquiatra extranjero o a que le eche las cartas una pitonisa. Se anuncian en un periódico alemán nuevos quebrantos gubernamentales contra la Sanidad Pública y la Enseñanza. A Rajoy le quedan ya pocas balas en la canana. Este hombre es un bluff, producto de una sociedad enferma de partitocracia. La sumisión al mando es tan patente en los partidos políticos que nadie osa contradecir al líder y exponer su parecer. Se considera traicion y el militante crítico al final termina expulsado ignominiosamente. Para hacer carrera en la política hay que ser buen lamendor de culos y cantar aleluyas a las ocurrencias de los que mandan. Ese no es el mejor compost para que broten y medren las ideas y las soluciones a los problemas.
Nombrar Rajoy es ya sinónimo de hecatombe. Este buen hombre se creyó que por entrar como un elefante en una tienda de porcelanas, pasaría a la historia como el solucionador de la crisis. Es tan original que está haciendo todo lo que negó que haría y lo que afirmó que no haría cuando fuera presidente. No acabará la legislatura: tanto él como sus ministros están zombies y no saben más que recortar sin poner nada a cambio. En este río revuelto a los únicos que les va bien es a los banqueros y a sus representantes.
España está en la cuerda floja de las concesiones sin contrapartidas. Los especuladores financieros internacionales están encantados con esta deriva. A pesar de las medidasde Rajoy, la deuda externa de este país creció 1.78 millones en el año 2.011. El barco hace agua y lo único que hace bien su tripulación es situarse para mejor forrarse.