Trump de regreso a la Casa Blanca
Por Pedro Santana Rodríguez*
El triunfo inobjetable de Donald Trump tanto en el colegio electoral como en el voto popular, así como en el Senado de la República -y solo resta saber si también logrará elegir a la mayoría de la Cámara de Representantes- marca de nuevo el triunfo de la derecha más radical como ya había ocurrido en el año 2016 en la primera victoria de Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos
Nuevamente los trabajadores víctimas del proceso de desindustrialización y de la migración de las industrias fuera de los Estados Unidos votan por la promesa de Trump de reindustrializar el país, que por cierto no hizo en su primera presidencia. La globalización neoliberal impulsada por ambos partidos ha sido abandonada en los últimos ocho años por los republicanos al mando omnímodo de Trump. Esa desindustrialización ha restado el apoyo de la clase trabajadora a los demócratas que han perdido uno de los bastiones que tuvieron desde los años treinta del siglo XX. La pérdida de la participación en los ingresos de los trabajadores en el Producto Interno Bruto y la excesiva concentración de la riqueza, así como el aumento de la precariedad laboral y la pobreza han pasado factura principalmente a los demócratas pese a que Trump con sus políticas desde el gobierno alimento más que los demócratas esa concentración de la riqueza al rebajar las tasas impositivas a los mil millonarios. La reindustrialización ha dicho Trump en la campaña se hará imponiendo aranceles generalizados del 20% a todos los productos importados y reduciendo las tasas impositivas a quienes decidan localizar sus plantas de producción en suelo norteamericano. Anuncia que esas tasas impositivas podrían ser mayores para los productos de origen chino. ¿Cómo controlará la inflación por el crecimiento de los precios de los productos importados? ¿Y el déficit fiscal que ya es enorme? Sobre eso nada dijo en la campaña.
Las promesas incumplidas de los demócratas de mejorar las condiciones de vida de la población durante los cuatro años de Biden al mantener en sus rasgos fundamentales el modelo neoliberal globalista aunado al guerrerismo abriendo la guerra de Ucrania al incumplir los tratados del año 2014, el tratado de Minsk, que garantizaba que Ucrania no ingresaría a la OTAN y mantendría una neutralidad frente a la Federación Rusa, empujaron a Putin a la invasión de Ucrania. La promesa de Trump de acabar con esa guerra en 24 horas y de no propiciar más guerras así haya sido una promesa electoral caló en el electorado norteamericano. Pero no debe olvidarse que frente al genocidio del pueblo Palestino el apoyo es bipartidista. Recordemos que Trump siendo presidente apoyo al régimen de Netanyahu para el traslado y la designación de Jerusalén como la capital de Israel. En el apoyo al genocidio contra el pueblo de Palestina no había en la campaña presidencial mayores diferencias. Ya veremos en que para la promesa de acabar con la guerra en Ucrania cuando la segunda industria más poderosa de los Estados Unidos es precisamente la industria militar armamentista.
El otro gran factor que contribuyó a la derrota de los demócratas es el tema de la migración a los Estados Unidos. Nuevamente Trump insiste en la construcción del muro en la frontera con México y promete la expulsión de millones de migrantes que viven ilegalmente, a quienes califica de dañar la sangre de los estadounidenses y de ser la causa de la criminalidad y el desasosiego en la vida de la sociedad norteamericana. Racismo puro. Anuncia mano dura contra México que de hecho y gracias al tratado de libre comercio se ha convertido en el primer socio comercial de los Estados Unidos, pero Trump acusa a México de ser permisivo con las vías de entrada de los migrantes ilegales. Se avizoran confrontaciones con el gobierno mexicano de Claudia Sheinbaum y otra posible negociación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá.
Los demócratas que no han hecho más que respaldar el modelo globalista neoliberal y que desde el aparato partidario derrotaron el cambio drástico de orientación política del partido que proponía Bernie Sanders en la campaña electoral de 2016, bloquearon la conexión profunda con la base obrera y popular que representaba esta tendencia en el partido. Con ello bloquearon el cambio reformista que les hubiese permitido una reconexión profunda con la sociedad norteamericana en cambio abrazaron como parte esencial de su programa lo que Nancy Fraser llama el neoliberalismo progresista en materia identitaria o sea la reivindicación del aborto, la lucha contra la misoginia y contra todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres, la defensa de los derechos de la población negra, pensando que la defensa de estas reivindicaciones identitarias les garantizaría las mayorías electorales sin ocuparse de los problemas sociales y económicos de las mayorías excluidas. Es obvio que estas reivindicaciones identitarias como los derechos de la población LGTBI+ deben formar parte de una plataforma democrática pero no pueden ser el centro de dicha plataforma.
Con el triunfo de Trump las libertades civiles y la división de poderes sufrirán un retroceso enorme en la sociedad norteamericana, de eso no cabe la menor duda. El racismo, la xenofobia, el desconocimiento de los derechos de las mujeres y de las minorías sexuales serán rasgos distintivos del nuevo gobierno de Trump. Hoy la cultura retardataria y conservadora ya dominan en la Suprema Corte de los Estados Unidos y si Trump logra la mayoría en la Cámara también dominará el Congreso para su proyecto de derechas. Esta es la tendencia que ganó en las elecciones.
Y claro también ganó el negacionismo frente a la crisis ambiental. Trump no cree en el calentamiento global ni en los riesgos causados por el aumento de la temperatura de la corteza terrestre. Ha amenazado con retirar a los EEUU de los tibios e insuficientes acuerdos de la COP de París. En la presidencia y ahora en la campaña recibió entusiasta los millones de dólares provenientes de las empresas petroleras. Otro retroceso en la agenda global.
En relación con América Latina que es para demócratas y republicanos un tema secundario sin embargo y por considerarlo su patio trasero Trump, es lo más probable, mantendrá el bloqueo a Cuba y arreciará la confrontación con el régimen venezolano, intentará imponer a México medidas contra los migrantes y tratará de imponer al gobierno de Colombia medidas contra el narcotráfico en materia de reducción de los cultivos de coca al tiempo que tratará de disminuir los recursos de cooperación. La agenda ambiental tan reivindicada por el presidente Petro tendrá muy pocos avances por el negacionismo de Trump. Es el escenario más probable en las relaciones con América Latina y con Colombia.
* Pedro Santana Rodríguez es Director de la Revista Sur
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