Agresiones sexuales, cómo se viven, cómo se entienden y cómo se atienden
¿Por qué son las mujeres quienes tienen que decir ¡NO! y ellos quienes pueden no escucharlo? parece una pregunta con respuesta obvia.
Traemos este trabajo sobre las agresiones sexuales,un Estudio cualitativo exploratorio realizado en la Comunidad Autónoma de Euskadi, que se puede extrapolar a los diferentes territorios.
Compartimos este trabajo tiene mucho que agradecer a las mujeres que participaron en los grupos de discusión. Para casi todas ellas fue la primera vez que pusieron nombre a una experiencia. Y fue difícil… pero importante. Lo más importante para quienes llevamos adelante esta tarea ha sido poder darles voz y confiar en que esa voz será escuchada.
¿Por qué son las mujeres quienes tienen que decir ¡NO! y ellos quienes pueden no escucharlo? parece una pregunta con respuesta obvia. De hecho, mientras realizábamos esta investigación, observa- mos expresiones de asombro y algunas respuestas automáticas: «hombres y mujeres somos víctimas del sistema patriarcal», «por la educación diferenciada», «porque hombres y mujeres tienen distin- tas necesidades sexuales, ellos más», «los medios de comunicación tienen mucha responsabilidad», «no hemos avanzado nada…», «agresiones aquí casi no se dan, son las chicas que se lían mucho y no saben controlar»…
Las agresiones sexuales son un delito y aparecen tipificadas como tal en el Código Penal vigente. Pero a pesar de que legalmente son una violación de la libertad sexual, en el imaginario cultural de mujeres y hombres tienen más de una interpretación y muchos matices. La violencia sexista es una manifestación de la desigualdad entre mujeres y hombres y un obstáculo para lograr la igualdad; comprenderla adecuadamente es fundamental para llegar a erradicarla. Aunque hay diversas maneras de nombrarla, el nuevo paradigma para entender esta problemática social —que no personal— normalizada hasta hace una generación, es que se trata de una conducta unilateral (de los hombres contra las mujeres) que deviene de una situación estructural de desigualdad. En la actualidad, hay una mayor conciencia y sensibilidad social sobre las agresiones que una mujer sufre por parte de su pareja o expareja, ya sea física, psicológica, sexual, económica… Sin embargo, fuera del marco de la pareja, en las relaciones de trabajo, familiares o afectivo-sexuales temporales, o sin que exista ninguna relación, se produce un conjunto de conductas agresivas que limitan la libertad, seguridad y movilidad de las mujeres. Estas conductas adoptan un matiz sexual y se pueden presentar como coacciones, acoso, intimidación, amenaza… u otro tipo de actuaciones dirigidas a doblegar la voluntad de las mujeres y forzar su consentimiento.
– 25 de noviembre día internacional contra la violencia hacia la mujer