Es conocido el análisis de Marx sobre la modernidad como la época histórica que ha creado las condiciones para el desarrollo de las relaciones sociales libres y emancipadas de otras antiguas servidumbres heterónomas pero que el capitalismo, asumiendo y protagonizando esa modernidad actúa constantemente negándole esa posibilidad. El sistema capitalista se hace asi una aberrante utopía, aplicada con la fe de una religión, que convierte de manera extravagante en problemas lo que deberían ser soluciones.
Así ha ocurrido con la mecanización y racionalizacio0n técnica de las fuerzas productivas que en vez de dar lugar a un menor tiempo de trabajo por ahorro de esfuerzos, provoca el desempleo o convierte el ocio en una fuente de alienación de consumismo crispado de la demanda de la industria del entretenimiento. Asi, la moda y el consumo que intuitivamente son manifestaciones de la capacidad de búsqueda de realización personal creativa, individual y libre, se encuentra como una práctica corrupta de pasividad y conformismo. Asi los cambios tecnológicos modernos de todo tipo que ofrecerían grandes posibilidades de expresión de la subjetividad se transforman sistemática y fatalmente en nuevas formas de alienación.
La misma frustración vuelve a suceder al contemplar en que van quedando las posibilidades de democratización y de relación libre que nos debería poder ofrecer el mundo de internet.
Las tecnologías de la comunicación parece que deberían abrir un ámbito republicano, es decir un nuevo espacio compartido y participado sin trabas autoritarias de dominación de otro y como una relación universal de iguales, libres y deliberantes. Perecería que se abriera -¡por fin¡ – potencialmente una verdadera Republica en el pais de Republica.com
Todos son particularmente optimistas y particularmente la gente de izquierdas ante ese nuevo terreno tan inesperadamente republicano. Se ha generalizado el supuesto sin discusión que las Tecnologias de Información y Comunicación (TIC) , de internet, webs, y demás www se desarrollan en un terreno ecuménico particularmente adecuado para que la izquierda política supere sus propias limitaciones organizativas. El activismo digital parece poner de acuerdo a personas procedentes de muy distintas tradiciones ideológicas y que hasta hoy eran ajenas a lo político y que incluso lo despreciaban. La ocasión es formidable para superar –parece ser- las caducas organizaciones procedentes de la tradición asociativa popular y política de la izquierda y ante todo y sobre todo, los maldecidos partidos políticos y sindicatos. Las esperanzas de una nueva estrategia vendrían además de lo procedente de esa red que ya habían demostrado su eficacia en el mundo profano de las “quedadas” y y que trasladado al sagrado mundo de la política se hacen convocatorias de resultados eficaces y masivos, sobreabundantes de imágenes y de asistentes. No solo se propone una “republica.com” sino además la “forma.com” de acceder a ella. Esa “forma.com” superaría no solo la practica organizativa política conocida hasta ahora sino que por hipóstasis, superaría la política misma. Los “que no somos políticos”, hacemos la “no-política”. El ciber espacio seria el lugar privilegiado de lo no-politico. La Republica se encontraría en la no-república.
La izquierda clásica, no obstante, perdona la injuria. En parte por desesperación y en parte porque como señala C.Rendueles “Con los movimientos cooperativos de Internet, la izquierda parece reencontrarse con una versión cool y tecnológicamente avanzada de su propia tradición universalista. Por primera vez en mucho tiempo, los activistas comparten argumentos y proyectos con una gran cantidad de personas ajenas a su tradición organizativa e incluso con opiniones antagónicas. La razón de fondo es que predomina una comprensión de Internet como la realización más acabada del ideal de la acción comunicativa habermasiano: individuos libres interactuando sin lastres analógicos, de modo que su racionalidad común pueda emerger sin cortapisas”.
Otro sector satisfecho por este discurso sería el de los proponentes de cambiar el mundo sin tomar el poder, los proponentes de eludir la cuestión del poder político a la manera Holloway y Day .Desarrollan una especie de mito de promoción de un anti-poder inasible que estaría en todas partes y en ninguna. La red sería el sitio y las TIC sus agentes.
Sin embargo ya comienzan a plantearse tímidamente algunas voces discordantes en esta Republica Googleniana de la libertad, la igualdad, la fraternidad tecnológicas.
En primer lugar puede dudarse que esos discursos sean los verdaderos discursos de racionalidad que deben caracterizar las acciones comunicativas legítimas o de lo auténticamente deliberativo. La cantidad y frecuencia multiplicada de argumentación en juego, incluyendo su brevedad, no significa mayor racionalidad ni inteligencia.
Por otra parte no es tan evidente su poder cuando entendemos por poder no simplemente la capacidad para actuar sino de concertarse eficazmente y durablemente para la consecución de los fines propuestos por una solidaridad organizada. El poder- como dice Hanna Artednt surge allí donde las personas se juntan y actúan concertadamente, deriva su legitimidad republicana de la reunin organizada y capaz, en caso contrario no sería sino violencia ineficaz o expresión monumental , pero inane ,de un grito.
Se elogia a la acción de las redes y actuaciones políticas de los TICs por que no poseen ningún centro de poder entendiendo como si el poder o la organización fuesen siempre obstáculo un factor obligadamente represivo y opuesto a todo esfuerzo de emancipación cuando, por el contrario, la emancipación no puede ser ajena a algún genero de adiestramiento. El problema de organización es el asunto por excelencia de l política y el poder no es siempre en política una obstrucción a la capacidad de libertad sino constitutivo de toda capacidad. Es un prurito heredado de concepciones que estuvieron vigentes en la reflexión política posterior a los años 45 y 68 que toda institución estable organizativa es sinónimo de represión. Parta este enfoque, la acción política ideal es entonces la red y las comunidades TIC.
Entre las primeras contestaciones tímidas, se va señalando que las comunidades y movimientos que se generan en Internet, a pesar ser este instrumento tan glorificado por tantos analistas como una nueva forma esperanzadora de praxis política eficaz, como todo lo de este ámbito, no están concebidas para perdurar. Es fácil sumarse a sus convocatorias pero también es fácil irse y abandonarlas en el momento en que la atención, los humores y las modas derivan la atención en una dirección distinta. Esas comunidades son llamadas “redes” muy significativamente por su la inconsistencia de su contenido, y. como las redes, enganchan pero no tienen cuerpo. Lo concebido en ellas, se compone y se descompone, se agranda y reduce, son cambiantes, frágiles y efímeras. El mantenimiento de los amigos,- numerosísimos,- y de partidarios, no exige ningún compromiso a largo plazo. El perpetuo estado de transitoriedad de lo que ahí nace determina su contenido: fútil, ligero. Incluso su mensaje electrónico – soporte privilegiado de lo que se activa- debe acortarse y simplificarse. El mensaje se reduce a consigna y frase. Cualquier profundidad se “ surfea” en vez de ahondarse.. Su celeridad de disponibilidad inmediata paga como precio la reducción drástica de su significación, contenido, estabilidad, profundidad o rigor. En cuanto se debilita una atención, que no se ha exigido , surge la fatiga. Sin vincularse a ningún compromiso estable la atención languidece y deriva hacia otro mundo después de no haber dejado sino una huella de fugaz espectáculo. Se movilizan miles, como miles son los “amigos” que pueden hacerse en facebock en una semana, muchísimos más que los amigos que se tienen en toda una larga vida. Porque en esas redes ni son amigos, ni es vida , ni es política. La republica.com no es república.
Muchos saludaron la sustitución de comunidades a la vieja usanza por estas nuevas redes de internet como un gran salto adelante en el recorrido histórico de la liberta individual. Otros muchos han saludado la praxis política que en ella se genera como el prototipo de acción genuinamente democrática y libre de burocracias y controles de las vieja usanzas políticas. Pero las mismas características de esas redes y de lo que en ellas nace exigen el pago de un alto precio : la de que las redes de internet y sus productos son incapaces de prometer o mejor, de cumplir lo que prometen, con alguna credibilidad. Entonces, paradójicamente les sucede lo mismo que estos movimientos achacan a instituciones de vieja usanza como son los políticos y sus partidos o los sindicatos: que no son de fiar. Lo mismo que están dejarán de estar y nadie les pedirá cuentas del incumplimiento de lo que prometieron y promovían.
Uno de los símbolos gráficos mas populares de ese activismo político de red es muy significativo: la máscara de Anonymus, es decir una máscara que esconde y tras la cual el activista se oculta y no quiere hacerse responsable. Sin rostro identificable, no debe rendir cuentas. En esa república estamos, pues, muy lejos de la parresia de la polis democrática griega, la libertad de hablar con franqueza responsablemente y sin temor. Estamos muy lejos igualmente de otra de las instituciones ejemplares de aquella democracia vinculada a esa libertad de hablar y ser capaz de rendir cuentas personalmente de sus actos: la graphe paranomon. Todo aquel que presentaba un propuesta que, una vez aprobada, rersultaba ser ilegal, debía pagar su responsabilidad y ser multado por el error.
Tambien se ha señalado que el debate en el terreno webb, en vez de dar lugar a tolerancias y a consideración de perspecrtivas diferentes que podrían suponerse de la multiplicidad de argumentos presentes que harían relativizar las posiciones categóricas en principio, muy al contrario, tiende a generar polarización de grupos y crispación tenaz sobre las propoias posiciones por carencia de la empatía personal que se da en la conversación cara a cara y por la brevedad de la formulación argumentativa que se asemeja mas a una consiga lanzada como una piedra que a una dialéctica. Parece como si los discursos- ante ausencia del rostro y de la persona del oponente- se hicesen monologos autoafirmativos y ecos de la propia voz. Investigacio0nes realizadas han mostrado que en esos ámbitos de intervenciones breves- a semejanza de las de los tertulianos de programas TV- se desarrolla un ambiente muy polémico con opiniones extremas de un bando y otro.( 3) Frente a esta experiencia no cabe adoptar un optimismo ciego de que por los foros de la web se entable la deliberación óptima que falta en otros foros institucionales como los parlamentos o el interior de los partidos políticos a los que se les reprocha que no son verdaderos lugares de deliberación democrática sino de exposición de posiciones ya tomadas. En estos mares también hace aguas la Republica.com
¿Son los ciudadanos practicantes y militantes de las redes www la ciudadanía activa y virtuosa, preocupada por el interés común y los asuntos públicos que propone el republicanismo? Nada parece menos evidente. Como ha resaltado Cesar Rendueles: “Internet desincentiva el compromiso político. Tanto la abundancia de opciones de entretenimiento, como el tipo de relación social lábil que puede ofrecer una comunidad online es incompatible con la implicación política densa que exige la oposición a un régimen autoritario y represivo.. La aparente ultrapolitización del ciberespacio público se basa en un malentendido. El auge del activismo en Internet –la infinidad de campañas, grupos de Facebook, solicitudes de adhesión o, sencillamente, información– tiene el efecto paradójico de degradar la relación política, en la medida en que exige un nivel de compromiso personal extremadamente tenue.” (1)
Interrnet fomenta que la gente mantenga opiniones contundentes sobre casi todo, pero no que actúe en consecuencia. Más bien al contrario, la saturación de información lleva a posponer las decisiones cruciales, la abundancia de opciones limita el compromiso. En política, y particularmente los que se encuentran inmersos en la militancia de izquierdas, sabemos que constantemente se asumen riesgos y que sólo en lo que tradicionalmente se ha llamado por la izquierda “ combate” es donde se adquiere la sabiduría que requiere la acción política.
Por el contrario, la actividad política digital en general, poco tiene que ver con esa clase de implicación sin profundidad, más bien guarda un parentesco cercano con el resto de dinámicas narcisistas que regulan la red. Contrastando con la experiencia militante hecha de tenacidad, paciencia, trabajo duro cotidiano, moderación en la victoria o resistencia en la adversidad, una lucha en que muchas veces se pone en juego la situación laboral personal y el equilibrio familiar, el activismo digital proporciona una militancia fácil y una coartada oportuna. Es el sacrificio menos doloroso, adherirse con una firma o multiplicar una opinión por facebock que ahorra un costoso trabajo de militancia permanente. Si los psicólogos tienen razón y la mayor parte de las gente apoya las causas políticas sencillamente porque eso les hace sentirse bien, (2), estamos muy lejos de la organización política o sindical que al mismo tiempo era una pedagogía, una escuela de ciudadanía, un lugar de cultura y educación donde el militante paga su cuota, se encarga del cobro, reparte las octavillas, aprende a reunirse y al uso ordenado de la palabra, levanta actas de las sesiones, se distribuyen tareas y responsabilidades, se rinden cuentas y se vota y elige, …y no basta la asistencia a monumentales “ quedadas”. En suma, se ejercen las actividades de una pequeña república, que es la polis civica de la organización politica o sindical. Se trata de una paideai republicana de iguales y de praxis política en la que las izquierdas y los movimientos obreros siempre han destacado con su excelencia. No es el tiempo de octavilas, pero continua siendo el de la exigencia de un vivere civile, de una virtud republicana, una responsabilidad acompañada de tesón, estudio y coherencia que no se agota en las pantallas de los ordenadores. La virtud republicana se alimenta – como todo lo politico- de philia, la amistad , que Aristóteles unía necesariamente al concepto de la misma exsistencia de la polis. Para la philia es inevitable el cara a cara.
¿Han encontrado un aliado privilegiado en las herramientas digitales de comunicación, las estrategias de democratización? Tampoco parece que pueda afirmarse con una minima certeza.
No hay buenas razones para pensar que Internet favorece a los oprimidos y no a los opresores, más allá de una creencia irracional en el poder emancipador de la comunicación online: “Los políticos occidentales están perdidos en las brumas del ciberutopismo, una creencia casi religiosa en la capacidad de Internet para hacer cosas sobrenaturales, desde erradicar el analfabetismo en África a organizar la información mundial”.(2)
No debe pensarse que las fuerzas de la reacción son mancas. Por el mismo camino y el mismo espacio virtual de las redes que circulan los activistas circulan también lasa fuerzas de la represión yh la dominación. Es mas, usando los mismos instrumentos que aquellos utilizan como herramienta para difundir sus mensajes se facilita a los represores la posibilidad de localizar, infiltrarse en sus organizaciones, o desvirtuarlas. El fenómeno de el “ topo” policial de larga experiencia histórica en los movimientos obreros , que incluso se alza con liderazgos en las organizaciones de izquierdas, es extremadamente fácil allí donde no hay rostro ni necesidad de disfraz material sino de disimulo verbal. La misma eficacia y celeridad electrónica de la herramienta informática facilita la censura que puede alcanzar una mayor sofisticacion, hoy es posible vigilar con herramientas automatizadas una enorme cantidad de textos y comunicaciones o bien recurrir a sistemas de vigilancia de la disidencia que ni los mejores servicios policiales tradicionales podían soñar. Las redes sociales permiten a los gobiernos y a sus acólitos intervenir y sabotear mediante estrategias coordinadas de trolling toda clase de foros y comunidades:”la democratización del acceso se ha convertido también en la democratización de la censura”.(1)
No es inoportuno traer aqui la lúcida advertencia de M.Foucault sobre el empobrecimiento del mundo relacional. A los dispositivos de poder les interesa esa pobreza porque un mundo de relacion rica seria extremadamente complicado de gobernar. Enefecto, las relaciones extremadamente esquematizadas que se producen en el ámbito .com serian , por el contrario, en ese aspecto idóneas para los fines de dominacion de los actores socialmente poderosos.
Los partidarios de una estrategia política emancipatoria de ignorar el poder y las organizaciones e instituciones politicas para cambiar el mundo, que encuentran la www. el lugar óptimo para el desarrollo de su propuesta deberían reflexionar asimismo en este ejemplo de ciberespacio. El ciberespacio no es algo mágico y una cosa diferente es la ilusion de conseguir que desaparezca por encantamiento aquello contra lo que no logra uno enfrenarse por los medios reales y otra cosa es que la dominación se evapore. La cantinela que apela a Gramsci como si la web hubiese de ser la fabrica de hegemonía no aciertan con Gramsci. En Gramsci una hegmonia no significa eliminar la lucha de clases ni esquivar la cuestión del poder institucional e instituido. Quienes quieren ignorar la cuestión del poder no escapan a él. Al no querer conquistarlo, corremos el riesgo de que él nos conquiste a nosotros.
Notas:
(1).- César Rendueles. que reseña dos libros (Morozov y Lanier respectivamente) Fuente original Teknokultura (Revista de Cultura Digital y movimientos sociales). Texto bajo licencia Creative Commons 3.0 BY-NC-SA).-Reseñas: Evgeny Morozov, The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, Nueva York, Public Affairs, 2011 | Jaron Lanier, Contra el rebaño digital, Barcelona, Debate, 2011.
(2).-Evgeny Morozov, The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, Nueva York, Public Affairs, 2011.
(3).-Cass R. sustain. “ Republica.com”-Paidos 2003.