A un siglo de los “milagros” de Limpias
Arturo del Villar*. LQS. Mayo 2019
Por la mañana, muchas de las personas que visitaron el templo de Limpias se dieron cuenta de que la imagen movía repetidas veces los párpados; al observarlo, se produjo entre los fieles gran confusión…
Todavía hoy siguen yendo peregrinaciones a la villa cántabra de Limpias para visitar la iglesia parroquial de san Pedro, donde se expone en el altar mayor un retablo en madera policromada del siglo XVIII, en el que hace un siglo algunos fanáticos aseguraron observar acontecimientos sobrenaturales. Hasta la sublevación militar de 1936 las peregrinaciones fueron constantes, principalmente llegadas de Hispanoamérica; después de la contienda y con la guerra mundial activa, descendieron mucho las visitas y se fue perdiendo esa superstición, aunque no ha desaparecido por completo. Es verdad que a la economía del pueblo le viene bien ese turismo milagrero, de modo que no le interesa cortarlo, sino todo lo contrario.
La imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, que tal es el nombre oficial de la imagen, es una talla de tamaño natural, colocada sobre una cruz que mide 2,30 metros de alto. A la izquierda se encuentra la conocida como Virgen Dolorosa, y a la derecha una presunta reproducción del apóstol san Juan. Es el retablo clásico de la crucifixión, que se encuentra en la mayor parte de los templos catolicorromanos. El 30 de marzo de 1919 unas visionarias aseguraron que habían observado cómo la imagen del Cristo movía los ojos para ambos lados, y que sangraba y sudaba. La noticia se extendió por el pueblo primero, y por la provincia, entonces llamada de Santander, después.
El momento era propicio para el fanatismo. El 30 de mayo de 1919, estamos a punto de solemnizar el centenario, el rey Alfonso XIII de Borbón consagró a España al corazón de Jesús, con los aplausos del dictador del Vaticano y todos sus acólitos españoles. A la secta catolicorromana y a la monarquía les ha convenido siempre mantener fanatizada a la población, para que no piense y se comporte como un rebaño obediente.
El cura cómplice
A partir del 24 de abril de 1919 llegaban diariamente peregrinaciones a Limpias, y la imagen no defraudaba sus esperanzas, porque se decía que miraba fijamente a cada uno de los visitantes, y además sudaba y sangraba a la vista de todos. El cura párroco tomó la costumbre de encaramarse a una escalera cuando más gentío llenaba el templo, para acercarse a la cara de la imagen y pasarle un pañuelo por ella. Al descender lo mostraba efectivamente empapado en sudor. No había tenido la precaución de enseñarlo seco antes de la escala, pero ese detalle era una minucia sin importancia.
Y más difícil todavía, como en el circo: algunos peregrinos declararon haber escuchado gemidos a la imagen. Al no haberse inventado aún entonces las grabadoras, nos hemos quedado sin oír los gemidos de Cristo en la cruz. Porque ahora ya los fieles son más cautos, y se limitan a contar que la madera los ha mirado con una gran expresión de dulzura, pero ya no mencionan sudores, sangrados y gemidos.
Para ilustrar este comentario copio lo publicado en el diario monárquico-fascista Abc de Madrid, el lunes 5 de mayo de 1919, página 19, sobre una peregrinación al templo el día anterior con llegada en tres trenes especiales desde la capital de España, abarrotados de crédulos convencidos de la veracidad de los prodigios que estaban seguros de contemplar; entre ellos iba el cronista:
Después de rezar el rosario y durante la celebración del solemne Vía-Crucis, la milagrosa imagen del Cristo de la Agonía repitió el prodigio, ya conocido.
Numerosas personas observaron que la imagen movía los ojos hacia ambos lados.
Algunos sacerdotes se desmayaron al presenciar el milagro.
Por la mañana, muchas de las personas que visitaron el templo de Limpias se dieron cuenta de que la imagen movía repetidas veces los párpados; al observarlo, se produjo entre los fieles gran confusión.
De modo que los curas eran todavía más impresionables que sus feligreses, hasta el punto de desmayarse cuando sentían sobre ellos la mirada de la madera. Tal vez temían que descubriera sus pecados y los castigase allí mismo. Probablemente se produjeron escenas dignas de ser reproducidas para la posteridad, aunque lamentablemente entonces tampoco existían las cámaras poseídas actualmente por cualquier turista. Debía resultar muy espectacular ver a los curas espatarrados en mitad del templo. La idolatría produce escenas asombrosas.
Existe documentación
No necesitaré decir que nunca he ido a Limpias, ni pienso ir, porque me duele comprobar el fanatismo del pueblo engañado por los curas. Por descontado, no creo en esas presuntas escenas sobrenaturales protagonizadas teóricamente por la madera. Sin embargo, debo decir que existía constancia documental de los supuestos acontecimientos milagreros, y probablemente se conservará intacta. En la sacristía estaban recogidos en varios libros los inexplicables supuestos sucesos milagreros. Eran tan convincentes que el 21 de julio de 1921 el papa Benedicto XV concedió indulgencia plenaria, es decir, que perdona absolutamente todos los pecados cometidos hasta entonces, a quienes visitaran devotamente el templo y echaran una limosna en beneficio de los curas, que las indulgencias no son gratis, como es lógico, y menos las plenarias.
Los habitantes de Limpias defendieron siempre la milagrosidad de aquel trozo de madera policromada. El municipio aumentó su renta per cápita gracias a esa ayuda celestial, por lo que se comprende su interés en propalar los acontecimientos supuestamente sobrenaturales. A los curas también les interesa mantener el negocio, porque venden imágenes a escala de la original, y estampitas con su reproducción y unas oraciones impresas para solicitar la realización de un milagro a favor de quien lo pide, siempre que eche un óbolo en el cepillo preparado al respecto, que los milagros no son gratis, como todo el mundo debe comprender.
Aunque Jesucristo ordenó a sus apóstoles que dieran gratuitamente la gracia, porque ellos la habían recibido gratis (Evangelio según Mateo, 10:8) los clérigos no renuncian al chollo de traficar con indulgencias y cuestiones del más allá, al que representan en la Tierra, según dicen, y lo malo es que hay gente que lo cree.
De novela y copla
El tema se presta muy bien a la narración fantasiosa con un poco de inventiva. Es lo que animó a tratarlo al novelista Rafael López de Haro, muy popular antes de la guerra y sobre todo después gracias a sus novelas rosas, en las que dejaba caer su ideología ultraconservadora y su antisemitismo fascista, que le indujeron a convertirse en propagandista de los militares monárquicos sublevados en 1936. Aprovechó la oportunidad de aparecer en los periódicos y ser habitual en las conversaciones el asunto extraordinario, y en 1921 publicó una cosa titulada “Ante el Cristo de Limpias”. La cito como demostración de que los presuntos acontecimientos milagreros fueron generalmente aceptados por obispos, curas y personas de apariencia normal. No recomiendo su lectura, sino todo lo contrario. Confío en que no se habrá reeditado.
Conozco también unas coplas alusivas a los indemostrados e indemostrables prodigios, pero son tan soeces que no me atrevo a reproducirlas, para no escandalizar a los lectores de buen gusto. Dejo constancia de que los copleros también utilizaron ese asunto eminentemente popular para entretener a sus lectores.
Y tengo otro testimonio más difícil todavía de admitir, pero lo cuento tal como me lo refirió un amigo cubano, revolucionario, por supuesto, nada crédulo en los hechos sobrenaturales. Resulta que un obispo cubano hizo en los años veinte del siglo XX la preceptiva visita ad limina al Vaticano, y antes de regresar a su diócesis decidió ir a Limpias, para comprobar por sí mismo si era cierto que allí sucedían prodigios. Según el relato de mi amigo revolucionario, se convenció de que la imagen movía los ojos, sudaba y sangraba, por lo que al llegar a su diócesis se convirtió en propagandista acérrimo del Cristo de Limpias, del que encargó una copia, tanto que todavía se mantiene allí la devoción a ese trozo de madera.
* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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