Uruguay: la pobreza tiene rostro de niño y niña

Uruguay: la pobreza tiene rostro de niño y niña

Por Nicolás Centurión*.

En Uruguay los niños, niñas y adolescentes son 33% más pobres que los adultos. En el anverso de esta situación, el país figura en los rankings con el Estado de bienestar más desarrollado de la región. Dos caras de una misma moneda que nunca cae del lado de las poblaciones vulneradas

En un conversatorio convocado por la fundación La Plaza bajo la consigna “Doblegar la pobreza infantil en Uruguay: en la búsqueda de acuerdos para una respuesta imprescindible”, expusieron distintos políticos de las tres fuerzas más grandes de Uruguay – Frente Amplio, Partido Nacional y Partido Colorado- además de técnicos de think tanks y un asesor de Naciones Unidas.

Gustavo de Armas, asesor en planeamiento estratégico de la oficina del coordinador residente de Naciones Unidas en Uruguay, presentó el informe titulado “Abatir la pobreza en Uruguay al 2030. Compromiso ético y condición del desarrollo”. La investigación fue motivada por el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible –el fin de la pobreza–, al que Uruguay adhirió en 2015.

El asesor de ONU subrayó que pese a tener el “estado de bienestar más desarrollado de la región”, en pobreza infantil el caso de Uruguay es “absolutamente extremo.” Señaló que 44% de la población pobre es menor de 18 años, y que la situación afecta con mayor notoriedad a las mujeres, que suelen ser las jefas de los hogares más vulnerables.

De hecho, 68% de los 88.000 hogares pobres que hay en Uruguay tienen jefatura femenina. De ellas, sólo la mitad está empleada y eso “se combina con una muy alta dedicación al trabajo no remunerado”. Por lo tanto, De Armas hizo hincapié en que “la reducción de la pobreza implica también trabajar fuertemente sobre la inserción laboral de las mujeres”.

El economista Agustín Iturralde del think tank Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) dijo que hay 270.000 personas que, por las características de sus hogares, “son más parecidas a los que están por debajo de la línea de pobreza que al resto de la sociedad”, lo que obliga a terminar con “el mito de que los pobres no trabajan”, pues “queda en evidencia” que realizan actividades de menos horas, de mala calidad o no remuneradas. “No hay ningún dato que respalde la mitología clasemediera”, aseguró.

El CED, en su sitio web explicita sus alianzas estratégicas con: la Red Atlas, la Fundación Konrad Adenauer Stiftung, Libertad y Progreso, Fraser Institute, Property Rights Alliance y la Fundación Internacional para la Libertad. Además, Iturralde, es columnista de el diario derechista El País, vocero del oficialismo del presidente Luis Lacalle.

Por su parte, Ignacio Munyo, director ejecutivo del think tank Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), consideró que “los números ya son un drama, pero el drama es bastante más grande que lo que presentan los números”.

A la vez, dijo que “no es casualidad que se haya estancado la caída de la pobreza en el año 2013, cuando estaba estancada la actividad económica”, y que es “muy difícil” que tenga éxito “cualquier medida que se quiera imponer en una economía que no crece”. Para Munyo, la estrategia debería apuntar a una “redefinición de las políticas sociales” con un enfoque que les brinde herramientas a las personas que tienen hogares a cargo.

La vicepresidenta Beatriz Argimón, agradeció la elección del Parlamento como sede de la actividad y destacó que la pobreza infantil forma parte del “compromiso de construir futuro” que mueve al gobierno y a los legisladores en general. A su entender, en Uruguay han existido distintas políticas específicas que han permitido “tener la sensibilidad que corresponde al tema”, pero lo que arrojan las estadísticas indica que aún persiste un “núcleo duro” al que es “indispensable” llegar.

Datos y personas

En 2021, a partir de las publicaciones del Instituto Nacional de Estadística sobre las cifras de pobreza, hubo una gran controversia por la utilización de los datos del primer semestre por parte del Ministerio de Economía y Finanzas de manera más que polémica. Se intentó maquillar la grave situación de pobreza infantil por parte del gobierno. Pero al menos se puso el tema sobre el tapete.

Vivir en situación de pobreza durante un período en la infancia y adolescencia tiene impactos negativos muy importantes, persistentes y de muy difícil reversión. La pobreza infantil impone costos enormes sobre la vida actual y futura de los niños, niñas y adolescentes afectados, y sobre la sociedad en su conjunto.

Los niños, niñas y adolescentes que viven en situación de pobreza tienen peores desempeños en múltiples dimensiones, incluyendo aspectos tan fundamentales como el rendimiento escolar, el comportamiento emocional y social, y la salud física y mental. En el largo plazo la exposición a situación de pobreza en la infancia y la adolescencia se asocian con un menor nivel educativo, menores ingresos laborales, peor salud y mayor probabilidad de involucramiento en actividades criminales.

Existen al menos tres mecanismos por los cuales las privaciones económicas pueden impactar en el desarrollo infantil. En primer lugar, la falta de recursos económicos puede tener un efecto directo en las inversiones materiales que las familias pueden hacer en el desarrollo infantil, por ejemplo, para proveer una mejor alimentación, educación, libros y experiencias formativas, entre otros.

Segundo, los padres y madres que sufren dificultades económicas para mantener a sus familias viven con altos niveles de estrés crónico, que se puede trasladar a un ambiente familiar de estrés con impacto psicológico en sus hijos, peores prácticas de crianza y menor disponibilidad de tiempo de calidad de los padres para invertir en la crianza y educación de sus hijos.

Finalmente, un menor nivel de recursos puede implicar tener que vivir en un contexto social menos propicio para el desarrollo infantil, con peores oportunidades, influencia de pares y modelos de rol.

Por ejemplo, la evaluación de los impactos del programa Moving to Opportunity en Estados Unidos muestra que subsidios para que familias que viven en barrios pobres se muden a barrios con menor nivel de pobreza tienen impactos positivos sobre los desempeños de largo plazo de los niños en términos de educación e ingresos, y reduce el involucramiento en crímenes violentos.

El premio Nobel de Economía Jim Heckman ha estimado que, teniendo en cuenta los impactos sobre salud, crimen, ingresos y educación, un programa integral de educación en la primera infancia de alta calidad tiene un beneficio económico de siete veces su costo.

A la salida de la crisis de 2002, aproximadamente la mitad de los niños y niñas uruguayas vivía en condición de pobreza. Esos niños y niñas hoy son adultos jóvenes. Es muy probable que parte de los problemas sociales que hoy tenemos, en educación, empleabilidad y seguridad, puedan rastrearse 20 años atrás. Hoy muchos de esos adultos jóvenes que crecieron en la pobreza son padres y madres. La pobreza infantil ha bajado, pero sigue siendo alta, afectando a uno de cada cinco niños y niñas.

El tema de la pobreza infantil sigue la línea de lo que parece ser una coexistencia de dos Uruguay. Por ejemplo, uno de los países ponderados por los extranjeros, como “seguro y tranquilo”, pero con altos índices de homicidios y femicidios. Un país que figura alto en los índices de democracia, pero fue una de las naciones con más presos políticos en relación a su población, con cientos de militares impunes en sociedad y apenas un puñado de jóvenes asesinados, cuyos restos siguen apareciendo.

Un país que se jacta de ser transparente y sin corrupción, donde los narcotraficantes despachan toneladas y toneladas de cocaína en el puerto de Montevideo. El país más feliz de América Latina y el 28 en el mundo, pero se suicidan dos personas al día, llevando a 818 la cifra en 2022.

¿Qué es lo que pasa en Uruguay? ¿Cohabitan dos realidades distintas, una subterránea y la otra para mostrarle a la comunidad internacional? ¿Es el buen vecino que no sabemos realmente lo que pasa en su hogar puertas adentro? ¿Estas problemas estructurales, problemas-bomba, seguirán latentes? ¿Qué hacer cuando estallen?

Mucho se habla de las infancias como el futuro del país. Sin embargo, los números hablan claro y la realidad cachetea con fuerza. Los gobiernos tradicionales han ajustado, empobrecido y minado a las infancias. Por su parte, la primavera progresista de hace 15 años no supo torcer esta realidad y permear con el derrame económico al núcleo duro de las infancias pobres.

* Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Asociado al CLAE

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