Adolfo Suárez, el embalsamador del franquismo

Adolfo Suárez, el embalsamador del franquismo

 

Desde esa perspectiva, la transición española fue algo así como un proceso en el que la élite franquista le dijo a la ciudadanía: “Vosotros quedaros algunas libertades y nosotros con todo lo demás. Y mientras participáis en la política nosotros nos vamos llevando el poder a la economía”.

Lo cierto es que vista la transición desde sus resultados parece una interpretación bastante verosímil. Sólo hay que ver que la misma élite política, económica, mediática y religiosa continúa en esa posición dominante. Por eso han sido enormemente pomposos los fastos del funeral de Adolfo Suárez. Si la jerarquía de la iglesia católica decide enterrarlo dentro de una catedral es una forma de agradecimiento, porque bajo su Gobierno se firmó el concordato de 1979 que hace de la iglesia española la más beneficiada, con dinero público, de Unión Europea.

Adolfo Suárez fue un rostro amable, el escaparate de un proceso político en el que había que dejar todo atado y bien atado, sin que lo pareciera. Por una lado la Ley de Amnistía, de octubre de 1977 (atención al artículo 2º f), que blindó de impunidad a los asesinos, torturadores y demás violadores de derechos humanos de la dictadura. Previamente, el ministro de la Gobernación, Rodolfo Martín Villa, impidió que en las elecciones de junio de ese año participaran partidos republicanos y contrarios a la impunidad para los franquistas.

Por otro, el citado concordato, en el que la jerarquía católica garantizaba la continuidad de sus inmensos privilegios. También la quema de documentos, que entre los año 1976 y 1978 se llevaron a cabo por parte de la Falange, la Guardia Civil y otras instituciones, con el fin de crear una versión documental de la dictadura que fuera soportable para la democracia.Bajo el gobierno de Suárez la élite de la dictadura se apropió o legalizó como propio incontable patrimonio público; por ejemplo algunos de los pisazos más caros de Madrid (en la calle Pintor Rosales) son propiedad de importantes familias del régimen. Suárez fue impasible a los casi 400 muertos por violencia política de la extrema derecha que hubo bajo su mandato.

Durante esos años la familia del dictador recolocó su fortuna, conservó el pasaporte diplomático y consolidó sus privilegios, una vez que Juan Carlos de Borbón les concedió un título nobiliario; el ducado de Franco.

El propio uso de la palabra transición, escondía el periodo democrático anterior, las elecciones con sufragio universal masculino y femenino se llevaron a cabo durante la Segunda República. Se trataba de crear la oportunidad para que Juan Carlos de Borbón apareciera como el mago que sacó de su corona la democracia.

 

En sus años de Gobierno la policía, la judicatura, la academia, continuó inmaculada, con ese concepto de que los franquistas eran en el fondo demócratas.Y todo ese proceso se pintó con la cultura de la transición, con la movida madrileña que nos volvió modernos y con el pelo de colores de la noche a la mañana, con el amarre de una cultura progresista que ha planteado pocos conflictos con esa realidad, quizá porque los hijos del régimen, los casi únicos estudiantes universitarios en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, que han sido la élite política, económica y cultural del último cuarto del siglo XX.

La sobreactuación política en su funeral da medida del agradecimiento de esa élite. Gracias al modo en que Suárez pilotó el proceso de recuperación de la democracia continúan siendo la élite en este siglo XXI, sin que hayan pagado precio alguno por haberlo sido en una dictadura.

Los medios de comunicación y la clase política homologada por este modelo hipodemocrático, han repetido estos días que si ha sido el primer presidente democrático, que si consiguió reconciliar a los españoles y que él consiguió que todos cedieran algo por el beneficio común. Esos son los pilares de un mito que edulcora y falsifica la realidad de nuestra sociedad. Las primeras elecciones democráticas de nuestra historia, con sufragio universal masculino y femenino se celebraron el 19 de noviembre de 1933, durante la Segunda República. La
Cuando la élite política bautiza como “espíritu de” un momento histórico hay que mirarlo con lupa. Quienes hoy hablan de repetir el consenso de la transición, de recuperar su espíritu sólo pretenden que la transición que desde la crisis nos lleva a otro modelo social vuelva a beneficiar a los mismos. reconciliación es una palabra que tiene una sonido maravilloso pero que en realidad no representa nada. ¿O acaso se le puede llamar reconciliación a que permanezcan 113.000 republicanxs en cunetas, desaparecidos? ¿o a que miles de asesinos y sus descendientes disfruten de un patrimonio que les robaron a los asesinados y a sus familias?

En la lápida bajo la que yace Suárez enterrado en la catedral de Ávila puede leerse: “La concordia fue posible”. Es muy posible que la jerarquía católica se refiera a la concordia que se selló en el concordato. Gracias a él recibirá 11.000 millones de euros este año y todos los días del año, a las 05:55 horas en Radio Nacional de España, un sacerdote da un sermón. Privilegios casi medievales.

* ¡Quitándole el fuego a los dioses! 🙂

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