Venezuela. Semiótica del “Autobús del progreso”
Ninguna metáfora, en la propaganda política, es inocente. Cobran, palabra por palabra, los especialistas burgueses del diseño de “ingeniería de imagen”. En sus cálculos mercadológicos nada se libra al azar. Ellos saben que están en juego, lo que entienden por negociados millonarios y se devanan lo sesos hasta encontrar la “frase feliz” que aglutine las intenciones que confiesan, y también las inconfesables. Los llaman “eslogan”
En la moral de los propagandistas burgueses anida la idea de que “todo vale”. Sus enunciados son “Caballo de Troya” de donde desembarca, voluntariosa, la ideología de la clase dominante. Eso soñaron los inventores del “Autobús del progreso” pero la lógica les revienta en la cara una burrada descomunal: el pueblo no puede ser tratado como un “pasajero” al que se puede bajar de ese autobús luego de cruzar la meta electoral y comience a estorbar al “chofer” oligarca. La metáfora del “Autobús del progreso”, en boca de la política más regresiva que Venezuela haya escuchado es, simplemente, un suicidio propagandístico.
No analizaron, simplemente les “sonó bonito” y firmaron el cheque millonario que le pagan a las agencias de publicidad, sus siempre dudosas estrategias de campaña. Resulta que el “Autobús del progreso” se mueve con el combustible de la corrupción más rancia y que transporta paquetitos de billetes y paquetazos neoliberales. Derechito al infierno. Ahora todos quieren bajarse de ese “autobús”, cuanto antes, porque el propio “capitán” de la nave naufraga en saliva infectada por contradicciones y mentiras. Su progreso demostró, rápidamente, ser un regreso. Exactamente a lo peor que ha padecido el pueblo venezolano.
Hoy el concepto “progreso” en su sentido económico, social y político… es exactamente lo contrario al pensamiento de los oligarcas y a la práctica concreta de capitalismo. Cuando el mundo se cae a pedazos por la obra regresiva y depredadora del capitalismo contra los ecosistemas, contra los seres humanos, contra las relaciones sociales y contra el futuro mismo de la humanidad… la muy paupérrima inteligencia propagandística de la derecha venezolana trata de engañar a los electores con palabrería de “progresista” burgués y paquetazos neoliberales proyanquis de lo más retardatarios. Su “autobús” va de reversa derechito a las cavernas.
Hace 100 años, probablemente, la promesa de “progreso” en abstracto tenía efecto en pueblos que no conocían aún el desarrollo tecnológico. En plena era de internet y luego de haber construido una transición firme al socialismo, con elecciones cristalinas y con la memoria de abril tatuada en el corazón de la patria, al pueblo venezolano no se le engaña con el “progreso” burgués, responsable, por cierto, del peor armamentismo belicista, la contaminación más destructiva, la represión y los asesinatos más tecnificados y las máquinas de guerra ideológica más humillantes. El pueblo no es “pasajero”.