Turismo responsable: una visión homeostática

Turismo responsable: una visión homeostática

El turismo está lejos de ser una actividad “blanca o blanda”. Ella causa impactos directos en todos los sectores de la economía y muchos más impactos imprevisibles en la cultura y costumbres de un pueblo. Sea cuál sea su modalidad, o el nombre que deseemos ponerle (ecoturismo, turismo sostenible o turismo ambiental) es una actividad que requiere preparación, visión y disciplina para evaluar su función en la sociedad.

Es en estos momentos de globalización y crisis económica a nivel mundial, que países como Brasil parecen rendirse a los encantos de actividades económicas que puedan crear “fácilmente” considerables flujos inversionistas e inyectar dinero “fuerte” en sus economías nacionales. En el caso brasileño la situación es paradójica, pues no es un país pobre (octava economía del mundo) y está apenas entendiendo el juego del turismo como una importante alternativa a sus problemas, teniendo estos un fundamento social y no meramente económico. Su tamaño continental, su biodiversidad, la calidad de su pueblo y las contradicciones históricas entre riqueza fácil y diferencia de clases, nos obligará a pensar, más tarde o más temprano, en un tipo de desarrollo económico donde el turismo no se desvíe en sus más diversas opciones, semánticas o estrategias unilaterales, sino que por el contrario, asuma su papel integrador, regulador y estimulador de procesos. Solo así podrá establecerse, en parte, un equilibrio homeostático en todos los sectores de la vida activa nacional, en todos los niveles jerárquicos administrativos y protegerá lo que el autor ha llamado “la gallina de los huevos de oro”, léase, patrimonio natural y cultural del país.

El turismo está lejos de ser una actividad “blanca o blanda”. Análisis ligeros, fundamentados apenas en números de empleos, rentabilidad de los negocios e incremento en el PIB nacional o local es, por lo menos, una superficialidad. El turismo debe ser un proceso planificado desde sus principios y obligatoriamente tiene que ser democrático, para que todos los actores que lo promueven, lo implantan y se benefician de él, puedan actuar sin polarizar las decisiones que puedan colocar en riesgo las cualidades que lo llevaron a establecerse.

En este artículo, el autor trata de exponer, sin miedo, las debilidades de una actividad económica que agita la economía mundial, al mismo tiempo que llama a la reflexión de los que forman opinión y toman decisiones al respecto del turismo en Brasil y, porqué no, en Latinoamérica. Convoca a todos los especialistas para la implantación de una visión equilibrada y autorregulada de un turismo que pueda calificarse de RESPONSABLE.

El cuadro de la presión

Nunca un país estuvo en tanta evidencia como nuestro gigante país suramericano. Y el caso es que esa evidencia tiene que ver hoy con el poder de influencia que Brasil tiene en las principales arenas de discusión mundial: recursos naturales; bosques tropicales; reservas minerales; pobreza e injusticia social; conflictos indigenistas; biodiversidad; integración económica continental; deuda externa; liberalismo y así, tantas otras áreas conflictivas y delicadas.

Su poderosa y frágil situación económica, su injustificable deuda social, su impresionante variedad ecológica y sus inmensurables potencialidades culturales, hacen de Brasil un perfecto lugar para ensayos globalizantes y centro de transformaciones en el área de la economía mundial y la geopolítica latinoamericana. Su poder es tan considerable que se cree que no hay interés en que “el gigante adormecido” despierte de su ya demorado descanso. Su papel como líder en un nuevo orden mundial se espera que continúe siendo obstruido y demorado a cualquier costo.

Dentro de este panorama, el cual no podrá ser descrito en detalles en este documento, el turismo viene a proponer una alternativa de desarrollo social y económico, como actividad que despunta como la más intensa y lucrativa de todas las actividades humanas. Casi 600 millones de turistas se espera que salgan de sus casas en busca del placer de conocer personalmente lo que está a disposición por los más variados medios de comunicación. Ni internet podrá sustituir el placer de un viaje a un lugar desconocido, la aventura de una noche al aire libre o el degustar de una comida típica, siempre exótica para el que sale de casa. Este movimiento de personas deberá hacer girar trillones de dólares en los próximos cinco años, generando una ilusión de riqueza que nos hace pensar en un mundo mejor. La pregunta mágica es: ¿mejor para quién?

A todas esas tendencias se une una preocupación mundial por las cuestiones ambientales, las cuales no solamente ponen en jaque los sistemas nacionales, sino que también comprometen el equilibrio mundial. De esta manera, el turismo también pasa por esta reconsideración y expande conceptos ecológicos en sus programas. Es cuando nace la necesidad de orientar esa actividad globalizante, unificadora de hombres y naciones, para una convivencia con los sistemas naturales que sustentan los propios recursos turísticos. Es dentro de este cuadro de presión que diversos conceptos son utilizados para avisar, primero, que hay un mercado sensible a las cuestiones mundiales de supervivencia y que están dispuestos a abrir mano de su confort y su economía, en nombre del civismo ecológico. Por lo menos es lo que se espera que suceda con 1/3 de los 600 millones de turistas. Por otro lado, esos conceptos tratan de atraer nuevos clientes al usufructo de actividades no convencionales (pero tan antiguas como el propio turismo convencional) tratando de imponer una nueva ética del turismo.

Orientado por estos propósitos y dentro de ese cuadro de presión nacional y mundial, se está tratando de diferenciar el turismo convencional imperante en el mundo entero, de ese nuevo estilo de turismo que intenta sensibilizar al ser humano sobre valores intangibles de un paisaje intacto, de seres vivos desconocidos, de una aventura al aire libre, lejos de los hoteles y de una vuelta a los orígenes del hombre y sus primeras civilizaciones. Turismo rural, ecoturismo, turismo sostenible, turismo ambiental, turismo de aventura, turismo de naturaleza, son todos nombres con que conocemos esa inquietud de establecer nexos sensatos entre las capacidades de resistencia de ecosistemas y estructuras sociales por un lado, y la lucrativa actividad turística que continuará su inevitable crecimiento como actividad económica. El objetivo de este trabajo, entonces, será el de analizar la situación dicotómica creada por esta tendencia y proponer una solución definitiva a este conflicto semántico-filosófico que, antes que ayudar, puede complicar el escenario nacional, haciéndonos perder el control sobre la noble actividad llamada turismo. Al final, este encuentro se fundamenta en el entendimiento de la compleja sinergia que produce la igualmente compleja actividad económica llamada turismo.

Un terremoto llamado turismo

Como actividad económica, el turismo es un verdadero “cataclismo” gerencial. Además de estar compuesto por elementos bien definidos que permiten que las personas salgan de sus casas para poder vivir nuevas experiencias en lugares ajenos a su rutina y armado de un espíritu de la mayor libertad personal, pues solo se hace turismo si es de libre y espontánea voluntad, el turismo se relaciona con casi todos los sectores humanos y requiere la atención de casi todas las instituciones. En ese sentido, es muy parecido a la causa ambiental: cruza transversalmente todos los sectores. Analicemos esto examinando el cuadro nº 1.

Cuadro nº 1. RELACIONES DEL TURISMO POR SECTOR Y SUS CONSECUENCIAS

ELEMENTO SECTOR CONSECUENCIAS
Producto Turístico – Geografía local, regional y nacional
– Visión de la comunidad
– Planificación general
– Estudios de factibilidad
– Valorización
– Depreciación
– Mercado inmobiliario
– Mudanzas de visión
– Movilización popular
– Organización en niveles oficiales
Inversiones – Empresarios
– Comerciantes
– Institutos bancarios
– Políticas financieras
– Infraestructura física
– Capacitación
– Servicios públicos
– Capitalización
– Concentración
– Estratificación social
– Empleo
– Diversificación económica
– Lobbies
– Incentivos fiscales
– Incremento de los servicios
– Población
Divulgación / Marketing – Publicitarios
– Industria gráfica
– Empresarios
– Agencias de viajes
– Medios de comunicación
– Escuelas / Comunidades
– Población fluctuante
– Empleo
– Autoestima
– Organización comunitaria
– Congestionamiento de servicios
– Influencia social y cultural
Administración/gestión de la oferta – Industria de la construcción
– Centros de capacitación
– Producción agrícola
– Tecnología
– Comercio y prestación de servicios
– Servicios públicos
– Planificación urbana
– Aspectos culturales
– Impactos ambientales
– Aumento de residuos
– Congestionamiento
– Aumento poblacional
– Impactos culturales
– Aumento de servicios
– Niveles de empleo
– Aumento de renta local
– Impactos regionales
Evaluación y Replanificación – Todos los sectores – Reformulación de objetivos, productos, metas y redireccionamiento de actividades

Como puede verse, la actividad turística, dividida en tantos elementos como se quiera, afecta un infinito número de sectores o áreas relacionadas con el quehacer humano. Organizaciones públicas y privadas, políticas locales, estatales o nacionales, economía, tradiciones, cultura local, geografía regional, sistemas naturales, industria y comercio, impuestos, propiedad pública y/o privada, en fin, un ilimitado número de áreas que, afectadas positiva o negativamente por esta actividad económica en todas sus etapas, influencian la vida de una localidad o región, aumentando o disminuyendo las perspectivas de las poblaciones y comunidades a ella relacionada, directa o indirectamente. Prácticamente es una verdadera revolución que altera, más rápido que lentamente, las estructuras sociales de una comunidad.

Por el otro lado, sus consecuencias muestran el cuidado que debe tenerse al desear establecer una actividad tan influyente como esa, exigiendo una profunda meditación de cómo conducir el proceso. Y cuando se habla de esto, no se trata de escoger la vía turística como salvadora de situaciones y contraponerla a las más diversas dificultades presentes vividas por las diversas comunidades, o escoger aquel tipo de turismo que cause menos impacto. Trátase de aprovechar esa transversalidad que el turismo produce, para colocar la casa en orden y hacer de ésta un MEDIO de crecimiento y desarrollo, en lugar de convertirla en actividad FIN, la cual ciertamente dejará espacios y lagunas difíciles de llenar cuando el proceso esté en rodaje.
Por eso, el autor cree vehementemente, que la salida es concienciarse del poder que tiene el turismo como herramienta de desarrollo, para que en su nombre se puedan organizar las comunidades, preparar sus ciudades y crear el equilibrio necesario para poder resistir a los impactos que ella irremediablemente trae. Fundamentado en estas necesidades, se propone eliminar de una vez por todas, la dicotomía producida por tantos vocablos que han querido, aunque con las mejores intenciones, diferenciar el turismo convencional de cualquier otro tipo de turismo, en el afán de buscar una mejor relación con los factores que afecta. ¿Y cómo resolver esa dicotomía?

Turismo responsable: un concepto conciliador

Esta propuesta se lanza precisamente, en un evento donde centenas de especialistas se reúnen para evaluar el papel de la ecología en el turismo. Uno de los objetivos de este Encuentro es revisar conceptos que puedan auxiliar en la implantación de un programa nacional turístico, que no solamente traiga las bondades que se conocen del turismo en el mundo, sino que evite sus impactos, se adapte a nuestras condiciones tropicales y que le de alternativas al mundo para construir a través del turismo, las bases para la paz y el desarrollo sostenido que se ha discutido a niveles internacionales, desde el Congreso de Vancouver en 1988 (Delgado, 1988).

Es posición del autor aquí y ha sido en varios de sus trabajos al respecto de turismo en relación con la naturaleza, que existe una enorme responsabilidad en querer explotar lo que resta de naturaleza intacta, después de haber presenciado la destrucción de las costas marinas del mundo y de haber presenciado millares de casos en que los valores locales de las comunidades receptoras se han visto “atropelladas”, literalmente, por los efectos de un turismo económicamente orientado. (Delgado, 1983; 1984; 1988; 1989; 1997.)

Aún hoy en día, con el tan popular y divulgado ECOTURISMO, tratamos de esconder un poco el temor que nos da comparar lo que deseamos para el desarrollo del turismo en nuestro país, con el tipo de turismo que se desarrolló en las décadas anteriores y el cuál no consiguió disminuir los problemas mundiales de pobreza, distribución de renta y “apartheid” social.

Por un lado el turismo es apuntado como la actividad más rentable de la historia económica del planeta. Se habla fácilmente del movimiento de varios trillones de dólares; 200 millones de empleos y demás estadísticas de impresionar a cualquier capitalista. Pero por el otro lado, no se habla mucho del tipo de turismo que necesitamos y a quién debe beneficiar. En ese mar de contradicciones, aparecen vocablos como el de turismo de aventura, ecológico, sostenible, ambiental, de bajo impacto y un sin fin de otras denominaciones, que intentan escapar a los referenciales ya condenados del turismo convencional. Hasta el propio autor, en su afán de ayudar en la discusión y oponiéndose en parte a la definición adoptada por la EMBRATUR, ha publicado en diversas ocasiones su propio concepto de ecoturismo, quedando así definido: “Actividad espontánea o previamente planificada, que consiste en la visita, aprecio y uso de un espacio natural o cultural, donde las partes relacionadas se respetan, beneficiándose mutuamente y manteniendo de forma sostenida las condiciones que la impulsaron” . Delgado, 1997.

Entonces, si existe el referencial de cómo no debemos desarrollar el turismo y en su compensación, existe la tendencia creciente de que el contingente de turistas que saldrán de sus casas este año, están interesados en producir el menor impacto, se pregunta: ¿por qué no evaluar la orientación filosófica y genérica de esta actividad, en lugar de buscar subterfugios que retrasan la toma de decisiones al respecto de su implantación?

Es exactamente desde este punto que el autor propone que, cuando se hable de turismo, independientemente de la diferenciación entre sus tipos (rural, ecológico, de aventura, de bajo impacto, culinario, religioso, histórico, etc.) se unifiquen los pensamientos para una única y aceptable actividad económica: TURISMO RESPONSABLE.

Este término está orientado para acabar con las especialidades, con las dicotomías, con la dispersión por parte de los que toman decisiones, de los empresarios, de los técnicos del turismo y de los capacitadores de recursos humanos. Está formulado para ORIENTAR toda y cualquier actividad que se relacione con el turismo, de forma que actúe dentro de los parámetros que necesita un mundo con historia y con problemas cruciales como en el que vive toda la humanidad. Veamos en que se fundamenta esta propuesta.

Fundamentos para el concepto RESPONSABLE

La principal premisa es que por mucho que nos preocupemos con las cuestiones de supervivencia del hombre en el planeta, o por muy fuerte que sean las causas que conducen a esta situación, no hay posibilidades lógicas de seguir creyendo que hay otra alternativa que la de actuar sensatamente en nombre de las leyes que rigen los sistemas naturales. Dentro de ese espíritu, entonces, no puede haber dos tipos de desarrollo económico (el convencional y el sustentable), o dos tipos de educación (el convencional o el ambiental) y mucho menos, dos tipos de turismo: aquel que puede seguir la ruta de la unilateralidad de intereses o el que puede eternizar las condiciones favorables que lo sustentan.

Entre otros argumentos que podemos agregar a esta propuesta, es la significativa influencia que ejerce la actividad turística sobre todos los sectores de la vida humana, ocasionando con ello un complicado enmarañado de relaciones, las cuales reflejan con nitidez la complejidad de los sistemas naturales de los cuales el hombre depende. Como pudo verse en el cuadro nº1, la actividad turística ocasiona, aún sin visión planificada de sus efectos, una serie inmensurable de transformaciones en todos los niveles de la sociedad, convirtiéndola en elemento fundamental para la definición de esquemas de desarrollo local y regional.

De esta manera, si el turismo es una actividad compleja y ella debe respetar los sistemas que la sustentan, entonces no podemos someternos a clasificar el turismo como si fuesen actividades diferentes, pues sería lo mismo que justificar aquellas actividades que siembran el caos entre la sociedad atrás de beneficios momentáneos y aceptar que pueden admitirse actividades que debiliten la capacidad de respuestas de aquellos sistemas.

Por eso, el autor plantea la necesidad de que todos los tipos de turismo que hoy parecen estudiarse, desarrollarse e expandirse por separado en el territorio nacional, actúen sobre un único techo o guardasol bajo el concepto de TURISMO RESPONSABLE. Esto permitirá que todos los que se dediquen a esta actividad, sin importar el tipo de oferta que hagan a sus clientes, o indiferente al tipo de desarrollo que imponga, mantengan presente los requisitos mínimos de universalidad HOMEOSTÁTICA, tan necesaria para corregir el rumbo que el hombre le ha impuesto al planeta.

Es por eso que el concepto de Ecoturismo propuesto por el autor en la sección anterior, podría muy bien definir lo que proponemos como TURISMO RESPONSABLE, concepto este que no sería privilegio de aquellos que desean aproximarse a la naturaleza realizando todo tipo de actividad al aire libre, mas que se ampliaría para todos aquellos proyectos turísticos a ser desarrollados en el país, sin distinción de su producto, pues en todos los casos, tendría los mismos objetivos: traer beneficios democráticamente, ser permanente, equilibrado y respetuoso.

Criterios para la universalidad homeostática

Iniciaremos citando a Ruschmann (1992) cuando afirma que “encontrar el equilibrio entre los intereses económicos que el turismo estimula y un desarrollo de la actividad que preserve el medio ambiente no es tarea fácil, principalmente porque su control depende de criterios y valores subjetivos y de una política ambiental y turística adecuada”. Procediendo de este pensamiento se puede decir que, así como un producto turístico ofrecido dentro de un marco referencial ecológico no necesariamente se encuadra dentro de un marco referencial de RESPONSABILIDAD, no todo producto turístico denominado convencional traduce IRRESPONSABILIDAD con alguno de sus factores, sean estos ambientales, sociales, políticos o culturales. En este sentido, ambos pueden, no solo convivir dentro de un programa turístico regional o local, sino que dentro de sus áreas de influencia, tienen la responsabilidad de ser POSITIVOS al sistema que los creó o los promueve (una geografía exuberante, unas playas paradisíacas o una historia relevante, para dar un ejemplo).

Una actividad turística dentro de lo que se conoce como ECOTURISMO, puede ser tan dañina al ambiente y perjudicar tanto la experiencia de otros turistas, como podría serlo un sector de gran popularidad en una comunidad de pescadores. Ambas deben ser RESPONSABLES. Ya que ambas intentan explotar económicamente los recursos que se disponen en una determinada región o local, dentro de esta visión homeostática, ambas deben considerar sus límites, sus impactos, su influencia y sus mejores oportunidades para defender la calidad del lugar donde se desarrollan. Trátese apenas de ser RESPONSABLES. ¿Pero cómo podemos orientar tal responsabilidad?

Como una forma de iniciar este debate y poder dar un encerramiento a este documento, el autor ofrece a continuación, una serie de criterios y orientaciones para declarar la debida RESPONSABILIDAD a una actividad económica como el turismo, que aparece como alternativa fundamental para las economías latinoamericanas, especialmente porque nos podrá permitir ensayar modelos que integren una nueva forma de relación entre los hombres y entre el hombre y su medio.

1.     Si el turismo busca ofrecer lo mejor al turista, es coherente ofrecérselo primero lo mejor a los que viven en la localidad. Una sociedad debe estar en paz consigo para ofrecerle paz al visitante.

2.    El turismo debe generar beneficios a muchos y no debe perjudicar a nadie, si posible. Los esquemas de implantación deben valorizar al hombre, resaltando la justicia, la equidad y el respeto a la vida y leyes humanas.

3.    Las sociedades o comunidades deben ser preparadas para resistir las influencias del turismo que vengan en su propio daño. Las tradiciones y cultura local, cuando substituidas, no deberán crear desequilibrios irreversibles e involuntarios en esas comunidades.

4.    La Naturaleza no es objeto que tenga que demostrar valor económico para ser apreciada, tiene valor en sí misma y no debe ser usada por algunos pocos en detrimento del interés de muchos o para debilitar las cualidades que la hace atractiva.

5.    Las actividades humanas,todas, cuando culminan en armonía con su entorno y valorizan las culturas locales, son todas un motivo para atraer turistas y visitantes. Cualquier atracción por la miseria humana es apenas una deturpación del sistema económico y no es turismo.

6.    Toda actividad turística puede y debe trabajar en ciclos cerrados, subrayando la eficiencia energética, verticalizando el uso de los recursos locales, reciclando los residuos y considerando las necesidades humanas más nobles y simples.

7.    El turismo no debe ser utilizado para debilitar, desmembrar, sustituir o neutralizar actividades del sector primario, especialmente cuando este sector es fundamental para el propio turismo y la manutención de los valores locales.

8.    El turismo, sobre todas sus manifestaciones debe ser una actividad medio, a través de la cual las demás actividades y estrategias de uso de los recursos naturales, puedan integrarse sin perjudicar sus objetivos también integradores. El turismo, en ese caso, podrá actuar siempre como un agregador de valores y un catalizador de beneficios y de políticas pluralistas.

9.    En el caso de áreas protegidas, el turismo debe entenderse como una actividad secundaria, la cual debe someterse a los objetivos de manejo de cada categoría y nunca al contrario, aún mismo que sean estas áreas las de mayor atracción turística en una localidad o región.

10.  El turismo como actividad económica debe constituirse en una herramienta eficaz para la planificación de las actividades humanas, la valorización de la diversidad cultural, de la conservación de los recursos naturales y del establecimiento de políticas de justicia social, equitatividad económica, descentralizadora de decisiones y de servicios públicos, dentro de las más estrictas reglas democráticas.

A todos los que llegaron hasta aquí en la lectura y apreciación de este documento, resta apenas dejarles el desafío de acrecentar más ítems a este Decálogo y la certeza de que el turismo no puede seguir siendo tratado sectorialmente de acuerdo con sus tipos o especialidades, mas que debe sufrir de un tratamiento genérico, conductor de planes homeostáticos y multiplicador de efectos benéficos a la sociedad. Solo así, se diferenciará de cualquier otra actividad económica dentro de nuestro sistema occidental de vivir.

*Jesús M. Delgado M .
Presidente de la Sociedade Educativa Gaia
SEG. Bauru, SP. Brasil.
Correo-e: jesusd@uol.com.br

BIBLIOGRAFÍA

– DELGADO, Jesús Mª., M. 1983. Los Parques Nacionales y la política turística recomendada. III Congreso Nacional de Conservación. Guanare, Venezuela. 1984. Integración de las áreas naturales al turismo en Venezuela: Consideraciones Generales. Primer Foro Nacional de Turismo. Universidad Simón Bolívar. Caracas. Venezuela. 1988.

– Benefits of Protecting Natural Areas and Their Role on Tourism and Development. First Global Conference on Tourism. Vancouver. Canadá. 1989.

-La responsabilidad brasileña en el sostenimiento del Sistema Global a través del turismo. World Conference on Tourism Development and the Environment. Tenerife, Islas Canarias. España. 1997.

-Considerações Especiais sobre Administração do Turismo Ambiental ou Ecoturismo. Anais do Io Encontro para a Conservação da Natureza. Viçosa, MG. RUSCHMANN, Doris v d M. 1992.

-Turismo Sustentado para Preservação do Patrimônio Ambiental. Turismo em Análise. São Paulo. ECA-USP. V.3 n.1. maio 1992.

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