Aldovrando se encuentra con unos burros
Aldovrando, recordando el dicho de “quien lengua tiene a Madrid viene”, se ha presentado en Madrid con esta pegatina sobre su jersey verde al lado del corazón. Espera que el triunfo sea grande y estupendo, porque la respuesta ha sido tan tremenda y buena (además de que la mayoría silenciosa, la que no sale por miedo), está con ellos. El gobierno “moloso”, animado por la prensa sátira, al instante se saca de la manga la carta de negar y agravar esa cierta noche oscura de cristales rotos intentando aterrar, reprimiendo y atacando, pues su derrota debe ser triunfo inesperado como sea; ya que, si no se presentan apresados, o malheridos quejándose con esfuerzo, no valdrá un ápice su trabajo.
Yo no me explico, se dice Aldovrando, cómo estos números del orden y represión, no se unen a las marchas del pueblo llano y en vez de defender la nebulosa de la democracia y sostener a Caco y a ese conjunto de estrecheces llamado Pesebre, salen en defensa de la Dignidad de un pueblo, contribuyendo a la victoria y socorriendo al ciudadano, no pisoteándole.
Al pasar no muy lejos del Congreso, oye a alguien que comenta: “ved allí, a los reznos, larvas de garrapata que viven parásitos y que lo único que saben hacer es la rosca, echarse a dormir en cualquier parte, aunque sea incómodamente”.
Otro, recordando al nuevo zar ruso, dice que “los Gigantones” siempre usarán la fuerza del mal y el bélico clamor de las armas para realizar sus deseos de matar, reprimir y subyugar. Este, de rota batida, se ha anexionado Crimea; el otro, de mal perder, llena los países que pisotea, de crimen y oprobio.
Mirando al cielo de Madrid en el que nunca hay estrellas, le pregunta a un manifestado que si él cree que estas manifestaciones servirán de algo, pues han sido tantas y todas se las han pasado los Molosos por el forro del sobaco de mono que les impregna y embellece. El le dice que sin jactancia, a mi modestia, él cree que sí. Que es la legítima de nuestros abuelos generosos y nobles que mandaron a los Burros al cielo, y al ser humano, Hombre y Mujer, les indicaron el punto fijo de su sitio en la Tierra y su puesto, no maniatados, ni emborrachos de corona y cetro.
Sin jactancia, esta ha sido una manifestación de las mejores, con verdadero sentido de dignidad y fraternal salero, aunque siempre, y al final, la legitimidad del gobierno sea esperar a maniatar y apresar sus hijos, y hacerles como en aquel entonces por los Molosos tan deseado, de “ir, cogerles y caparles” haciendo dogma con la iglesia tal barbarie. Y, para colmo, siempre tienen suerte, pues se les aparece la virgen de tejas abajo, o se les muere un hombre bueno, que su heredad la tiene en el cielo, no como ellos que las tienen en las Islas Caimán, en Suiza, o en el Delta del Ebro.
El manifestado le para, y le dice que si la democracia no es generosa y noble, y perdona a sus jóvenes sus diabluras cometidas, además, por nobles y solidarias causas, es que hay muchos Burros en este suelo, A la opinión del pueblo yo me atengo, y no a la maldiciente prensa, que su dicha es lograr que su Rebuzno les saque con bien y con regalos, dando chasco y buen chasco al pueblo.