70 años de coexistencia pacífica china y de guerra permanente norteamericana
Por Pedro Barragán*
China celebra el 70 aniversario de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, una base de su diplomacia que ha promovido la paz y la cooperación internacional. En contraste, la política exterior de Estados Unidos ha estado marcada por conflictos armados y golpes de estado, afectando a millones de personas en todo el mundo.
Los principios pacíficos de China destaca las diferencias con la intervención militar y política de Estados Unidos a lo largo de las últimas siete décadas.
Se celebra estos días en China el 70 aniversario de la formulación de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica. Estos principios han sido adoptados y promovidos en diversas declaraciones y acuerdos internacionales. Los cinco principios son:
* Respeto mutuo por la integridad territorial y la soberanía: Este principio enfatiza la importancia de respetar las fronteras y la soberanía de cada nación, evitando cualquier forma de intervención o invasión en los asuntos internos de otros países.
* No agresión mutua: Las naciones deben abstenerse de cualquier acto de agresión, tanto militar como de otra índole, contra otras naciones. Este principio busca garantizar que los conflictos no se resuelvan mediante la fuerza.
* No injerencia en los asuntos internos de otros: Este principio subraya que cada nación tiene el derecho de manejar sus propios asuntos internos sin interferencia externa. Esto incluye aspectos políticos, económicos, sociales y culturales.
* Igualdad y beneficio mutuo: Las relaciones entre naciones deben basarse en la igualdad y deben buscar beneficios para ambas partes. Este principio promueve la cooperación y el comercio justo, evitando la explotación y el trato desigual.
* Coexistencia pacífica: Las naciones deben esforzarse por vivir en paz y armonía, resolviendo cualquier disputa o conflicto de manera pacífica a través del diálogo y la negociación, en lugar de recurrir a la violencia.
Estos principios han sido fundamentales en las relaciones internacionales y han influido en numerosos tratados y acuerdos a lo largo de las décadas.
Los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica fueron formulados y lanzados conjuntamente por China y la India. Los líderes que desempeñaron un papel crucial en la formulación y promoción de estos principios fueron el Primer Ministro de China, Zhou Enlai, y el Primer Ministro de la India, Jawaharlal Nehru.
La fecha del lanzamiento de estos principios hace ahora 70 años, en 1954, cuando ambos países firmaron el “Acuerdo entre el Gobierno de la República Popular China y el Gobierno de la India sobre el Comercio y las Relaciones entre la Región China del Tíbet y la India”. Este acuerdo, conocido como el “Acuerdo Panchsheel”, contenía los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica y marcó el inicio de una nueva era de relaciones bilaterales basadas en estos principios.
Influencia de los Cincos Principios
Los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica han tenido una influencia significativa en las relaciones internacionales y en el desarrollo de la política exterior de muchos países. Su impacto se puede observar en numerosos ámbitos. En primer lugar, estos principios se convirtieron en una piedra angular del Movimiento de Países No Alineados, fundado en 1961. El MNOAL buscaba una tercera vía durante la Guerra Fría, rechazando la alianza con los bloques liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética. Los principios de no injerencia, igualdad y beneficio mutuo resonaron con los objetivos del movimiento. Igualmente, los cinco principios han sido incorporados en diversas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, influyendo en la formulación de normas y principios del derecho internacional. El respeto por la soberanía y la no injerencia se han convertido en pilares fundamentales de la convivencia pacífica entre estados. Muchos países han adoptado estos principios en sus relaciones bilaterales y regionales. Han sido utilizados como base para negociaciones y acuerdos, promoviendo la resolución pacífica de conflictos y la cooperación en diversas áreas.
Durante el proceso de descolonización en África, Asia y América Latina, los cinco principios ofrecieron un marco para la autodeterminación y la independencia de las naciones colonizadas. Promovieron la idea de que los países recién independizados podían desarrollar sus propios caminos sin interferencia externa. Por otra parte y aunque las relaciones entre China e India han tenido altibajos, los principios de coexistencia pacífica han servido como un referente para resolver disputas y fomentar la cooperación en momentos críticos. A pesar de los conflictos fronterizos, ambos países han recurrido a estos principios para buscar soluciones pacíficas. Por último, los principios han sido utilizados en diversos foros internacionales para mediar y resolver conflictos. La idea de resolver disputas mediante el diálogo y la negociación, en lugar del uso de la fuerza, ha sido un enfoque recurrente en las iniciativas de paz.
En resumen, los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica han dejado una huella duradera en la diplomacia global, contribuyendo a un marco normativo que promueve la paz, la cooperación y el respeto mutuo entre las naciones.
Mientras tanto, Estados Unidos ha promovido cientos de guerras y golpes de estado
Si nos fijamos en el siglo pasado, desde el final de la Segunda Guerra Mundial y hasta 2001, Estados Unidos inició 201 conflictos armados entre los 248 conflictos que ocurrieron en 153 regiones del mundo. Inició más del 80 por ciento del total.
Entre ellos destacamos:
En la historia más reciente, en el siglo XXI, y siguiendo los informes de la norteamericana Universidad Brown, las guerras de Estados Unidos desde 2001 hasta hoy han matado a 4,5 millones de personas.
Entre estas guerras actuales destacan:
El Proyecto sobre el Coste de la Guerra de la Universidad Brown sugiere cuatro causas principales interrelacionadas de la muerte de estos 4,5 millones de personas en medio y tras estas guerras: (1) Colapso económico, pérdida de medios de subsistencia e inseguridad alimentaria; (2) Destrucción de los servicios públicos y las infraestructuras sanitarias; (3) Contaminación medioambiental; y (4) Trauma y violencia persistentes.
Las guerras provocadas por Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial han tenido profundas y multifacéticas consecuencias para los países afectados. Las poblaciones han sufrido pérdidas humanas (millones de muertos en Corea, 2 millones de vietnamitas muertos y millones más heridos o desplazados, cientos de miles de muertes civiles y millones heridos o desplazados en Afganistán o Irak, …), traumas psicológicos, desplazamientos masivos y crisis humanitarias (crisis humanitarias con escasez de alimentos, agua y servicios básicos con millones de personas afectadas), mientras que las economías han enfrentado destrucción de infraestructura (incluida la infraestructura crítica, como hospitales, escuelas, carreteras y sistemas de agua, lo que agrava la crisis humanitaria y dificulta la recuperación post-guerra), dependencia de la ayuda exterior y pérdida de inversiones. Los impactos políticos y sociales, como la inestabilidad y la imposición, muchas veces, por Estados Unidos de regímenes impopulares, han dejado legados duraderos que continúan afectando a estas naciones.
Desgraciadamente, la intervención norteamericana no se ha limitado a la declaración de estas guerras. Su mano se encuentra detrás de todas las dictaduras de los últimos 70 años. El apoyo estadounidense a las dictaduras militares en América del Sur durante este período ha sido una parte integral de su política exterior, particularmente durante la Guerra Fría. La Doctrina Monroe y la Doctrina Truman fueron políticas clave que justificaron la intervención en América Latina para mantener gobiernos pro-occidentales y anticomunistas. Esta intervención norteamericana en Latinoamérica se ha producido a través de cuatro canales: (1) La Escuela de las Américas, establecida en 1946 en Panamá, entrenó a muchos de los oficiales militares latinoamericanos que luego participaron en las violaciones de los derechos humanos en sus países; (2) La Ayuda Financiera a través de programas como la Alianza para el Progreso que proporcionaron los fondos para los regímenes autoritarios; (3) La Operación Cóndor de represión política y terrorismo de Estado respaldada por Estados Unidos que involucró a varios países sudamericanos, incluyendo Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil, con el objetivo de eliminar la influencia comunista y socialista mediante el asesinato, la tortura y la desaparición forzada; (4) Los Golpes de Estado organizados por la CIA y que llevaron al poder a los dictadores militares, como el golpe de Estado en Chile en 1973 que derrocó a Salvador Allende y llevó a Augusto Pinochet al poder.
Las intervenciones más notables de Estados Unidos en Latinoamérica, durante estos años, han sido en 1954 Guatemala, en 1955 Argentina, en 1961 Cuba, en 1964 Panamá, en 1965 República Dominicana, en 1967-1969 Guatemala, en 1973 Chile, en 1976 Argentina, en 1983 Granada, en 1983-1986 Nicaragua, en 1989 Panamá y en 2004 Haití.
Los regímenes militares impuestos por Estados Unidos fueron responsables de torturas, desapariciones, asesinatos (40.175 en Chile, entre 22.000 y 30.000 en Argentina, …) y otras violaciones de derechos humanos. Y las políticas económicas de estos regímenes, orientadas hacia el neoliberalismo, generaron desigualdad, pobreza y la miseria del continente.
En los últimos años hemos asistido a una nueva forma de injerencia norteamericana en el gobierno de otros países, que se ha dado en llamar “revoluciones de color” y que se han desarrollado fundamentalmente en la Europa del Este y en Asia Central. Estas revoluciones buscan derrocar a gobiernos legítimos mediante protestas sociales y la desestabilización del país. Estados Unidos ha promovido estas “revoluciones” a través de diversas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, que han apoyado directa e indirectamente estos movimientos. Los medios de este apoyo incluyen (1) Financiamiento y Capacitación a través de National Endowment for Democracy (NED), junto con sus afiliadas como el Instituto Nacional Demócrata (NDI) y el Instituto Republicano Internacional (IRI) y a través de USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, que también ha proporcionado apoyo financiero y logístico a las organizaciones autodenominadas “pro-democracia” que han promovido los golpes de estado; (2) Asesoramiento Estratégico organizando talleres previos sobre las tácticas y estrategias de comunicación a desarrollar durante el golpe; (3) Apoyo Mediático a través de los medios de comunicación y plataformas financiadas por Occidente, que han jugado un papel importante en la difusión de información y en la movilización de la opinión pública a favor de los movimientos golpistas.
La estrategia de estas “revoluciones de color” ha sido casi siempre la misma. No aceptar la derrota electoral de la oposición pro-norteamericana en elecciones legítimamente democráticas y tomar abruptamente el poder por una minoría aprovechando la reticencia gubernamental a reprimir unas manifestaciones supuestamente pacíficas. Destacan entre estas “revoluciones de color” las producidas en 2003 en Georgia, que derribó al presidente electo democráticamente Eduard Shevardnadze; en 2004 en Ucrania que derrocó al presidente elegido democráticamente y que ha terminado degenerando en la situación actual; y en 2005 en Kirguistán, derribando al presidente electo democráticamente Askar Akayev. La misma estrategia, con la colaboración de Israel, se utilizó para desestabilizar a Siria y provocar, al resistir el gobierno de Bashar al-Ásad, la guerra actual.
Estados Unidos frente a China hoy
Nos encontramos hoy ante un difícil panorama mundial. La economía china ha sobrepasado a la economía norteamericana y los sentimientos supremacistas de este último país no están dispuestos a aceptar este nuevo equilibrio multipolar mundial. Llevamos ya más de cinco años de guerra comercial de Estados Unidos contra China con el propósito de dinamitar los cimientos económicos de la economía china y provocarle la quiebra. Lejos de conseguir sus objetivos, la economía china sigue siendo la punta de lanza del crecimiento económico mundial. Desgraciadamente y lejos de suponer este hecho un motivo para paralizar las agresiones comerciales norteamericanas, la constatación del fracaso de las miles de medidas contra China puestas en marcha por Estados Unidos, lleva a este país a aumentar cada día la desproporción de sus nuevas agresiones económicas.
En paralelo, los comentaristas políticos comienzan a hablar de la posibilidad de la Tercera Guerra Mundial y en cualquier caso de una nueva Guerra Fría. Estados Unidos está desarrollando una estrategia militar contra China centrada en tres frentes:
Por un lado esta tratando de desarrollar provocaciones militares en el estrecho de Taiwán, financiando y armando a los independentistas de la isla y manteniendo una permanente gran escuadra militar de provocación en el mar de China frente a las costas de este país. Esta estrategia se apoya, además, en la campaña permanente en la prensa occidental de las supuestas intenciones de China de invadir Taiwán y el compromiso militar de Estados Unidos de defender a la isla.
En segundo lugar, Estados Unidos ha rodeado a China con bases militares a las que ha denominado región Indo-Pacífico como parte de su estrategia militar para confrontar contra China. Estas bases están distribuidas en varios países y territorios aliados, y desempeñan un papel crucial en la política militar de Estados Unidos en la región. Enumeramos en el gráfico solo algunas de las más importantes (por ejemplo, solo en Corea hay más de 30) de las 160 bases militares norteamericanas en torno a China, en las que se atrincheran más de cien mil soldados norteamericanos (más de 25.000 en Corea del Sur, más de 56.000 en Japón, …), además de la Séptima Flota.
Por último y para contener a China, Estados Unidos está creando pequeños círculos exclusivos con países vecinos para contraponerlos frente a China.
Uno de estos círculos exclusivos promovido por Estados Unidos es el “Quad” o “Diálogo de Seguridad Cuadrilateral”, que es una agrupación estratégica formada por Estados Unidos, Japón, India y Australia con el objetivo de coordinar en la región Indo-Pacífico las fuerzas militares contrarias a China. Si bien se formó en 2007 y apenas mantuvo actividad, en 2017, con el inicio de la guerra comercial de Estados Unidos contra China, se revitalizó el acuerdo en la reunión de Manila de noviembre de ese año con la excusa del éxito del crecimiento del comercio económico de la Nueva Ruta de la Seda impulsada por China (Belt and Road Initiative – BRI-) y de la mayor integración económica de la ASEAN (Organización de estados formada por Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanma) y China. Nos encontramos de nuevo con el origen del militarismo norteamericano contra China: tratar de impedir su desarrollo económico. El Quad es una pieza central en la estrategia de Estados Unidos y sus aliados para mantener el dominio militar en el Indo-Pacífico y de sus rutas comerciales, a medida que la economía China continúa expandiéndose. Sin embargo, los miembros del Quad (sobre todo India) tienen diferentes prioridades y relaciones con China, lo que puede complicar la coordinación y la implementación de políticas unificadas.
En estos momentos estamos asistiendo a la promoción de la OTAN en el Indo-Pacífico. Estos días Estados Unidos ha instado a Japón a organizar este mes de julio unos ejercicios militares conjuntos en la zona con los miembros de la OTAN Alemania, Francia y España (¿Qué hace el ejército español en el Pacífico frente a China?). Estas maniobras se enmarcan en el objetivo de construir la versión Asia-Pacífico de la OTAN. El objetivo de las maniobras es integrar recursos militares de los aliados para concentrar más fuerzas de combate ofensivas y mostrar a China las capacidades conjuntas de combate aéreo. Aún cuando Japón afirma que estos ejercicios no están dirigidos contra nadie, la prensa especializada occidental los describe como disuasorios para contrarrestar a China.
Frente a la guerra, China apuesta por construir una Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad
China, en sus milenios de existencia, nunca ha invadido ningún país y las únicas guerras que ha mantenido han sido de defensa frente a imperios invasores. En esa tradición pacífica sigue practicando 70 años después los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica. En un mundo con miedo a la Tercera Guerra Mundial la coexistencia pacífica de China se centra hoy en su proyecto de construir una Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad.
La “Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad” es un concepto propuesto por el presidente de China, Xi Jinping, que se centra en la creación de un mundo más integrado y cooperativo, en el que las naciones trabajen juntas para abordar desafíos globales y construir un futuro sostenible y próspero para todos. Este concepto se ha convertido en la parte central de la política exterior y diplomática de China en los últimos años. Representa un enfoque de la política exterior china, que busca combinar el desarrollo económico con la estabilidad y la cooperación global, en contraste con enfoques más confrontativos o unilateralistas.
El desarrollo de los países del Sur Global y su cada vez mayor influencia política se está convirtiendo en la mejor herramienta para garantizar la paz mundial y que el desarrollo económico de los países sea igualitario, equilibrado e inclusivo.
* Pedro Barragán es economista. Miembro de Cátedra China, temática que deja reflejada en su blog personal. Es editor de la web Archivo de la Transición.
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