Tratados de libre comercio, el Mercosur y la ‘soberbia’ oportunidad uruguaya

Tratados de libre comercio, el Mercosur y la ‘soberbia’ oportunidad uruguaya

Por Eduardo Camín*. LQSomos.

Aquellos que creían que esta es historia pasada, deberían estar más atentos a toda la nueva parafernalia puesta en marcha por el gobierno uruguayo con el objetivo claro de volver a impulsar todo tipo de Tratado de Libre Comercio, con o sin la venia del Mercado Común del Sur, el Mercosur. O simplemente desviar o distraer la atención a los problemas más acusiantes que padece el pais

La nueva picardía consiste en una dialéctica cuyo objetivo es «lograr abrirse al mundo» a través de acuerdos bilatérales junto a un conjunto de normas relativas a inversiones, que incluye el uso de la tierra, servicios y política industrial. Se trata de un instrumento que dispone un espacio de libre circulación de capitales y de recursos ya sean estadounidenses, europeos o chinos.

El diagnóstico en que se basan estas politicas comerciales y financieras parte del supuesto de que Uruguay es un pais «cerrado» al mundo, pero la realidad es bien diferente , ya que en el plano financiero circulan libremente todo tipo de capitales, desde oro a divisas de todo tipo, mientras que en materia comercial, los aranceles a la importación son mínimos.

Así ingresan libremente agrotóxicos, productos suntuarios o que compiten con aproducciones locales. Por si fuera poco, se desarrollan a lo largo y ancho del territorio nacional zonas francas con exoneraciones a los grandes capitales extranjeros.

La gran mayoría de la población uruguaya poco o nada ha oído ni leído sobre estos Tratados de Libre Comercio. Y lo poco que habrá leído u oído le habrá parecido que es un tema que debería favorecer al país, pues un tratado con este título seguro que aumentará el comercio entre los dos lados del Atlántico Norte, o el Pacifico y con ello la actividad económica y la creación de empleo.

Todo esto es fomentado y avalado por los medios de información y persuasión, en manos de grandes grupos financieros y empresariales, o bajo el control de opciones políticas próximas a estos intereses, seguros de que proveerán las cajas de resonancia para que el lector, el oyente y el televidente de tales medios saque esta percepción de dichos tratados.

Además, hoy es normal encontrarnos con afirmaciones provenientes de distintos ámbitos de las ciencias sociales, que actúan como los nuevos referentes de la vida política y social en nuestros países, creando un manto adulador donde surgen los mecanismos de explicación psicológica.

Éstos nos indican que la felicidad completa, es decir el placer y la eliminación del sufrimiento terrenal, se manifiesta cuando participamos de los beneficios derivados del progreso de la dinámica mundializadora, y quedarnos afuera de la misma es no comprender la dinámica mundial, o sea no entender nada, lo que es propio de retrógrados o viejos pensadores marxistas.

Los mecanismos de la dependencia legalizada de América Latina

La formación de estos acuerdos de Libre Comercio no es más que un instrumento que busca apalancar el control hegemónico de los grandes centros de poder de la globalización y apropiarse de las fuentes excedentes de las actividades primarias de América Latina.

Por medio de este acuerdo EEUU pretende institucionalizar los instrumentos de control de corte policíaco y militar en la región; acentuar el saqueo de los recursos naturales del continente, regulando de manera racista los flujos de migración; extender el libre flujo de capitales, impidiendo el libre mercado laboral; destruir la incipiente cadena industrial y productiva de los países, privatizar el petróleo, el agua y la biodiversidad; mantener el control de la inversión científica de la región, entre muchas otras cosas

Con este tipo de acuerdo -e independientemente del nombre que lo sustente- se pretende dar a las compañías multinacionales y a los bancos un acceso incontrolado a los mercados, las materias primas y a la mano de obra.

En síntesis, estas áreas de libre comercio, que de libre no tienen nada, lejos de impulsar el desarrollo de los países latinoamericanos, representan un asalto a su economía. Debido a los tantos compromisos que los gobiernos de América Latina tienen con EEUU, usualmente se siguen de manera servil sus posiciones en los foros internacionales,

Así se le proporciona fuerzas militares nominales para sus excursiones intervencionistas, y sse uministr una hoja de parra para lo que en realidad son acciones unilaterales, muchas veces con la complicidad de Naciones Unidas o en la nebulosa de la comunidad internacional del “mundo libre”. No es casualidad que el terreno de las conflagraciones armadas es en aquellas naciones que desbordan de materias primas.

Por eso debemos estar muy atentos a la recolonización de América Latina y el Caribe que es un objetivo estratégico para Estados Unidos y sus socios europeos que cuentan para ello con los exacerbados mecanismos de dominio y superexplotación económica que proponen estos mecanismos de inserción.

Con la creciente e intensa militarización regional; y con el omnipresente poder del Fondo Monetario Internacional (FI) y del Banco Mundial, y la Organización Mundial del Comercio (OMC), agentes del interés imperial sobre la multitud de países entrampados por la deuda externa.

Detrás de cualquiera de esos proyectos de dominación está el afán de apropiarse y controlar en el máximo grado los potenciales energéticos del continente. En América Latina y el Caribe se localiza el 11 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y se produce cerca del 15 por ciento del crudo que se extrae en el planeta.

Tampoco hay que olvidar que América Latina cuenta con cerca del seis por ciento de las reservas internacionales de gas natural, grandes reservas de carbón mineral –suficientes para unos 288 años de explotación– y abundantes recursos hidro-energéticos, calculados en más del 20 por ciento del potencial mundial.

Parecería poco, si se la compara con el Medio Oriente, donde se ubican dos terceras partes de las reservas petroleras mundiales, pero esa es un zona de interés para todos los países industrializados e históricamente conflictiva, mientras el área de América Latina y el Caribe continúa viéndose como el patio trasero de Estados Unidos y su riqueza energética está mucho más cerca geográficamente y es supuestamente más segura.

Por todo lo anterior, el interés por la energía latinoamericana no puede ser menospreciado, porque las menguadas reservas petroleras de EEUU. apenas alcanzarían para pocos años más, y porque es evidente la intención imperial de controlar al mundo a través de la total monopolización de las fuentes energéticas.

Es obvio que uno de los pilares del “área de libre comercio” promovida por EEUU y sus socios, y el gran capital -aunque se oculte en las negociaciones-, es el avance sin límite alguno en la privatización y desregulación de los sectores energéticos, y en el desplazamiento total de los Estados nacionales en el manejo de ese sector.

Frente a los sembradores de tinieblas, la verdad actúa siempre como la luz de la razón, pero no a todos le gusta la luz. Tal vez algunos indicadores económicos o las guerras que producen nos enseñan más sobre las razones irrazonables, locas y forzadas que las retóricas de estos dirigentes.

Es de sospechar que el show mediático bajo la muletilla del corset del Mercosur -que le impide a Uruguay realizar tratados individuales de libre comercio- no tenga mayores consecuencias con nuestros vecinos. Los «soberbios» negocios pretenden distraer de los graves problemas que aquejan al pueblo en general.

* Periodista acreditado en la ONU- Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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