Somalia: la guerra sigue allí
Por Guadi Calvo*. LQSomos.
En poco más de un año y medio de aquella decisión de abandonar Somalia, entre lo que se incluye un cambio de gobierno, la administración norteamericana, está intentando retornar por lo suyo y mucho más ahora en el contexto de la contraofensiva rusa en Ucrania, donde cada palmada de tierra, por lejana que parezca, será fieramente disputada
Después de largos meses sin grandes acciones, cómo si hubiera estado tomando aire para volver a la guerra, el grupo somalí al-Shabbab, tributario de al-Qaeda, ha retornado con toda la virulencia que ha sabido mostrar en sus casi dos décadas de existencia y que, tras ser expulsados de Mogadiscio en 2011 después de que una gran ofensiva de la AMISOM (Misión de la Unión Africana en Somalia), con intermitencia no solo sigue generando sangrientos atentados en la capital del país y controla, vastas regiones rurales del interior, atacando tanto objetivos civiles como y militares.
El miércoles 23 de marzo se produjeron dos ataques casi idénticos, que dejaron al menos cuarenta y ocho muertos y más de un centenar de heridos, en la ciudad de Beledweyne, la más importante del estado central de Hirshabelle y hasta ahora, una de las más seguras del país, a poco más de treinta kilómetros de la frontera con Etiopía y a trescientos de Mogadiscio.
Entre los fallecidos de este ataque se encuentra la diputada opositora al gobierno central, Amina Mohamed Abdi, quien participaba de diferentes actos en el marco de su campaña para su reelección. Junto a la legisladora, murieron varios hombres de su escolta. Aunque otra versión habla de que la explosión habría sido producto de un dispositivo previamente colocado y detonado a control remoto. Esta fue la quinta muerte que se produce entre los candidatos que se presentaban a las legislativas del 31 de marzo, en los últimos sesenta días. Otros dos ataques se produjeron el miércoles en Beledweyne, en los que murió el ex diputado Hassan Dhuhul, y varios civiles que almorzaban en el restaurante, murieron a raíz de un ataque, del que las autoridades todavía no han dado mayor información.
Las elecciones del pasado jueves 31 de marzo, prácticamente definen el perfil del nuevo parlamento, que asumirá el quince de abril, ya que se eligen 246 de los 275 miembros de la cámara baja que, a su vez, dado el sistema de elecciones indirectas de Somalia, tendrán a cargo elegir un nuevo presidente, en una fecha todavía no definida.
El mandato del actual presidente Mohamed “Farmajo” Mohamed, había vencido en febrero del año pasado y por diferentes excusas la elección ha sido postergada en varias oportunidades, más por cuestiones políticas que por la inseguridad terrorista o la crisis alimentaria. En septiembre pasado la rivalidad entre el presidente Mohamed y su primer ministro, Mohamed Hussein Roble, a quien quiso desplazar acusándolo de abuso de poder, hizo detonar todo el aparato electoral.
Tras los atentados de hace dos semanas el grupo insurgente, en un comunicado, en el que asume la responsabilidad del ataque, señala que sus objetivos son los políticos que compiten en las elecciones del próximo jueves, por lo que se espera para estos días nuevas y sangrientas operaciones.
El primero de los ataques, que tuvo como blanco a la diputada y su comitiva, lo habría realizado un atacante suicida o shahid, que había logrado ingresar al edificio de la sede del gobierno estadual con un chaleco explosivo, logró activarlo a pocos metros de la legisladora. El segundo de los ataques se produjo tras la detonación de un coche bomba conducido por otro shahid, que esperaba la llegada de las víctimas del primero de los ataques, en las puertas del hospital de Beledweyne, en el que se produjeron la mayoría de las víctimas.
Ese mismo miércoles, en el Centro Internacional Halane cercano al Aeropuerto Internacional Aden Adde de Mogadiscio, al menos seis personas murieron, cuando dos muyahidines de al-Shabbab, vestidos con uniformes de los que utilizan los trabajadores del aeropuerto, intentaron pasar las puertas del complejo y al ser interceptados abrieron fuego a mansalva, hasta que los guardias de seguridad finalmente los eliminaron.
Este sitio es sin duda el lugar más controlado del país ya que allí se han establecido las embajadas de Estados Unidos y del Reino Unido entre otras sedes diplomáticas extranjeras con representación en Somalia, además de la Misión de Asistencia de la ONU en Somalia (UNSOM), la AMISOM. Se cree que esta operación tuvo que haber sido coordinada con personal de seguridad del complejo, ya que las medidas de control son extremas y para haber llegado al lugar donde se produjeron los hechos, tuvieron que tener apoyo interno. Según los informes, los atacantes habrían utilizado armas pequeñas y granadas de mano. Entre los muertos figuran seis hombres de las fuerzas de mantenimiento de la paz y un entrenador de la AMISOM, además de resultar heridos tres policías.
En un posterior comunicado, la organización terrorista que se atribuyó la acción, informó que sus combatientes superaron los puestos de control, dispararon contra las tropas extranjeras de la AMISOM y prendieron fuego varios edificios dentro de la base, el que también fue atacado con fuego de mortero desde el exterior.
De constatarse que solo dos hombres pudieron entrar al complejo, superar los primeros puestos de vigilancia y asesinar a seis hombres, en el lugar no solo más seguro de Somalia, sino de todo el del Cuerno de África, demostraría el constante incremento de la capacidad del grupo integrista, el que más allá de los golpes que ha recibido en todos estos años, se aproxima una nueva etapa en su “guerra santa contra los herejes”.
Otro incidente de grandes proporciones se produjo este viernes 26 de marzo cuando fuerzas del ejército chocaron con militantes del grupo sufí, Ahlu-Sunna wal-Jama (ASWJ), creado por esa comunidad como fuerza de autodefensas tras las matanzas realizadas por al-Shabbab, contra diversos miembros de esa comunidad y a quienes los terroristas consideran apóstatas.
El choque entre las dos fuerzas, que han combatido juntas a los terroristas wahabitas hasta hace unos pocos años, se produjo a las afueras de la ciudad de Dhusamareb, capital del Estado de Galgaduud, dejando al menos diez efectivos del ejército muertos.
El sufismo ha tenido un gran desarrollo en Somalia, particularmente en el Estado de Galgaduud. Dentro de la rama sunita, el sufismo quizás sea la más distante de los preceptos del wahabismo, los que siguen todos los grupos terroristas que están adscritos a al-Qaeda, el Daesh o el Talibán.
Más grandes, más fuertes y más audaces
Si bien Estados Unidos desde el año 1991, ha tenido muchas idas y vueltas en la cuestión somalí, es claro que nunca tuvo la convicción de abandonar para siempre el país más convulso de África. Por lo que sigue siendo su principal financiador. Incluso podríamos decir que el actual presidente, Farmajo Mohamed, quién más allá de haber sido electo democráticamente, en el alambicado y confuso proceso eleccionario somalí, es un hombre fuertemente vinculado al Departamento de Estado, tras ser criado y formado en los Estados Unidos.
El presidente Trump, en su particular pragmatismo, y después de un periodo de intensos bombardeos, iniciados en 2018, consideró a fines de 2020, que era hora de que la mayoría de los ochocientos militares estadounidenses abandonaran Somalia, aunque la estación de la CIA en el país, quedo intacta y sus actividades fueron reforzadas con más hombres y más financiación.
En poco más de un año y medio de aquella decisión de abandonar Somalia, entre lo que se incluye un cambio de gobierno, la administración norteamericana, está intentando retornar por lo suyo y mucho más ahora en el contexto de la contraofensiva rusa en Ucrania, donde cada palmada de tierra, por lejana que parezca, será fieramente disputada.
El general Stephen Townsend, jefe del Comando de Estados Unidos en África (AFRICOM), declaró que la situación en Somalia sigue siendo crítica y que el grupo rigorista al-Shabbab sigue siendo: “la mayor amenaza en el continente” y que, durante estos últimos años, ha gozado de una gran libertad de movimiento. “Se han vuelto más grandes, más fuertes y más audaces”, y considera que el grupo terrorista puede tener la capacidad de atacar a los estadounidenses fuera de África e incluso en el interior de los Estados Unidos. Lo que claramente se puede traducir como: “Volvamos”, sumándose al pedido de varios generales al presidente Biden.
En una clara preparación del camino de vuelta, Washington ya ha ofrecido una recompensa de cinco millones de dólares por información sobre el Jehad Serwan Mostafa, alias Ahmed Gurey. Uno de los más altos miembros de al-Shabaab, experto en explosivos, propaganda, instructor militar e intérprete.
De cuarenta y dos años, Mostafa, es uno de los terroristas más buscados por el FBI, nació y vivió en los Estados Unidos, cursando estudios en la Universidad en San Diego, California, para en 2005, viajar a Yemen, y después de varios años establecerse en Somalia uniéndose a al-Shabbab en 2008. Se cree que está a cargo de la planificación de los ataques contra las estructuras del gobierno central y de las fuerzas de la Unión Africana en Somalia y África Oriental.
En el marco del incremento de la presión norteamericana en Somalia y otras regiones de África, el pasado veintidós de febrero, se conoció que el AFRICOM, habría realizado un ataque aéreo con drones contra terroristas, el primero desde agosto, en Duduble, a unos 65 kilómetros al noroeste de Mogadiscio, en el que habría muerto doscientos militantes.
Somalia es parte de las políticas de retorno a África, de los Estados Unidos que procura recuperar el terreno que tanto China y Rusia, han ganado en estos últimos años y que, sin duda, con Ucrania de ejemplo, Washington intentará revertir.
* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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