Spain: política “saboria”
Cantaba el tristemente fallecido artista andaluz, Carlos Cano, aquello de “política no seas ´saboría´/ y arrímate un poco al querer/ que no se te escape la vida/ por esa vía/ que abre el poder…” cuanta razón tenía Carlos en su canción; más si tenemos en cuenta que dicho tema tiene la friolera edad de treinta y dos años de nada.
Esto viene a cuento de lo que estamos escuchando y leyendo a propósito de las elecciones generales que se avecinan para el próximo 9 de marzo. La derecha o derecha- extrema (por no decir extremaderecha o ultraderecha como siempre fue) de esa cosa híbrida que se llama España, se lleva la palma en cuanto a los mensajes ´saboríos´ que ahora nos inundan.
Y es que esta derecha, tan española cañí, (tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando) nunca dejará de sorprendernos; y eso que ya deberíamos estar acostumbrados a sus flagelos políticos. Uno… bueno, pues ya no sabe si esta gente es de derechas por la escasez de neuronas o porque las que tienen están hibernadas en algún bidón radioactivo. En cualquier caso, no se les puede negar un ligero toque de humor negro (para Rajoy ya es un excelente mérito) cuando, en esta precampaña electoral, se ponen tan serios para anunciar al pueblo español y colonias que ellos tienen todas las soluciones a los graves problemas que sufrimos por estas latitudes ibérico-africanas, fundamentalmente el problema de la inmigración.
Día a día, leer un periódico, escuchar la radio o ver la televisión cuando se refieren a esta derecha caduca, es un terapéutico ejercicio de carcajadas íntimas, de muy adentro; y es que las ideas, cuando no las tienen (malditas neuronas) las copian, ya sea del “sex simbol” francés y coleguita de Rajoy, Nicolás Sarkozy, o de las “consejas” histéricas de la curia. Así, estamos contemplando como esta derechona apocalíptica nos quiere abrumar y, de paso, invitarnos al sarcasmo y al chiste fácil con sus chirigotas electorales de última hornada en cuanto a la inmigración. Me estoy refiriendo a ese esperpéntico y nuevo modelo de contrato que no es social (me alegro por Rousseau) pero que va más allá de la basura porque no sólo atenta contra la dignidad y el derecho de los inmigrantes a ganarse la vida donde sea y de manera honrada, sino que también arremete contra la inteligencia y vocación de solidaridad de los ciudadanos ya sean del lugar que fueren.
Pues si, ustedes lo adivinaron; estamos hablando del hediondo “Contrato de Integración” que estos sicarios del neo fascismo han alumbrado con más placer que dolor si logran (des)gobernar en la próxima legislatura.
Vamos a repasar, con una pizca de ese humor negro al que aludíamos antes, alguna de las perlas o “cláusulas” de este “contrato de (des)integración”. Por ejemplo:
Higiene. Los inmigrantes deben cumplir fielmente con las ordenanzas municipales en este asunto. Es decir, que tienen que estar en permanente “estado de revista” so pena de ser sancionados por la autoridad competente si ésta observa una mancha de café en la camisa. Es obligatorio ir bien aseados (no se especifica si con jabón lagarto u otro), bien peinados (los calvos deben lucir brillo en sus calvas), tener la dentadura en constante sonrisa “profidén”, zapatos pulcramente lustrados (no se admiten cholas ni babuchas), pantalones de pinzas y camisa sport abotonada hasta el cuello. La uñas de las manos “sucias de la miseria” (Mario Benedetti) deben lucir muy cortitas. Si tienen problemas de olor en los pies están obligados a lavarlos cada noche con lejía y agua caliente, así como poner un poco de bicarbonato en los zapatos (no se sugiere eso del “ácido bórico” por aquello de las connotaciones terroristas).
Cumplir con las leyes. Los inmigrantes no pueden saltarse las leyes a la “torera” ya que sólo son gente de tercera categoría. Vamos, que ir por los pueblos de “la sacrosanta España” y colonias emulando a “El Solitario”, “El Pocero”, Javier de la Rosa, Mario Conde, El Dioni, Jesús Gil, Julián Muñoz, Toñi Torres (chorizos patrios); pederastas varios, especuladores más, maltratadotes a miles, etc. no les está permitido pues ni son españoles ni tienen inmunidad parlamentaria.
Respetar las costumbres. Los inmigrantes están obligados a respetar las costumbres de los españoles y otras gentes de las colonias so pena de expulsión. Esto es, que quedan emplazados a aprender y asumir, antes de un año de su estancia irregular, las costumbres, usos, y tradiciones de la “generosa tierra” que los acoge dependiendo de la zona donde se ubiquen. Así, si el “cayuco” los deja en Canarias deberán aprender a cantar y bailar isas, folías, malagueñas, sorondongos, barandas, polkas, y, cómo no, a tocar el timple, etc.; aprender el “silbo gomero”, la lucha canaria y el deporte del tolete; también estarán obligados a comer papas arrugás con mojo, ropavieja, cherne, pata asada, etc. mojado con una Tropical o Dorada y de postre un Ron Arehucas o de Telde. Es evidente que su vocabulario debe cambiar y adoptar expresiones como “ños”, arretranco, machango, baifo, millo, enriscar, tenderete, asadero, timpliar, etc.
Si los nuevos los vecinos piden ayuda en Andalucía, los originarios del Magreb lo tienen más fácil por aquello de la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba; pero están obligados a saber qué es una guitarra, una seguidilla, una taranta, una solea, una bulería, un fandango o una sevillana. Deben comer gazpacho, migas, pescaitos, camarones y salmorejo. También están obligados a comprender y comunicarse con expresiones como quillo, pisha, cohones, leshe, malaje, ozú, cara cartón, etc. Estas últimas costumbres pueden ser aplicables para Extremadura con la excepción del jamón “pata negra” y conocer qué cosa son las bellotas.
Ya en Madrid están obligados los inmigrantes a aguantarse con las calles cortadas por obras, las zanjas, los atascos de sus carreteras, la contaminación en todas sus facetas, soportar una puñalada por una tontería y sufrir el gobierno de una tal Esperanza Aguirre (coautora de este “contrato”); en cuanto a las palabras, el vocabulario de andar por la calle debe ser: hijo de puta, cabrón, gilipollas, castizo, cheli, chulo, chulapona, gato, macarra, chaval, tronco, jamar, levantar, maricón, etc. Tienen que asumir la gastronomía como el cocido madrileño, callos a la madrileña, conejo al ajimoroji, buñuelos, churros, porras, aperitivos, cazalla mañanera, vino, caña, corto y tubo. Tienen que saber de zarzuela, chotis y a ser carterista o “descuideros” en los buses y en el rastro de Cascorro.
En la Costa Levantina es necesario que los inmigrantes amen y se integren en las Fallas de Valencia, las fiestas de Moros y Cristianos (donde siempre vencen los cristianos para “escarnio” de los moros); deben consumir agua de Valencia (con su borrachera incluida), la paella y la fideua así emocionarse con la banda de música de Liria. Es importante bañarse en sus playas y ejercer de “chulo de playa” a lo Alfredo Landa en sus películas.
En Cataluña (nada de Catalunya…) los inmigrantes están obligados a saber bailar la Sardana, emocionarse con las Coblas y participar en los Castillets; a comer “pa amb tomaca”, butifarra de Tarradellas y a saber decir “collons”, fill de put, noi, noia, tancat, treball, charnego, etc. Es decir, deben olvidar su lengua materna y asumir la catalana y la española.
Nos dejamos en el tintero cómo podría ser la “integración” o el respeto de las costumbres por parte de los inmigrantes en otras comunidades autónomas como País Vasco, Galicia, Asturias, Ceuta y Melilla, etc. pero vamos a dejarlo así porque para muestra de la imbecilidad de estos políticos ´saboríos´ ya tenemos bastante.
Sólo hemos puesto tres ejemplos de lo que puede ser ese “contrato de (des)integración” según pretende imponer el PP (Partido Peligroso). Como la cosa da para muchísimo más y este artículo se haría muy extenso, finalizamos apuntando que esta derechona zarista-seminarista comenzó a hacer política con las manos en los atributos -recuerden la famosa expresión de un tal Trillo “manda huevos” – y está terminando de hacerla en los ghettos de Varsovia.
Flaca memoria histórica la de estos elementos amamantados en la amarga teta del franquismo, que se olvidaron de los millones de españoles que tuvieron que emigrar desnudos sin que en ningún lugar les pidieran las estupideces e incoherencias que ahora ellos exigen.
La próxima semana más. Los Zapateros y compañía también tienen mucho que explicar sobre el uso tan alegremente electoral que prometen dar a los impuestos de los ciudadanos. Mientras tanto, los servicios sociales… de maldita pena.
Pregunta idiota que se me ocurre esta semana: El ínclito Zaplana dijo hace unos días en su precampaña por canarias, que sería un “ministro canario”; si yo le digo a ese elemento “machango o tolete”, ¿se enfadaría o pondría sonrisa bobalicona? Pues eso…