50 años sin Franco, pero algunas cosas más

50 años sin Franco, pero algunas cosas más

Por Domingo Sanz

Para que nadie piense que me lo invento, acudo raudo a la web de la Casa Real y busco y encuentro el capítulo titulado “La Monarquía en la Historia de España” para leer lo que escribe de sí misma: “En 1947, ocho años después del final de la Guerra Civil Española y en pleno régimen dictatorial, se estableció por Ley que España era un Estado constituido en Reino”.

50 sin Franco, pero 78 con su reino y manchando el DNI desde hace 3 años

Por tanto, si restamos 1947 a 2025 salen 78, en este caso porque, tras el final del “régimen dictatorial”, aquel lema “de la ley a la ley” triunfador en y aún desde la Transición, tanto por el miedo a los franquistas aún vivos como para evitar “excesos” democráticos empleando ese miedo contra los supervivientes del “régimen”, no fue sino una versión disfrazada de la “sentencia” contenida en el mensaje de Navidad de 1969 y que tanto recordamos los antifranquistas: “todo ha quedado atado y bien atado con la designación como mi sucesor a título de rey del príncipe Don Juan Carlos de Borbón”.

Dos reflexiones breves al respecto.

Una. El dictador sabía que ataba y bien, pues había tutelado la educación del designado desde los diez años de edad, a partir de 1948.

Dos. Dime de lo que NO presumes y te diré lo que SÍ quieres conseguir. Una variante que propongo para el dicho en el que está usted pensando, pero que puede servir para todos esos postfranquistas que, con distintos disfraces, llevan tocando poder en España desde siempre. ¿O no es (más) cierto que tienden a desvincular monarquía de franquismo para jugar con dos barajas, pero evitando presumir en voz alta del “atado y bien atado” que los delataría demasiado?

Regreso a la “La Monarquía en…” y lo de “en pleno régimen dictatorial” me parece correcto, incluso recuerda la terminología antifranquista, pero, puestos a contar el pasado, se habría respetado mejor añadiendo que los protagonistas de la Transición se arrugaron hasta tal punto ante un dictador muerto que no solo no dieron la menor oportunidad a la opción republicana (vale lo del miedo, pero no solo por eso), sino que se sumaron a la violación perpetrada contra el orden sucesorio real al no coronar a su verdadero titular, un Don Juan de Borbón que en 1977 tenía 64 años y que, contra los solo 39 de su hijo, habría supuesto un primer reinado protagonizado por alguien que, además de no haber sido educado bajo la tutela de Franco, era titular de un pasado no exento de conflictos con él propio dictador.

Por tanto, este reino ha sido, es y será siempre el reino de Franco, y en minúsculas, pues sería distinto si se hubiera respetado a sí mismo.

Aunque se legalizó al PCE, siempre se negó la opción republicana. Por eso, soy de los que piensan que un Don Juan que necesariamente habría reinado menos años que los 39 que aguantó su hijo, hubiera sido más interesante para comenzar a construir la democracia. Y también que habría sido difícil que su reinado fuera más indecente que el del todavía habitante de Abu Dabi.

También podemos hacernos muchas más preguntas.

¿Habría manifestado Don Juan interés alguno por disfrutar del mismo privilegio que disfrutaron el dictador y su hijo Juan Carlos I, y que ahora disfruta su nieto, Felipe VI? Sí, el de cometer delitos sin tener que responder ante la justicia.

¿Habría intrigado con generales franquistas hasta conseguir que dimitiera un presidente del Gobierno ganador de dos elecciones consecutivas?

¿Habría…?

Si, habría merecido la pena probar el “donjuanismo”, pues hasta puede que nos hubiéramos ahorrado el “juancarlismo”.

Regreso de nuevo a “La Monarquía en…” y deduzco que no se puede esperar demasiada objetividad de una Casa Real que, de las 2.279 palabras que contiene, solo 94, incluidas las 29 entrecomilladas en el primer párrafo, se refieren a los últimos 78 años. Cualquiera podría pensar que nuestros dos reyes de este reino de Franco están más orgullosos del Fernando VII que reinó tras la Guerra de la Independencia que de un elefante muerto, de una Corina judicializando, de una máquina de contar billetes en La Zarzuela o de una Bárbara Rey vendiendo exclusivas, por citar algunas de las mejores emociones que han vivido en directo. Y que seguirán viviendo.

Pero se trata de los dos reyes del reino de Franco y, como es natural, ni siquiera han demostrado la prudencia necesaria para evitar autocomplacencias de las que dan vergüenza ajena. Cualquiera que lea en “La Monarquía en…” que “los decenios transcurridos desde entonces (1978) se consideran los de mayor progreso económico y social de toda la Historia contemporánea de España” deduce que lo que están queriendo decir es que a España le habría ido mucho peor respetando una voluntad popular que, tras la muerte del dictador, era republicana, tal como Suárez investigó, conoció y ocultó durante 19 años a partir de 1976. Hizo lo mismo que cualquier ladrón hace con lo que ha robado, pero seguro que no fue por ese delito por lo que intrigó contra él el mismo rey que menos de cinco años antes lo había nombrado presidente.

Por cierto, sobre el video Suárez/Prego de 1995 me vienen ahora dos reflexiones nuevas.

Por una parte, y vista la complicidad entre ambos durante la conversación que el video enseña, me llama mucho la atención que la periodista no le preguntara al ex presidente si informó de los resultados de las encuestas a Juan Carlos I y a Felipe González, por ejemplo.

¿O quizás le preguntó y esa parte de la conversación se la ha llevado a la tumba? Es probable, dado que a ella no le dolieron prendas por delinquir también, ocultando durante 21 años más la misma información de un interés muy general, salvo para los mismos que le prohíben al CIS preguntar por lo mismo desde hace casi una década.

Por lo demás, no puedo dejar de enviarle una pregunta al Pedro Sánchez que hoy es el colaborador necesario para que siga vigente aquella apropiación indebida de una voluntad popular que solo la quisieron demoscópica para poder usarla como conviniera.

¿No le parece, señor presidente, que este cincuentenario es una buena ocasión para publicar, por fin, aquellas encuestas? Sí, son las mismas que en febrero de 2023 el entonces senador Vidal le reclamó, pregunta parlamentaria mediante, y a quien su Gobierno respondió que las seguiría manteniendo ocultas a la sociedad en virtud de la Ley de Secretos Oficiales de 1968. Es decir, una norma de hace 57 años. ¿Está prevista esta transparencia en lo de la regeneración democrática?

Haz caso, Pedro, a quienes lo venimos reclamando y, por mucho que te duela porque mandas, renuncia por una vez a practicar esa “virtud de no dar contra el vicio de pedir” a la que tan aficionados sois los profesionales del poder. Piensa que, publicando aquellas encuestas, les enseñarás los dientes democráticos a unos creadores de bulos que lo que en realidad hacen es añorar la dictadura y sus crímenes cada vez que respiran.

Ahora recuerdo que he escrito DNI en el título y decido cerrar “La Monarquía en…” para darle dos vueltas a lo que en el futuro se contará de un presente que confunde pensando en qué pudo ser lo que impulsó a un gobierno de partidos “republicanos” a incluir el durante tantas décadas innecesario título “REINO DE ESPAÑA” por primera vez en la historia del DNI, salvo que yo esté equivocado, porque ni aquel asesino nato llamado Francisco Franco que mandaba en todo se atrevió a tanto para dejarnos atados aún más en corto de lo que nos dejó.

En esta historia hay dos partes implicadas: La Zarzuela porque le sirve para promocionarse, que los sondeos que quizás hace y oculta le están saliendo tan mal como los de 1976, y si no que demuestren lo contrario, o que no los encargan, y La Moncloa porque es quien, desde Interior, debe ejecutar el cambio en el documento.

Recordemos dos de los varios momentos de tensión que se produjeron entre ambas instituciones, bastante unipersonales ambas, lo sean o no según la legislación vigente.

En septiembre de 2020 Sánchez impidió a Felipe VI viajar a Barcelona a un evento judicial y el rey propició que su malestar se conociera vía Lesmes, que este jamás lo habría hecho público sin la previa conformidad del rey.

En junio de 2021 y coincidiendo en fechas con la puesta en circulación de los primeros carnets del “REINO…” que, sin duda, se llevaban preparando meses, Sánchez concedió los indultos a los mismos independentistas que los jueces habían condenado a cien años de cárcel y contra quienes Felipe VI, sin el traje de MASUFA puesto (art. 62.h C.E.), pero más MASUFA que nunca, salió por TV el 3 de octubre de 2017.

La pregunta que toca es a quién de los dos, Pedro Sánchez o Felipe VI, se le ocurrió primero lo del “REINO…” en el DNI, en ambos casos para molestar a los independentistas catalanes, todos republicanos, por supuesto, aunque, en realidad, importa poco la respuesta. El otro no se resistió y, a poco que lo hubiera hecho, lo de “REINO…” no estaría molestando también a millones de republicanos no delincuentes. Perdón, quería decir no catalanes.

A estas alturas, considero mucho más probable que Felipe VI o Pedro Sánchez piensen que Salvador Illa ganó las últimas elecciones catalanas gracias a la magia del nuevo DNI, a que haya un solo catalán que votó en clave españolista de las de cualquier color gracias al “REINO…” que por obligación lleva puesto en su carnet. Me consta que hay quienes han retrasado la renovación del caducado para no tener que recoger el nuevo y por si hubiera cambios a tiempo.

En cambio, no me cabe la menor duda de que lo que sí aportó un grano de arena suficiente como para que ERC perdiera el 29% de votos que perdió y el PSC ganara el 35% de votos que ganó, fue el brutal impacto mediático que estalló al comunicar el propio Sánchez que había decidido tomarse cinco días de exilio interior sobre los que aún no se sabe si viajó hasta su domicilio también en el “maletero” de su coche oficial, pero qué casualidad que tomara esa decisión justo cuando comenzaba la campaña de aquellas elecciones, con carta enamorada incluida y como respuesta al acoso que estaba sufriendo a través de persona interpuesta, su Begoña, por el mismo Peinado que también habría acosado sin tregua a los catalanes rebeldes, tal como hicieron sus colegas del Tribunal Supremo, si el expediente del referéndum celebrado el 1-O de 2017 hubiera aterrizado en su juzgado.

Pero claro, una estrategia tan demagógica cuesta mucho reconocerla, porque desacredita para siempre y, en cambio, hoy nadie habla de aquella “reflexión” del presidente.

Y termino, porque “por mucho que la mona se vista de seda, mona se queda”. Aunque sigan escribiendo con mayúsculas “REINO DE ESPAÑA” en millones de carnets de identidad, este reino ha sido, es y será siempre de Franco y en minúsculas porque, para imponerlo, además de todas las víctimas inocentes que ocasionaron hasta el final de la dictadura, cuando las leyes de la naturaleza vinieron a dictar su última sentencia a favor de los que solo gracias a ellas consiguieron gobernar la herencia, ni siquiera tuvieron la decencia de respetar la ley principal de las sucesiones regias.

Al igual que el Caudillo, también los que comenzaron con la Transición y ahora los del siglo XXI, todos siguen jugando a la lotería del ADN porque pueden manipularla para conseguir el resultado que les conviene, pero visto el mismo panorama desde quienes pagamos la cuenta, no es suficiente que solo hayan cambiado los procedimientos y las apariencias.

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