A 57 años del asesinato del “Che”: Así estamos, consternados, rabiosos…

A 57 años del asesinato del “Che”:  Así estamos, consternados, rabiosos…

Por Daniel Alberto Chiarenza*

9 de octubre de 1967: asesinan en la Higuera, Bolivia, al comandante Ernesto “Che” Guevara.

Así estamos consternados
rabiosos
aunque esta muerte sea
uno de los absurdos previsibles

da vergüenza mirar
los cuadros
los sillones
las alfombras
sacar una botella del refrigerador
teclear las tres letras mundiales de tu nombre
en la rígida máquina
que nunca
nuca estuvo
con la cinta tan pálida

vergüenza tener frío
y arrimarse a la estufa como siempre
tener hambre y comer
esa cosa tan simple
abrir el tocadiscos y escuchar en silencio
sobre todo si es un cuarteto de Mozart

da vergüenza el confort
y el asma da vergüenza
cuando tú comandante estás cayendo
ametrallado
fabuloso
nítido

eres nuestra conciencia acribillada

dicen que te quemaron
con qué fuego
van a quemar las buenas
las buenas nuevas
la irascible ternura
que trajiste y llevaste
con tu tos
con tu barro

dicen que incineraron
toda tu vocación
menos un dedo

basta para mostrarnos el camino
para acusar al monstruo y sus tizones
para apretar de nuevo los gatillos

así estamos
consternados
rabiosos
claro que con el tiempo la plomiza
consternación
se nos irá pasando
la rabia quedará
se hará mas limpia

estás muerto
estás vivo
estás cayendo
estás nube
estás lluvia
estás estrella

donde estés
si es que estás
si estás llegando

aprovecha por fin
a respirar tranquilo
a llenarte de cielo los pulmones

donde estés
si es que estás
si estás llegando
será una pena que no exista Dios

pero habrá otros
claro que habrá otros
dignos de recibirte
comandante.

Mario Benedetti, Consternados, rabiosos. Montevideo, octubre 1967.

Un golpe militar en Bolivia, en el que participa René Barrientos, derroca a Paz Estenssoro, asumiendo aquél en elecciones fraudulentas. La junta militar disolvió al sindicalismo. Es el año de la intervención militar estadounidense en Santo Domingo. La reacción que provocó esa medida llevó a los Estados Unidos a promover la formación de una fuerza militar panamericana cuyo objetivo fundamental sería liquidar todo el intento de revolución socialista en América Latina.

En 1966 se reúne en La Habana la Conferencia Tricontinental (Asia-África-América). Mientras, en Argentina, un golpe militar derroca al gobierno semi-democrático del doctor Illia, inaugurando un régimen dictatorial, antipopular y represivo, más conocido como “onganiato”.

La vida de Ernesto Guevara, rosarino, médico, revolucionario, economista, teórico, fue un proceso evolutivamente racional de condiciones y de actos; él se tomó como modelo para trazar una trayectoria consustanciada con su ideología. Este marxista riguroso, frío examinador de las realidades (que demostraría que los factores que condicionan al habitante del mundo dependiente, en su desarrollo dialéctico, pueden elevarlo a la claridad y universalidad que alcanzó el mismo Che como ser humano), transgrede dos veces ese proceso dialéctico en actos voluntarios que fueron necesarios para que el paradigma llamado Che existiera.

Uno, cuando en la adolescencia, su individualismo lo lleva a desclasarse para identificarse con los pobres de la Tierra. El otro, cuando (convencido de su soledad y falta de futuro autónomo) decide iniciar la guerrilla en Bolivia, que terminaría en su segura inmolación. Si esto fuera cierto tendría un valor político que alentaría a la “santidad” a todos los revolucionarios latinoamericanos a futuro.

“[Su] interpretación del mundo y de la vida fue total, al punto que su muerte no expresa tanto el fin previsible de un individuo heroico sino que es una reiteración más de su ardiente reclamo anunciando la creación del Hombre Nuevo:
Toma, es sólo un corazón
tenlo en tu mano
y cuando llegue el día
abre tu mano para que el Solo lo caliente…”
Gicés, Rodrigo: Che Guevara. El hombre Nuevo. Historia de América en el Siglo XX. N° 39, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1971/1985.

El 23 de marzo de 1967 se produce imprevistamente el primer choque entre la guerrilla y el ejército boliviano. El resultado es el triunfo de los guerrilleros. El 10 de abril se produce otro triunfo guerrillero. Salen del campamento Regis Debray y el argentino Ciro Bustos. El 20 de abril el ejército apresa a Debray, Bustos y al periodista George Roth. El 14 de mayo las tropas bolivianas toman el campamento guerrillero de Ñancahuazú, pero éste había sido previamente evacuado.

Luego del 31 de agosto en que el ejército regular desarticula a la guerrilla, el Che quedó completamente aislado, tan solo con 17 hombres. Su equipo de comunicación no funcionaba, dejándolo sin contacto con el mundo exterior. Los campesinos le desconfiaban y, por lo tanto, eran reacios. Los militares bolivianos rastreaban a su grupo en un terreno escabroso y poco familiar para los insurgentes. Ya habían capturado las provisiones de los guerrilleros, inclusive los medicamentos para el asma de Guevara.

El 8 de octubre, a las 3:00 pm, Ernesto Guevara se sienta detrás de un árbol, en la Quebrada del Yuro, a combatir a conciencia –como siempre lo hizo- hasta que su fusil fue inutilizado de un balazo; el 9, esperará atado en el salón de clase de la escuelita de La higuera, a que el suboficial Mario Terán –en superlativo estado etílico, para darse valor- entre con su carabina de ráfaga para terminar con un mito que duró doce años.

El 9 de octubre el gobierno de Bolivia anuncia oficialmente haber dado muerte al Che.

El 15 de octubre, Fidel Castro acepta oficialmente la versión de la muerte de Ernesto Che Guevara.


El Che –recién comenzada a vivir su eternidad a partir de su asesinato-, aunque sabía que estaba condenado cuando entro a la selva, por lo cual Terán, Ovando, Barrientos y los agentes de la CIA que embalsamaron su cadáver fueron solo instrumentos que el mismo Guevara había trazado. Solitario, pero a la vez, consciente de esta estar integrado entre los grandes de la humanidad “que ha echado a andar”, se quedó a morir en Bolivia, porque esa era la parte final y decisiva para comprenderla, de una grandiosa utopía que soñó como todo joven pero que, entre los pocos elegidos de la Historia, pudo llevarla a cabo como hombre.

“¿Ha muerto en 1967, en Bolivia, porque se equivocó de hora y de lugar, de ritmo y de manera? ¿O ha muerto nunca, en ninguna parte, porque no se equivocó en lo que de veras vale para todas las horas y lugares y ritmos y maneras?

Creía que hay que defenderse de las trampas de la codicia, sin bajar jamás la guardia. Cuando era presidente del Banco Nacional de Cuba, firmaba Che los billetes, para burlarse del dinero. Por amor a la gente, despreciaba las cosas. Enfermo está el mundo, creía, donde tener y ser significan lo mismo. No guardó nunca. No guardó nunca nada para sí, ni pidió nada nunca.

Vivir es darse, creía; y se dio.

Eduardo Galeano: Memoria del Fuego 3. El siglo del viento. Buenos Aires, Catálogos, 2001.

* Desde Burzaco (Buenos Aires). Redactó unos 200 fascículos dirigidos por Don Pepe Rosa. Colaboró, desde la apertura democrática en 1983, con publicaciones como NotiLomas, Buenos Aires/17 y Volver a las fuentes. Comunicador de temas históricos en radios locales: FM Ciudades, FMB, AM 1580, FM Sueños. Relator de las Comisiones de Identidad Bonaerense, y otras en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Redactor en los periódicos InfoRegión y La Unión. Docente jubilado, regente y director del Instituto Lomas y profesor de Adultos. Es autor de los libros Historia general de la provincia de Buenos Aires (1998); El olvidado de Belém: vida y obra de Ramón Carrillo (2005); Ramón Carrillo: vida y obra del ilustre santiagueño; Historia Popular de Burzaco T. 1 (2009); Santiago del Estero-Belém do Pará. Una vida, un destino: Ramón Carrillo (2010); El Jazz Nacional y Popular (2017).

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