Viaje al bajo fondo de la ultraderecha argentina

Viaje al bajo fondo de la ultraderecha argentina
Festejos del 9 de Julio Dia de la Independencia y desfile militar en Av Libertador. Javier Milei junto a Victoria Villarruel en el tanque. 2024. Foto Maxi Failla

Por Leandro Albani*

El periodista Ricardo Ragendorfer habló con LoQueSomos sobre el avance de la ultraderecha en Argentina, las políticas represivas del gobierno de Javier Milei y el pacto con los militares encarcelados por genocidio

“La Libertad Avanza no fue un fenómeno ajeno a Vox […] Para el régimen de Milei sus bases son digitales”

El bajo fondo de la ultraderecha argentina. A ese lugar de pulsiones turbias llega siempre Ricardo Ragendorfer con sus artículos. Con una trayectoria extensa y reconocida, el periodista construyó un estilo donde convergen la investigación, las historias del submundo criminal y la revelación de hechos donde la corrupción, la policía y ahora la “nueva derecha patria” conviven sin demasiados problemas con una democracia que desde hace un año tambalea tras la asunción a la presidencia de Javier Milei.

Fogueado en la mítica revista Cerdos & Peces -dirigida con alucinación lisérgica por Enrique Symns-, Ragendorfer participó en varias redacciones, programas de televisión y realizaciones documentales, además de publicar una decena de libros, entre los cuales La bonaerense (coescrito con Carlos Dutil) es el más reconocido por revelar las fechorías más disímiles de la policía de la provincia de Buenos Aires, una fuerza que con los años se convirtió en un Estado dentro del Estado.

Ricardo Ragendorfer

En la actualidad, Ragendorfer escribe en el diario Tiempo Argentino y en las revistas Acción y Caras y Caretas. En esos medios, despliega una paleta de estilos donde historias pasadas, desenfrenos policiales, funcionarios hambrientos de represión y un pulso que revela a la sociedad argentina, se convierten en lecturas obligadas para descubrir las estructuras conservadoras y delincuenciales que todavía son pilares y sostén del Estado argentino.

El fascismo social

Con un café de por medio, resguardados en un bar a pocas cuadras del Congreso de la Nación y en una Buenos Aires que arde al compás del calor de enero, Ragendorfer comparte algunas hipótesis de por qué Argentina viró hacia la ultraderecha, representada en Milei y su vicepresidenta y contrincante Victoria Villarruel, una defensora acérrima de los genocidas y represores de la última dictadura militar (1976-1983).

“Desde la pandemia empecé a percibir, no solo que Argentina, sino el mundo, se había convertido en una especie de enorme República de Weimar, en alusión al régimen que hubo en Alemania desde 1918 hasta 1933, cuando asume Hitler -analiza el periodista-. En ese sentido, se produce un proceso: hay un sociólogo portugués, Boaventura de Sousa Santos, que lo denomina fascismo societal y plantea que a diferencia de los procesos de ultraderecha que hubo durante la primera mitad del siglo XX, el fascismo societal, o social, no proviene desde un partido político desde el Estado, sino desde las entrañas de un cuerpo social. Es un fascismo pluralista, sin jefes, pero como todo fascismo es disciplinante y civilizatorio, aunque es un poco el fascismo de hasta quienes ignoran lo que es el fascismo”.

Para Ragendorfer, “el proceso que hubo en Argentina, la derechización de la sociedad, responde un poco a ese modelo. Habría que hacer un análisis muy minucioso de las nuevas composiciones sociales que tienen las clases económicamente populares. Se advierten, de alguna manera, las transformaciones ideológicas en las últimas décadas y el trasvasamiento entre el trabajo asalariado hacia los sectores de la población que viven de las actividades informales”.

El ejército digital

Con este teatro de operaciones como cruda realidad, en Argentina surgieron grupos de diferentes envergaduras que, con el paso del tiempo, se sumaron al partido de gobierno, La Libertad Avanza (LLA). En esos espacios conviven negacionistas, terraplanistas, ultraliberales económicos, desclasados y, como se los denomina en algunos medios de comunicación, “odiadores seriales”. Todos y todas conforman un ejército que escupe fake news permanentemente en las redes sociales, en especial en X, la plataforma de Elon Musk. Otra de sus características es despotricar contra “la casta”, término masificado por el propio Milei y que apunta a denigrar a los partidos políticos tradicionales, pese a que su gabinete está conformado por varios ministros y ministras que provienen de esas agrupaciones. La fuerza de choque (digital) de LLA también tiene como blanco a la ex presidenta Cristina Fernández y a los sectores más progresistas dentro del peronismo.

Ragendorfer vuelve a los días de la pandemia. “En ese momento, comenzaron a salir del clóset un montón de personalidades y distintos grupos de ultraderecha que, por primera vez y de una manera tan desembozada, se calificaban como tal -detalla-. Revolución Federal o Unión Republicana, que surge del mismo PRO (partido político del ex mandatario Mauricio Macri), y responden a Patricia Bullrich (actual ministra de Seguridad) y cuyo referente era Francisco Sánchez, que fue secretario de Culto de la Nación con Milei, y que es una bestia con garras que está a la derecha de Atila”.

“Esos grupos entran un poco en crisis tras el atentado contra Cristina, pero al mismo tiempo adquieren una relevancia nacional -puntualiza-. Hasta ese momento hacían boludeces, pero pasaban desapercibidos”. En el caso de Revolución Federal, su vínculo con los imputados por intentar asesinar a la ex presidenta quedaron rápidamente al descubierto, pese a las reticencias del Poder Judicial a investigarlos y a profundizar en sus relaciones con la propia Bullrich y con ex funcionarios de la administración Macri. Con estas revelaciones, dice Ragendorfer, se supo que “eran grupos muy marginales, numerosos cuantitativamente, pero no eran cuantitativos numéricamente”.

En 2024, en el marco de las protestas universitarias por el recorte de presupuesto ordenado por el gobierno, algunos militantes de la LLA se animaron a salir a las calles con el fin de ejercer violencia contra los y las estudiantes. “Hay grupitos que de las redes bajan a las calles, posiblemente para subir sus ‘hazañas callejeras’ a las redes -grafica el periodista-. Las redes terminan siendo el ámbito y son un fin en sí mismo, al punto de que el primer cambio edilicio que hay en la Casa Rosada cuando asume Milei fue convertir el Salón de las Mujeres en el bunker de los trolls oficiales, que es un grupo manejado por Fernando Cerimedo”, un personaje que entre sus galardones ostenta -según la Corte Suprema de Justicia de Brasil- integrar el grupo de personas que en 2022 conspiraron contra la asunción del actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Ragendorfer relata que las granjas de troll gestionadas por la administración Milei tienen al menos cincuenta mil cuentas en las redes sociales: “Es una metodología que les sirve tanto para convencer como para llevar adelante ciertas operaciones mediáticas. Para el régimen mileísta, esas son sus bases. Así como para Juan Perón sus bases eran los descamisados que iban a Plaza de Mayo el 17 de octubre, las de Milei son los que twittean boludeces y que arrastran y suman a sus milicias digitales a otros usuarios que se ven identificados con las cosas que hacen y que no pertenecen a ese aparato. Es una onda expansiva”.

La vicepresidenta

Al igual que Milei, Victoria Villarruel era una persona marginal en los espacios políticos de Argentina. Su carrera la forjó defendiendo al régimen militar y a los genocidas condenados por la desaparición forzada de treinta mil personas. Sus vínculos con los represores encarcelados le permitieron tender un puente directo con Vox, el partido de ultraderecha español. Y con esa línea ideológica compartida, acercarse a un entonces ignoto Javier Milei.

Con la voz calma y áspera que lo caracteriza, Ragendorfer reconstruye la carrera maratónica de la vicepresidenta argentina, cada día más alejada de Milei: “La Libertad Avanza no fue un fenómeno ajeno a Vox, cuya delegada en Argentina fue Victoria Villarruel, que organizaba unas conferencias en el Círculo Militar que se llamaba el ‘Club de los Viernes’, donde invitaba a fachos a dar conferencias”.

A esas actividades, asistía “un extraño muchacho de peinado raro -según la descripción del periodista-, que a veces aparecía de panelista en los programas de televisión de Alejandro Fantino. Villarruel le echa el ojo y lo invita a dar una conferencia. El paso siguiente fue presentárselo a Javier Ortega Smith, que estaba en Buenos Aires, y es el segundo de Santiago Abascal. Ahí Milei empezó a crecer y a independizarse de Villarruel”.

Ragendorfer dice que no se puede hacer un “análisis contrafáctico”, pero se pregunta qué habría sucedido si las vidas del vicepresidente de Vox y de Milei no se cruzaban. “Con el crecimiento de Milei, que lo hace convertirse en candidato a presidente, se despega un poco de Vox. Entre el imaginario de Vox y la narrativa de Milei hay bastantes diferencias -explica-. Milei es un liberal de ultrísima derecha y Vox tiene cierto aristas nacionalistas que están en las antípodas de la Escuela Austríaca, por decirlo de alguna manera”.

La seguridad de la ministra

El gobierno de Milei asumió la presidencia con algunas premisas claras: destruir el aparato productivo del país, impulsar la desocupación masiva, cumplir con las órdenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y redoblar lo que denomina “batalla cultural” contra el fantasma del marxismo. Para llevar adelante sus deseos, Milei apeló a un método clásico: la represión abierta a quienes se manifiestan en su contra. Y para ese trabajo qué mejor que Patricia Bullrich, que pasó de ser su competidora en las elecciones a una de sus ministras más preciadas.

Ragendorfer conoce muy bien a Bullrich, al punto de que en 2023 publicó la biografía Patricia. De la lucha armada a la Seguridad, donde detalla la vida de una mujer sin escrúpulos que pasó de militar en la izquierda peronista en la década de 1970 a ser la representante más conspicua de la derecha argentina.

“Bullrich hizo y hace, desde hace años, dos cosas: pegar y mentir -afirma el periodista-. En determinados momentos, esos garrotazos sobre el campo popular causan beneplácito en el cuerpo social que, te vuelvo a decir, es el fascismo societal”. “Ya de por sí, el discurso de la seguridad es represivo, pero no represivo hacia los arrebatadores de celulares, sino que prepara un escenario represivo”, remarca Ragendorfer.

En ese “escenario represivo”, Bullrich se mueve como un pez en el agua. Para la ministra de Milei, el país está asediado por el narco-terrorismo, por milicias mapuche que quieren dividir el territorio, por sospechosos islámicos con ansias de destrucción y -lo más importante y real- por hombres, mujeres, jubilados y movimientos sociales que salen a las calles a reclamar lo que les corresponde.

Durante el gobierno de Macri, Bullrich también se desempeñó como ministra de Seguridad. Su “aclamado” combate contra la delincuencia y el narcotráfico fue exitoso en lo mediático y para nada fructífero en lo real. “Argentina es uno de los países menos inseguros de la región, tiene una tasa de homicidios de 4,6 cada cien mil habitantes -asegura Ragendorfer-. Eso es bajísimo. En Uruguay es 6, en Chile también más o menos 6, en Río de Janeiro, no te hablo de todo Brasil, es de 15. Esto es un dato sociológico: hay una delincuencia cada vez más berretizada. En Argentina no hay más asaltos a bancos. La delincuencia argentina está más lumpenizada que nunca”.

En su descripción de la criminalidad en el país, Ragendorfer expone que “las estructuras narcos están abocadas únicamente al menudeo y también son berretas. En su momento, el Cartel de Medellín ofreció pagar la deuda externa en su país a cambio de impunidad. Tenían un flujo monetario que les permitía ofrecer eso. Acá, ni el Cartel de Los Monos ni el de los Alvarados ni ningún otro es capaz de tener una estructura como para llevar cocaína a España o a Nueva York”.

“Las bandas de narcos que operan en Argentina se dedican únicamente al menudeo -repite Ragendorfer-. Por cuestiones no únicamente delincuenciales, sino sociopolíticas, llegan a tener cierto poder territorial, entonces manejan las villas porque, entre otras cosas, reemplazan al Estado y, de alguna manera, protegen a sus habitantes de las calamidades del Estado mileísta. No obstante, prendés la televisión y el país es Sodoma y Gomorra. Si pasás insistentemente una noticia en un lapso muy acotado de tiempo, como puede ser el asesinato de un remisero en Gregorio de Laferrere, mucha gente empieza a sentir que su calle está tapizada de cadáveres”.

El pacto revelado 

El tridente de la violencia estatal en la Argentina de hoy está conformado por las milicias digitales fanáticas de Milei, la represión callejera desplegada por Bullrich y la defensa de los genocidas que encabeza Villarruel. ¿Esas tres puntas actúan en coordinación? “Esos espacios son bastante autónomos y detrás de esa autonomía hay otras historias -sentencia Ragendorfer-. Por ejemplo, a raíz de la ofensiva del gobierno contra la Secretaría de Derechos Humanos, me puse a investigar un poco, incluso lo escribí en Tiempo Argentino, que el problema real entre Villarruel y Milei es que los militares presos, los genocidas condenados, pusieron una fortuna en la campaña presidencial a cambio del indulto, que fue una plegaria no atendida por Milei”.

Para el periodista, las diferencias cada vez más estruendosas entre el presidente y la vicepresidenta tienen que ver con esa promesa incumplida. Ese problema que cincela internamente al gobierno estuvo sostenido por un pacto que no se debía revelar. “Ellos están peleados, pero no van a decirlo, entonces surgen motivos colaterales que son presentados como los motivos verdaderos -analiza Ragendorfer-. Pero el aporte económico que habrían dado los militares es muy cuantioso, porque la guita de ellos es muy cuantiosa. Si escuchás la opinión de algunos de La Libertad Avanza, los represores presos son pobres viejos de ochenta años que no tienen un mango. No es así. Los tipos se afanaron millones y millones de dólares. Tienen un poder económico ilimitado, pero los tipos están presos y no pueden gozarlo, entonces invierten en el indulto. Pero pusieron la plata y no pasa nada”.

Desde el primer día de la administración Milei, el rumor de que Villarruel es el “recambio natural” ante una salida anticipada del presidente todavía no se apagó. ¿Esto podría suceder? “No lo sé, porque no sé cómo va a terminar este gobierno -responde el periodista-. En el gobierno de Fernando de la Rua (1999-2001) había varios muñecos y muñecas que tenían esplendorosos futuros políticos por delante y, dado cómo terminó ese gobierno, se convirtieron, y todavía lo son, en cadáveres políticos. Depende de cómo termine esto. Habría que ver, cosa que yo no estoy en condiciones de saberlo, de qué opinan los partidarios del oficialismo y la gente común que lo apoya, sobre la ruptura entre Milei y Villarruel, y cuánta cantidad de libertarios la prefieren a ella o a él”.

* Desde Argentina para LoQueSomos. Autor de No fue un motín. Crónica de la masacre de Pergamino, y Ni un solo día sin combatir. Crónicas latinoamericanas. Tiene cuatro libros sobre Kurdistán. Ha realizado coberturas desde Venezuela, Bolivia, México, Cuba, Ecuador, España, Bélgica, Irán y Bashur (Kurdistán iraquí).
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