Trump: todo por el poder, todo contra Irán

Trump: todo por el poder, todo contra Irán

Guadi Calvo*. LQS. Febrero 2020

La profunda herida que se le abrió a Irán con el asesinato del general Suleimani, Estados Unidos sabe que no cerrará nunca, por lo que deberá estar atento a esperar más acciones de venganza en su contra

Desde la Convención de La Haya de 1907, quedó establecida en la ley de “Conflictos Armados” ampliamente aceptados por todas las naciones civilizadas firmantes, la “prohibición de asesinar funcionarios del gobierno extranjero fuera del tiempo de guerra”. La decisión del presidente norteamericano Donald Trump, de asesinar al General iraní y comandante de su cuerpo de elite al-Quds, Qassem Suleimani, (Ver: Qassem Suleimani ¿quién detendrá a la muerte?) no solo se llevó por delante esa normativa, sino que inmediatamente Trump se jactó, por twiter de su decisión: “El general Qassem Suleimani que ha asesinado o herido gravemente a miles de estadounidenses durante un largo tiempo, y estaba conspirando para matar a muchos más… ¡pero fue atrapado! Él fue directa e indirectamente responsable de la muerte de millones de personas, incluido el gran número de manifestantes recientemente en Irán” y el párrafo sigue insustancial, y fabulando para justificar lo que a todas luces ha sido un magnicidio fuera de toda razón.

Rápidamente, funcionarios norteamericanos, en el intento de seguir justificando el crimen informaron que el general iraní preparaba de manera inminente una serie de acciones terroristas contra ciudadanos estadounidenses. Más tarde frente a la magnitud del hecho y las críticas que arreciaron sobre Washington, entonces la Casa Blanca cambió su discurso agigantando la magnitud de las operaciones planeadas por Suleimani, hasta que Trump abandonó las justificación, porque no le importaba ya que el nuevo mártir que ha construido para el Islam, tenía un “pasado horrible”. Con lo que se ha dejado en evidencia que mató por antojo, sin ningún atisbo de legalidad y solo para su propio usufructo. En su acción Trump ha procurado generar más elementos que jugaran a su favor para superar un impeachment, que ya tenía encima, y el que acaba de pasar sin ninguna consecuencia y por lo que, ahora, ha lanzado a su reelección que se disputa en noviembre próximo, donde tiene muchísimas posibilidades de conseguir un nuevo mandato.

Además de las cuestiones internas, con esa decisión Trump, pretendía dar un paso más hacia una nueva configuración de Medio Oriente, lo que incluye su plan de paz para Palestina e Israel (Ver: Palestina, hacer de puta y poner la cama), el que ya ha quedado absolutamente descartado. De la influencia de los Estados Unidos, para efectivizar la nueva estrategia de Trump para la región no está exenta la escalada bélica entre Damasco y Ankara, que de fallar la diplomacia de Vladimir Putin, podrían envolverse en una guerra del que el único beneficiado será el propio Donald Trump.

El jueves 6 de febrero, Medio Oriente tuvo un nuevo remezón, cuándo se confirmó oficialmente que otro dron norteamericano destruyó un edificio donde se encontraban un número indeterminado de miembros de al-Qaeda en el este de Yemen, entre los que estaba el yemení Qassem al-Raymi, jefe y uno de los fundadores, de al-Qaeda para la Península Islámica, (AQPA) en 2009, un hombre muy próximo a Ayman al-Zawahiri, líder global de la organización, fundada por Osama bin Laden, en Peshawar, Pakistán en 1988. Algunas fuentes insisten en afirmar que al-Raymi, era el gran candidato para suceder a al-Zawahiri.
Qassem al-Raymi de convertir su facción, más letal y peligrosa de todo al-Qaeda. En 2015 tras los ataques al semanario satírico Charlie Hebdo en Paris, se conoció que Saïd Kouachi, quien junto a su hermano, Chérif, ejecutaron esa acción, había recibido entrenamiento en Yemen.
Qassem al-Raymi de 41 años, era uno de los pocos emires de la organización cuyos antecedentes son anteriores a los ataques de septiembre de 2001, habiendo recibido su bautismo de fuego, siendo muy joven, en Afganistán.
La ejecución de al-Raymi, podría considerarse una venganza por el ataque, el pasado 10 de diciembre en la Base Aérea Naval de Pensacola, Florida, del que al-Raymi, se atribuyó la planificación, en el que un cadete de origen saudita de la escuela de aviación, abrió fuego contra un grupo de militares que participaban de una clase de mecánica, matando a cuatro marineros estadounidenses e hiriendo a otros ocho, antes de ser ejecutado por la policía.
La acción en la base de Pensacola, derivó en la expulsión de 21 cadetes sauditas, a los que se detectó en sus redes sociales tener inclinaciones fundamentalistas y antinorteamericanas, y cierta predilección por visitar páginas de pornografía infantil.
Una vez confirmada la ejecución del jefe de AQPA, Trump declaró lo obvio: “Estados Unidos y sus aliados están más seguros como resultado de su muerte. Continuaremos protegiendo al pueblo estadounidense rastreando y eliminando a los terroristas que buscan hacernos daño”

Otra guerra en Afganistán

La profunda herida que se le abrió a Irán con el asesinato del general Suleimani, Estados Unidos sabe que no cerrará nunca, por lo que deberá estar atento a esperar más acciones de venganza en su contra, las que pueden provocar el suficiente daño como para que las elecciones de noviembre no sean un paseo triunfal del actual presidente. Quizás sea Afganistán el mejor escenario para ello, (Ver: Afganistán, un espacio neutral para la guerra iraní-estadounidense) por lo que a partir de ahora en Afganistán, que tiene una frontera de casi mil kilómetros con Irán y por donde se pueden filtrar cientos de comando de Teherán para golpear a las diferentes unidades de los Estados Unidos localizadas en territorio afgano y, bien retirarse a su frontera o disimularse no solo utilizando lo abrupto del territorio del país, o bien utilizando las cobertura que le pueden brindar el talibán, con quienes más allá de los abismos religiosos y éticos que los separan obligados por la agobiante presencia norteamericana, los rigoristas afganos y los militares iraníes, debieron generar algún tipo de alianza, olvidando que en la década de los noventa Teherán estuvo al borde de iniciar una guerra con el régimen talibán por sus ataques a la comunidad chiíta. Hoy esa alianza, sin duda se ha conjurado dando como resultado el ataque que provocó la caída del avión de la CIA en el que viajaba nada menos que Michael D´Andrea, jefe de la sección “Irán” de la compañía y estratega del asesinato de general Qassem Suleimani (Ver: Suleimani, un oscuro día de justicia)

En vista de que las operación contra los 13 mil militares norteamericanos que todavía quedan en Afganistán, sin contar los pelotones de la CIA y los contratistas (mercenarios) de firmas privadas, puede ser muy posible que el secretario de Estado Mike Pompeo advirtió a Teherán y al talibán, sobre lo negativo que podría resultar para los muyahidines herederos del mullah Omar, esa alianza en vista de las conversaciones de paz, que tras el abrupto corte de Trump en septiembre de 2019, se están retomando. Ahora sí, tras la torpeza de haber asesinado a Soleimani, la retirada de los Estados Unidos, se hace más difícil, para no dejar campo libre a la influencia iraní.

Aunque no es un secreto para nadie que Irán hace años inició un proceso de seducción para conseguir que el talibán se mantenga operando contra la presencia norteamericana, hoy el gobierno de los ayatolas, está más afianzado que nunca en Afganistán, con importantes contingentes militares como las liwas (brigadas) Shim Fatemiyoun (internacional islámica) conformada por miembros de la comunidad afgana chiíta Hazara, retornados a Afganistán recientemente tras luchar junto al gobierno sirio y el Hezbollah libanes contra el Daesh y al-Qaeda y la que formaciones de Baba Alí Mazari, que desde los tiempos de la guerra antisoviética, más allá de que su líder haya muerto en 1995, continúa su lucha contra los Estados Unidos, junto a otras comandancias de la fuerza al-Quds, como la Dirección 06 o el Komitey-e Omour-e Vizheh, (Comité Conjunto para Operaciones Especiales (JSCO)), quienes habrían ayudado a formar el cuerpo de élite talibán conocido como Sara Kheta (Unidad Roja) que, según fuentes norteamericanas, habrían provisto de rifles de francotirador, rifles guiados por láser, anteojos de visión nocturna, pequeños drones de vigilancia y equipos de comunicación
Un panorama que parece iniciar una nueva guerra en Afganistán de la que sólo es responsable la sevicia de Donald Trump dispuesto a todo por el poder, todo contra Irán.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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