Alentador diálogo en Caracas: guerrilla del ELN y gobierno de Petro
Por Marcos Salgado*. LQSomos.
En un exclusivo hotel aislado en el parque nacional Waraira Repano, entre Caracas y el Mar Caribe, comenzaron esta semana los diálogos de paz entre el gobierno colombiano de Gustavo Petro y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, el ELN.
En una conferencia de prensa se mostraron los negociadores de lado y lado, junto a representantes de los gobiernos garantes: el Reino de Noruega, la República de Cuba y el país anfitrión de esta primera ronda: la República Bolivariana de Venezuela.
El negociador por ELN, Pablo Beltrán, dejó claro qué es distinto esta vez, comparado con los intentos anteriores de dialogar: “ahora en Colombia hay un gobierno de izquierda, progresista”, remarcó.
«Esta mesa debe ser, y apuntamos a que sea, un instrumento de cambio, de esa ola de cambios que pide la sociedad colombiana, y esperamos no fallar a esa expectativa», dijo Beltrán.
Por el lado del gobierno se presentó una delegación variopinta, en donde están representados también sectores de la oligarquía colombiana, como los ganaderos y terratenientes. El jefe negociador por el gobierno es Otty Patiño, un ex jefe del M19, una guerrilla que se desmovilizó en 1990, y de la que el presidente Gustavo Petro formó parte.
“Hay confianza a primera vista, optimismo. Este primer encuentro deja un optimismo razonable. La confianza que tenemos en este proceso se ha afirmado”, dijo Patiño, con el comisionado de paz del gobierno, Iván Danilo Rueda sentado a su lado.
«Tenemos un horizonte de diálogo para dirimir, para pactar. Estamos seguros y percibimos que hay una disposición», dijo Rueda.
La primera ronda de negociaciones se extenderá hasta mediados de diciembre en Caracas, y luego está prevista otra rueda, en otro de los países garantes.
A pesar de las altas expectativas, de lado y lado se sabe que el proceso es complejo y hay muchos intereses puestos en que fracase. En la montaña todavía resuenan las palabras del embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, quien aseguró que el ELN puede considerarse “una guerrilla binacional”. Del lado venezolano no hubo respuesta ni protesta, seguramente para apostar a lo importante: que el dialogo avance y se alcanza la tan ansiada paz.
Antecedentes
Tras una suspensión de más de cuatro años, el gobierno de Colombia y el guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) reanudaron las negociaciones de paz. El anterior presidente colombiano Iván Duque, ordenó la suspensión de los contactos con ese grupo como uno de sus primeros actos de gobierno, en septiembre de 2018.
Duque desactivó así el proceso pacificador comenzado en 2015, al calor de la negociación que culminó con el histórico acuerdo de paz firmado en Bogotá por la gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Pese al acuerdo desconocido por Duque, que pudo representar un avance para terminar con la prolongada violencia que ha azotado a Colombia desde principios de los años 70 del siglo pasado, han persistido las razones sociales profundas que nutren al ELN, a remanentes de las FARC que se negaron a desmovilizarse y a varias organizaciones delictivas vinculados con el narcotráfico y el paramilitarismo.
Conseguir que el ELN se convierta en un partido político es solo el inicio de lo que Petro llama la paz total, que supone acabar con todos los grupos armados del país. Una tarea titánica en un lugar como Colombia, que ha ido superponiendo un conflicto a otro a lo largo de su historia. Con estas negociaciones en Caracas, el Gobierno pretende que los guerrilleros entreguen las armas, pero el siguiente paso es que lo hagan narcotraficantes y criminales de todo tipo.
En ese contexto, la reactivación de las negociaciones entre el gobierno y la única organización reconocida como una insurgencia propiamente política resulta fundamental para avanzar en la pacificación del país. Una de las propuestas centrales del programa de gobierno que Gustavo Petro en su campaña electoral fue la reactivación del proceso de paz, así como emprender una lucha consistente para atacar las raíces de la violencia.
Petro militó en el Movimiento 19 de Abril, M-19, pionero en la determinación de negociar el desarme y la desmovilización y emprender, desde 1990, la lucha política y electoral. La pacificación fue tramposa y cientos de sus militantes fueron asesinados por sicarios de la oligarquía, incluido su candidato a la presidencia, Carlos Pizarro.
Tres décadas después, el reinicio de las conversaciones con el ELN, es esperanzador para la consecución de una paz con la que Petro se comprometió y que Colombia necesita con urgencia.
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* Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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