Richard Spruce
Nònimo Lustre*. LQS. Enero 2020
Desde hace cuarenta años, Richard Spruce (1817-1893) es uno de mis ídolos -y puedo asegurarles que tengo poquísimos. Junto con Alfred Russel Wallace y Henry Walter Bates forma el triunvirato de los imprescindibles naturalistas ingleses de la segunda mitad del siglo XIX. Quizá los hay mejores en otras geografías pero, en cuanto a Amazonas, no tienen rival -al menos para quien suscribe que no es naturalista ni biólogo ni siquiera émulo de aquel colombiano biófilo panclasta. Los tres son naturalistas comprehensivos -y geógrafos de lujo- pero los dos primeros eran más botánicos que zoólogos y Bates, al contrario. En cuanto a sus teorías, simplificando mucho, podríamos decir que todos ellos eran ‘evolucionistas’ influidos, como toda la intelligentsia inteligente de la época, por Darwin. Quizá fuera porque generalmente me han interesado más las plantas que los animales, a Bates lo he trabajado mucho menos y, sin embargo, tengo motivos para que fuera al revés puesto que Bates fue amigo de Kropotkin -el grandísimo Piotr, escribió que Bates representaba el darwinismo auténtico porque explicó convincentemente que la ayuda mutua era más real que la mutual struggle del darwinismo vulgaris; incluso Bates estuvo a punto de escribir el prólogo del libro La Ayuda Mutua (1902) del ruso… pero se murió sin terminarlo.
Los tres eran jóvenes medio autodidactas que, antes de trabajar en la Amazonia, nunca habían viajado fuera de Gran Bretaña -salvo Wallace, como veremos más adelante. Todos ellos vivieron años y años en el Gran Río, Bates el que más. Después de aquellas vivencias, sólo Wallace volvió a investigar en el Trópico; concretamente, en el Archipiélago Malayo, lugar en el que seguí personalmente sus huellas -sorprendiéndome que su simpatía por los indígenas amazónicos mudara a aversión sobre los indígenas ‘malayos’. Y citarles en este poste no tiene nada de original puesto que, hace pocos años, John Hemming les dedicó un libro, Naturalists in Paradise, 2015. Entiéndanse estas pobres líneas como el homenaje que le debo a Spruce -le cito brevemente en el poste “Cruzada contra la psicodelia”, 16.marzo.2019, pero Spruce se merece este poste ‘personalizado’, eso es lo mínimo-. Ya que no puedo erigirle una estatua como la de abajo, habré de conformarme con unas pocas ilustraciones.
Desde mi admiración por la sencillez efectiva de su prosa hasta sus descripciones geográficas, desde su rigor hasta sus aportaciones etnográficas -no muchas pero utilísimas-, a Spruce le debo mucho. Pero, sobre todo, le debo haber entendido -o eso creo- el funcionamiento de la selva tropical lluviosa. Y su inabarcable riqueza o biodiversidad como dicen ahora. A más de un necio no le parecerá gran cosota o creerá que, además del amazónico, en el planeta hay muchos biotopos. Por supuesto que los hay, aunque todos ellos sean menos biodiversos, pero entender la vida de uno solo, es comprender los demás -o, repito, eso creo.
¿Por qué me he retrasado tantos años en rendir pleitesía a Spruce? Probablemente porque fue el ‘descubridor’ de la Banisteriopsis caapi (ayahuasca) y esa casualidad, irrelevante en la obra total de Spruce, hizo que me llovieran preguntas sobre él. Esa Banisteria era muy común en la parte amazónica que menos desconocí, hasta el punto que, en el fondo (corral) de nuestras chozas amazónicas tuve plantadas algunas, más porque no requerían muchos cuidados que por curiosidad botánica o psicodélica. Pero el hecho de que Spruce hubiera enviado a los Kew Gardens de Londres el espécimen que colectó en San Carlos de Río Negro (SCRN; cf. el poste antecitado para verlo dibujado) a partir del cual se clasificó taxonómicamente el caapi -nombre en lengua baré para la ayahuasca-, añadió más preguntas. Respondidas en breve: SCRN es la capital científica de la Banisteria más famosa. Si a eso añadimos que Wallace también vivió en SCRN, entonces podríamos presumir que SCRN es la capital científica de la Amazonia -puestos a alardear, ¿qué más nos da una capital que dos o tres?.
En 1982, aprovechamos un congreso que se celebró en Manchester para investigar en el archivo Spruce de los Kew Gardens. Lógicamente, nos centramos en su vertiente etnográfica y nos sorprendió encontrar allí objetos muy interesantes… y muy descabalados.
Por cierto, como adelantábamos en los primeros párrafos de este poste, Wallace era el único triunviro que había trabajado en otros lugares antes de viajar a Amazonas. En concreto, había colectado en el Pirineo francés
Wallace y Bates fueron amigos personales y compañeros de esfuerzos amazónicos. Pero Spruce no sólo conoció a Wallace sino que incluso vivieron ambos en SCRN con pocos meses de diferencia. Pero Wallace naufragó en su viaje de regreso a Gran Bretaña perdiendo en el incendio del Helen la mayor parte de sus muestras. En esta carta, meses después de sucedida, Spruce se da por enterado de la hecatombe y, el 02 julio 1857, se solidariza desde SCRN con su amigo, felizmente rescatado en alta mar.
La carta contiene varias impresiones personales de Spruce y es muy útil para comprender la verdadera situación de un investigador inglés que trabaja en un territorio alejado del Imperio británico. Respetando el orden expositivo:
Of all the hungry places I have been in this is the hungriest, and since I arrived…nearly all my time… has been taken up in procuring the necessaries of life (150 años después, pudimos corroborar este aserto)… As to your cravings now for roast pirarucú [pez Arapaima spp.] and pacovas [bananas] they seem to me signs of a most depraved appetite. I wish to the Lord you had a cartload of them, so that I might have every day fresh bread and butter and potatoes (en este párrafo, Spruce parece menos adaptado al medio que Wallace, pero es que estaba recién llegado a SCRN)
Joven como era, Spruce no resiste a la tentación de adornar su trabajo con una guarnición de aventuras poco indigenófilas y, quizá, demasiado paranoicas:
I have written these few days looked death in the face almost as closely as you did on the ocean. The Indians rose up at the feast of Saint John and threatened to murder all the whites, or at least all the estrangeiros, who are only myself and two Portuguese (Spruce escribe que eran 150 –colegimos que los varones en edad ‘militar’- contra 3, pero esos tres tenían 7 armas de fuego) Y continúa con unas apreciaciones alcohólico-autonomistas:
San Carlos is the worst of all these pueblos for ‘drink’ -that is for the abuse of it… As you are aware the Indians in the Canton del Rio Negro may be said to be almost self-governed, and the system seems at first sight to work well in many respects; but the Indians know their power and are likely enough to assert it (by putting down the blancos) one of these days.
Desde el punto de vista histórico-naturalista, el siguiente párrafo señala claramente la diferencia que existe entre un genial generalista con poco trabajo de campo y otros que se hartaron de mosquitos pero que no llegaron nunca a publicar ni los libros suficientes ni, desde luego, alcanzaron la fama universal de Darwin:
You are quite right in your explanation of Mr. Darwin ’ s prejudices -” impressions du voyage ” are rarely correct, and certainly in most cases different from those left by a long residence in a country…, in whatever zone it may be placed.
Finalmente, una curiosidad erótico-interétnica: Spruce se siente asaltado por las Baré ‘mujeres de Putifar’ -Baré eran y son los indígenas de SCRN. Es lamentable que sabios hechos y derechos caigan en estos topicazos -los ejemplos abundan en todas las disciplinas científicas-, y más lamentable aún, que no se atrevan a hablar claramente:
The moças of S. Carlos are the most safadas [picaronas] of any I have met with. For a good while I was literally besieged by them… I was actually seized on one day by two guarichas [mozas] who sought (like Potiphar ’ s wife) to put me into the hammock by force. My chastity was sorely assailed, and you no doubt tremble at the narrowness of my escape (if indeed I escaped at all, which I leave entirely to your judgment to decide)
(carta disponible en internet, en: Beccaloni, G. W.; Wallace Letters Online; año 2014)
Para finalizar: si, ampliándola, se fijan en la anterior ilustración del ‘palitroque’ de Banisteria, notarán que aparece el nombre de Richard Evans Schultes, ilustrísimo etnobotánico fallecido hace algunos años, continuador de la obra del triunvirato -o duunvirato-botánico y de reciente fama por haber protagonizado a través de un actor Brionne Davis la premiadísima película colombiana “El abrazo de la serpiente” (Ciro Guerra, 2015)
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