¿Será el MASUFA quien acabe con P. Sánchez?

¿Será el MASUFA quien acabe con P. Sánchez?

Por Domingo Sanz

Un título alternativo que me tentaba para esta duda decía “Es probable que Pedro Sánchez sea inmortal” pero lo terminé descartando porque no recuerdo ningún mamífero que tenga miles de años de edad, aunque nadie sabe hasta dónde podrá llegar esa IA que a miles de millones ilusiona y a la otra mitad de la humanidad acojona, por ejercer la misma libertad de expresión soez que disfruta la presidenta madrileña a la que tanto “le gusta la fruta” en el Congreso.

Antes de realizar un breve repaso por algunos de los intentos conocidos para acabar con el recién investido, conviene recordar que si termina esta legislatura se convertirá en el segundo con más tiempo de permanencia en el cargo, solo por detrás de su enemigo íntimo, ese “jarrón chino” apellidado González.

Comenzaron en 2014 perdonándole la vida, pues resulta inolvidable la Susana Díaz de “este chico no vale, pero nos vale” que se le pudo escuchar a la hoy senadora tras atreverse Sánchez a conquistar por primera vez el número 70 de Ferraz, tan asediado hoy, catorce noches ya, por franquistas del PP y Vox.

Recordaremos también marzo de 2016. Un año antes hubo encuestas diciendo que Podemos adelantaría al PSOE y se ve que Iglesias siguió atascado en la ilusión demoscópica, sin pararse a pensar que el 20D de 2015 cada escaño le había costado casi 15.000 votos más que a Sánchez. Consiguió convencer a los suyos de que votaran por más Rajoy en el Gobierno en el primer intento de investidura de un Sánchez que tenía 90 escaños, solo 20 más que un Podemos al que Sánchez habría tenido que recurrir hasta para respirar en La Moncloa.

Aún sigo esperando el “mea culpa” de Iglesias porque el zarpazo se lo dieron a sí mismos: El PSOE perdió 101.469 votos el 23J de 2016 respecto al 20D de 2015, pero UP y sus aliados perdieron 1.051.956, más de diez veces más. Como, a pesar de esa diferencia, el PSOE perdió cinco escaños y UP ninguno, Iglesias debió pensar que la LOREG servía y desde entonces no se le ha oído jamás reclamar su reforma. Su aún Podemos de hoy conserva cinco diputados en fase de distanciarse de SUMAR, cada uno de los cuales los ha pagado por 33.086 votos que el PSOE de Sánchez los suyos.

Con tiros por la culata jamás nadie consiguió derrotar a su adversario.

Después vino septiembre de 2016. El intento más conocido, pero también el más olvidado por sus impulsores, con el jarrón González y la citada Susana de baronesa en primera línea. Pero al conseguir Sánchez la mayoría absoluta en las Primarias del PSOE de mayo de 2017 demostró que conocía mejor que nadie a los socialistas de base. El descaro que demostró un año después fue de sobresaliente cum laude, pues consiguió la investidura tras la primera moción de censura alguien que, como él, había apoyado el 155 contra la Generalitat de Catalunya.

Como dudar de que el pacto firmado con Junts sea, sobre todo, una enmienda a su propio pasado. Un cebo así adornado es muy difícil de rechazar.

Año 2019, entre abril y noviembre. Los de UP volvieron a caer en la tentación de marzo de 2016 y se tuvieron que repetir en noviembre las elecciones de abril, pero esta vez con Sánchez en Moncloa. Resultado: el PSOE perdió tres escaños y 720.943 votos, mientras que los de UP y demás socios, incluyendo los “nuevos” de Errejón, “sólo” perdieron 298.970 votos, pero cinco escaños.

Pero lo peor es que la derecha estatal (PP + VOX + Cs) perdiendo 863.073 votos ganaron cuatro escaños. A pesar de aquel abrazo desesperado con Sánchez, nada me impedirá seguir pensando que Iglesias se sentía satisfecho: se había producido el fracaso definitivo de Albert Rivera, en mi opinión el objetivo principal del de Podemos desde aquel café preelectoral en Nou Barris con Jordi Evole y el de Ciudadanos en otoño de 2015.

Resumen LOREG de aquel 2019: un 3,4% (12 escaños) de mayor poder parlamentario para las derechas fue el resultado de una menor pérdida del 0,7% (156.840 votos) de votos en las urnas. O, lo que es lo mismo, un vuelco en el Congreso casi cinco veces superior al sentenciado por la voluntad popular.

¿Acaso ha oído usted que Yolanda, aunque solo fuera para diferenciarse de Iglesias, le haya puesto a Sánchez la condición de reformar la Ley Electoral para concederle ayer, 16 de noviembre, la investidura? Yo tampoco.

Sin duda, Sánchez deslumbra y desconcierta a quienes se le acercan.

Hoy es 2023 y el fracaso cien por cien de Feijoo en la busca de traidores de otros grupos parlamentarios, primero para que le votarán a él en su investidura “fake” y después para que forzarán la repetición electoral en la que Sánchez acaba de triunfar, hace muy difícil presagiar un futuro en el que si el del PP afloja la presión callejera tendrá sus días contados en la calle Génova y, si no lo hace, terminará siendo el único asistente a las acciones antisanchistas que convoca.

Solo queda, pues, alguien importante de quien no nos consta que se haya empleado a fondo para acabar con Sánchez.

Mucho se ha comentado del gesto muy serio de quien también es el Mando Supremo de las Fuerzas Armadas, a quien prefiero llamar MASUFA, por lo de abreviar sin dejar de destacar la función más peligrosa de todas las que le reserva la Constitución (letra “h” de su artículo 62) y que ayer tarde recibió de la presidenta del Congreso la noticia “Pedro Sánchez presidente”. El caso es que ni rastro de las sonrisas de 2018 con Ana Pastor tras la moción de censura y de 2020 con Meritxell Batet, aunque en ambos casos el candidato también se llamaba Sánchez.

Es imposible saber lo que pueda estar pasando por la cabeza de alguien legalmente investido con tan supremo mando sobre los ejércitos cuando los partidarios de su candidato fracasado le están pidiendo que haga lo que sea para que Sánchez no rompa esta su patria que tanto dicen defender.

Podría estar equivocado y el gesto del MASUFA responder a problemas personales, pues no deja de ser otro humano como cualquiera de nosotros.

Pero resulta más lógico recordar que somos animales de costumbres, los borbones mucho más, y el anterior MASUFA, su padre, no paró de intrigar con inferiores armados y a sus órdenes hasta que consiguió acabar con el único presidente al que le toco gobernar en el periodo de inestabilidad política que más se parece al actual.

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