Un mapa trazado con napalm y fósforo blanco: Sáhara
Guadi Calvo*. LQS. Diciembre 2020
Demasiada riqueza para dejar en manos de un pueblo independiente e insumiso que desde siempre ha luchado por su autodeterminación y no ha tenido empacho por demostrar su afecto a países como Cuba, a donde han viajado cientos de jóvenes saharauis para convertirse en médicos e ingenieros
Marruecos, bajo la cobertura que le brindan Madrid, París, Londres y Washington, continúa su avance para, de una vez y por todas, exterminar la resistencia del pueblo saharaui, que desde hace cuarenta y cinco años busca establecerse con todo derecho como lo que es: la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). (Ver: Sahara Occidental: La guerra más ignorada del mundo.)
Una vez más, dada la complicidad de las grandes potencias y las Naciones Unidas, donde como siempre solo resuenan las voces poderosas, no se han escuchado los reclamos de la RASD, por lo que se vio obligada a decretar el “estado de guerra”, lo que le ha permitido al reino alauita desplegar su atroz muestrario armamentístico, comprado a esas mismas potencias que le dan cobertura, frente a un pueblo que no cuenta con mucho más que su voluntad irreductible.
La nueva realidad del Sahara Occidental ha provocado que miles de jóvenes saharauis nacidos y crecidos en los campamentos del exilio de Tinduf (Argelia), quienes solo han visto la larga guerra que libró su pueblo contra el invasor marroquí, en las cicatrices físicas y espirituales de sus mayores, ha estimulado que se alisten en las filas del Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro o el Polisario a secas, la organización armada de la que nacería la RASD.
A las cinco escuelas militares, una exclusiva para mujeres, del Polisario, han llegado tantos aspirantes, que los campamentos de refugiados han quedado prácticamente vacíos de hombres jóvenes. Desde los campos de entrenamiento donde se están impartiendo clases de estrategia militar y utilización de armas y explosivos, y tácticas para desenvolverse en los territorios plagados de minas antipersonas, que se estima entre siete y diez millones, y que en estos últimos días el ejército real marroquí ha vuelto a resembrar en grandes cantidades. para proteger el muro de 2.700 kilómetros de largo, que se constituyó de hecho en la línea del frente.
El aluvión de voluntarios, ha obligado a las autoridades de las escuelas militares a ordenar detener la llegada de más reclutas, hasta que no termine de formarse las primeras hornadas de nuevos milicianos, ya que todas las instalaciones se han visto desbordadas.
El pasado 13 de noviembre, Marruecos invadió Guerguerat, el sector desmilitarizado junto a la frontera con Mauritania, incendiando las haimas (carpas) y expulsado a saharauis, que pacíficamente resistían al nuevo avasallamiento de sus territorios por parte de Rabat, con lo que intentan proteger la ruta de mercaderías que, desde Marruecos, transitan a Mauritania y desde allí a un vasto sector de África Occidental, en un flagrante acto de guerra que nadie ha censurado. Por lo que no queda otro camino que reactivar el frente de guerra al costo que sea. Frente a la pasividad cómplice de la MINURSO, (Misión Internacional de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental) que es única de su tipo, de todas las que existen, que por sus estatutos tiene prohibido no vigilar el respeto a los Derechos Humanos.
Por lo que no son pocos los nuevos reclutas que incluso han tenido la oportunidad de estudiar y trabajar en España, y de algún modo vivir la vida, que en los campamentos en mitad del desierto les es imposible tener, pero así todo han regresado para alistarse como voluntarios, sabiendo que el famoso referéndum con que Naciones Unidas se comprometió con la Resolución 690 del Consejo de Seguridad del 29 de abril de 1991, en el que la nación saharaui eligiera entre la independencia o la integración con Marruecos, se ha convertido en un espejismo que cuanto más se camina hacia él, más se aleja.
En este marco de confrontación extrema, desde el alto el fuego acordado en 1991, el rey marroquí Mohammed VI, acaba de dar un golpe siniestro a las esperanzas independentistas del pueblo saharaui, y en una transacción puramente mercantilista el jueves, 10 de diciembre, el agente sionista mejor pagado del mundo, Donald Trump, anunció que el enclave sionista en tierras palestinas y el Reino de Marruecos, acordaron establecer relaciones diplomáticas plenas, convirtiéndose en la cuarta nación musulmana, junto a Bahréin, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Sudán, que bajo la presión norteamericana y a espaldas de sus pueblos, han hecho acuerdos de este estilo con los ocupantes de Palestina. En este caso no solo asestan un nuevo golpe a la lucha del pueblo palestino, sino también a la lucha de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) ya que con este acuerdo Mohammed VI, ha conseguido que los Estados Unidos apenas dos días más tarde anunciara que adoptaría un “nuevo mapa oficial” de Marruecos, en el que se incluye los territorios de la RASD, apropiados de manera ilegal por Rabat durante la guerra de quince años que mantuvo con el ejército Polisario.
El olvido y la arena
A pesar de que el acuerdo sionista-alauita es muy difícil que pueda revocarse, ya que el rey tiene la última decisión sobre las cuestiones diplomáticas, dentro del reino surgieron rápidamente voces discordantes, como la de la rama religiosa del co-gobernante partido Movimiento de Unidad y Reforma (MUR), que en un comunicado expresó que la medida era “deplorable” y denunció “los intentos de normalización y la infiltración sionista”. Al tiempo que el proscrito movimiento islámico, Adl Wal Ihssane, (Justicia y Caridad) uno de los grupos políticos más importantes del país, declaró que la normalización era: “una puñalada por la espalda a la causa palestina”. Esta decisión condiciona de manera notoria la seguridad de la comunidad judía en Marruecos, la más grande del norte de África, con cerca de unas tres mil personas, inocentes de las arbitrariedades sionistas y que podrían ser objeto de represalias por alguno de los militantes fundamentalistas locales e independiente de la causa del Polisario, que, siendo musulmanes, siempre se ha desligado de posturas ultramontanas.
Con esta acción el pueblo saharaui ha quedado condenado exactamente al igual que sus hermanos palestinos, y otras tantas naciones que reclaman su derecho a existir, a ser borrados por la arena y el olvido. El mapa de la usurpación marroquí será presentado oficialmente en la embajada de Estados Unidos al rey Mohammed VI en la ciudad de Rabat la capital marroquí.
Los territorios usurpados del Sáhara Occidental, una ex colonia española, a la que el dictador Francisco Franco, poco antes de morir le había otorgado la independencia, decisión que fue ignorada por su heredero, el Rey Juan Carlos, que desde su asunción usufructuó, junto a sus socios marroquíes y norteamericanos, las extraordinarias riquezas del subsuelo saharaui, donde se encuentran los yacimientos de fosfatos más ricos del mundo y de los bancos de pesca de sus costas, también de los más ricos del mundo.
Demasiada riqueza para dejar en manos de un pueblo independiente e insumiso que desde siempre ha luchado por su autodeterminación y no ha tenido empacho por demostrar su afecto a países como Cuba, a donde han viajado cientos de jóvenes saharauis para convertirse en médicos e ingenieros.
El frente Polisario tras conocerse que los Estados Unidos adoptaron el nuevo mapa, anunció que más allá de condenar la decisión del saliente, Donald Trump, aseguró que continuará luchando por la reivindicación de sus territorios. Por otra parte, el primer ministro de Argelia, Abdelaziz Djerad, opinó que “las maniobras apuntan a desestabilizar su país y el deseo de la entidad sionista de acercarse a nuestras fronteras”.
Argelia, que comparte una frontera de casi dos mil kilómetros con el reino alauita, con quien ha tenido históricamente una relación extremadamente tirante, al punto de actuar en muchas oportunidades como el principal operador internacional del Frente Polisario, y albergar en el sur del país el campo de refugiados de Tinduf, donde unos 200 mil saharauis viven y se desarrollaron desde el acuerdo de 1991, donde quedaron tras la frontera trazada a fuerza de napalm y fósforo blanco, armas expresamente prohibidas por diferentes convenios internacionales, las que siguen siendo fabricadas y utilizadas por los Estados Unidos y el ente sionista.
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* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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