Tu árbol vecino en Monte Perdido
Poco a poco se iba vislumbrando la España por antonomasia Republicana y Libertaria a la vista sur del macizo del Monte Perdido, macizo calcáreo más alto de Europa, con una altitud de 3.355 metros sobre el nivel del mar, al norte de mi amada provincia de Huesca, dentro de la vertiente sur del pirineo occidental, y Circo de Soaso desde la parte final de la Senda de Cazadores, recordando con añoranza los tres grandes libros de nuestra literatura – El Libro de Buen Amor, la Celestina y El Quijote- que esperaba todavía estuviesen en el aparador donde les dejé al tener que huir precipitadamente al exilio francés con mi madre y otra hermana. Los tres libros se me abrieron de par en par al ver con lágrimas en los ojos Las Tres Sorores o Treserols compuesto por el Cilindro, Monte Perdido y Añisclo, abundantemente salpicados de mis recuerdos como la nieve.
Es evidente que ninguna de las regiones de Iberia puede ser comparada con la de Aragón en cuanto que su situación revolucionaria no tuvo precedente histórico, a no ser Kronstadt en 1921 (1). La situación que se desarrolló en tierras aragonesas con la colectivización de las tierras y el paso de las columnas procedentes de Cataluña y Valencia hizo que las milicias obreras se hicieran con el poder implantando una revolución social que no destruyendo el Estado republicano – he ahí su error-, sí ocupó el vació de poder que la rebelión militar había provocado.
“Detrás de usted, madre”, vi escrito en una piedra de letras grandes al pie del Circo de Gavarnie, otro impresionante circo glaciar que en su cabecera tiene la cascada más alta de Europa. Yo soy Daniela, y mi madre se llamaba Baldomera. Ella me iba diciendo, para distraer nuestra pena y trágica alegría, de vuelta a casa – ¡qué lejos todavía¡-, a Ontiñena, comarca del bajo Cinca al pie del río Alcanadre, “que ninguna de las lenguas modernas puede ser comparada con la española en cuanto a refranes, en la que éstos han recibido numerosos nombres: retraire y retraer, verbo, fabla y fablilla, viesso(verso), escritura, paraula, (parábola), y palabra (dicho),
Caminando, conseguí agacharme y recoger unas hojas volanderas en las que en coplillas de ciego hablaba de una mujer de 29 años, montañera vecina de Tarrasa, ¡ay el destino¡, donde yo me iría a servir más tarde una vez que volvimos al pueblo, fallecida este domingo tras perder el equilibrio en un paso de cuerda en la subida de Monte Perdido por Punta Escaleras, en el término municipal de Fanlo, precipitándose por una pendiente de nieve de entre unos 300 y 400 metros.
Esta lectura me recordó a mi hermano Ángel, a quien adoraba, y que dicen que cual combatiente disperso, desapareció en la Bolsa de Bielsa, simbolizando tenaz resistencia republicana, que nunca llegó a formar parte de la 43 División porque cayó antes, y que me hablaba del Consejo Regional de Defensa de Aragón, dominado por los cenetistas , que había proclamado el comunismo libertario, creando envidia y mala baba al inquietado gobierno central, gobierno catalán, a los comunistas, socialistas y republicanos. Otro hermano, Blas, en el episodio de La Bolsa, había escapado al bando nacional, sin saberlo.
Es primavera, cuando las marmotas terminan su hibernación con la fusión de las nieves y llenan las montañas de vida. El ruido que emiten es fuerte y agudo, y se oye mucho, más que verlas, y lo hacen para avisar a sus compañeras de algún peligro, Viven en grupos y se pasan gran parte del año hibernando, esperando el deshielo para poder salir a comer la hierba. Pude ver sus madrigueras bajo las piedras.
Aquí, delante de este paisaje, fauna y flora, cómo me hubiese gustado, en este momento, quemar “el Cornelio”, ese muñeco de carnaval, que es quemado el último día, para ahuyentar todos los males y desgracias que nos había hecho “pasar las de Caín”, producido y engendrado en el nuevo Cornelio de tiro en la nuca y paredón, que dominaba la España de garrote vil y espada mora.
Qué gran paisaje el nuestro, que espectaculares panorámicas y demás. El boj, los avellanos, Con este se hacen los palos para caminar andando los lagos, el Valle de Pineta a la vereda de Jaca junto al Río Real. Y admirar el sarrio, marmotas, las ovejas y las cabras sueltas con ayuda de algún perro, comiendo ellas solas. Los conejos, las gallinas que mi madre criaba para alimentación propia o alguna vez para la venta.
Aragón, pleno de sentido y belleza difundido como consecuencia de sus dos propiedades fundamentales: la permanencia y la generalidad, organismo vivo, y ,como tal, nace, crece, se reproduce y muere. Ahora tocaba amoldarse al tiempo, a la dura posguerra, la reconstrucción de los pueblos, de nuestras vidas y nuestras casas, en un contexto de pobreza y miseria, de implacable represión avalada con valores y costumbres de dictadura religioso- militar, cristianofascista, garrote vil y represión.
Cómo ansiaba volver a casa. Vivir el carnaval de Bielsa, encontrarme con las “trangas” esos jóvenes ataviados con faldas y camisas de cuadros, que simbolizan la fertilidad. Su espalda está cubierta por piel de carnero, y su cabeza por una gran cornamenta. Llevan la cara pintada de negro, y sus dientes se confeccionan con patata, portando un cencerro a la cintura. Empuñan un palo –falo- con el que golpean el suelo para incitar el brote de las semillas.
Y yo, como “madama”, joven soltera, con indumentaria de pureza, compuesta por blusa y falda blanca, cintas de varios colores, esperando la tarde cuando mi “tranga” venga a buscarme a casa y llevarme a la plaza donde comenzará el baile. Y por los cuatro valles de extraordinaria belleza: Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta , ver que me esperan el “amontato”- vieja de cartón que soporta sobre sus espaldas una figura masculina- “Como siempre, pensé: la mujer aguantando al macho hasta que la vida les separe. Maldición de la fe, ¡vaya asco¡” El “caballe”-hombre sobre un caballo de cartón- los generales. Los “goluchos”, las “garretes” o domadores, hombres vestidos de varios colores que simulan la caza del “onso”, hombre vestido de oso.
El primer encuentro con la casa familiar después de un año largo, fue de alegría contenida por la pena y el odio. Alegría de volver al pueblo, dolor por las condiciones en que estaba el edificio. Antes de la huída hacia el “Camino de Las Pardas”, antiguo paso fronterizo entre Aragón y Francia, uno de tantos, utilizado para el estraperlo y la salida nuestra, en el fondo del río Real, mi madre había preparado la Matacía, esa fiesta de matar el cerdo, que suponía un reposte que debía durar todo el año. Nuestro primer deseo, y por el hambre que nos guiaba, fue ir a ver si la “saladera”, que es una vacía muy grande donde se ponen las espaldas y las piernas del cerdo con la sal, y para rellenar los huecos que generan esas piezas tan grandes, se ponen pedazos de huesos, patas, orejas, estaba intacta, y lo que encontramos es que se habían cagado en ella con mala leche y orines hasta los bordes y su alrededor. Las gallinas y los conejos habían desaparecido, los campos quedaron vacíos, todas las pertenencias robadas o destruidas y quemadas, como Gistaín, Plan, San Juan de Plan, Gavín, absolutamente destruidos, pasto de las llamas de unos durante su retirada y de los bombardeos indiscriminados de otros.
En las paredes habían escrito “ El Pueblo en Armas” (2);” La propiedad es un robo· (3) “Arriba España”. Todas estas consignas rayadas.
Mi hermana Guadalupe y yo nos abrazamos a nuestra madre y lloramos. Nuestra madre, valiente donde las haya y más madre que ninguna, para consolarnos, nos dijo:
-Hijas, a nuestra barba nunca llegó cristiano ni moro. Vosotras sois todo lo que más quiero, y pronto os haré unas micolas. (4)
Notas:
(1) Kronstadt 1921. Paul Avrich
(2) Durruti: El Pueblo en Armas, Abel Paz
(3) La propiedad es un robo, Pierre Joseph Proudhon
(4) Micolas. Ingredientes: 1kg de harina, 250 ml de agua, sal, y para la cocción: un hueso de jamón, un jarrete, jamón, ajo y aceite de oliva.