Algunas reflexiones sobre los resultados de las elecciones generales 28-A
Pedro Casas*. LQS. Abril 2019
Las organizaciones populares podrán, o no, jugar también su papel frente este nuevo escenario institucional
El análisis del comportamiento electoral dibuja algunas características ya conocidas, y otras novedades que en un análisis rápido se pueden observar:
Moderación del electorado: Las periódicas encuestas del CIS registran al electorado mayoritariamente en un centro ligeramente escorado a la izquierda, huyendo de los extremos.
Tópicos que de nuevo caen: Hasta amplios sectores de la izquierda se tragan los tópicos extendidos por los grandes medios de comunicación, sobre si somos ignorantes y borregos. A pesar del franquismo sociológico que todavía padecemos, y de la “reserva de la espiritualidad” que nos han querido vender, se trata de un país muy tolerante (véase el matrimonio igualitario o los mínimos episodios de xenofobia), y que en ocasiones se coloca a la vanguardia de la movilización mundial (guerra de Irak, feminismos).
Participación: Se confirma que la bolsa de abstención que fluctúa de una elección a otra, principalmente es de votantes de izquierda, que en este caso se han movilizado ante la amenaza de la irrupción de la extrema derecha, aportando más de 1 millón de votos nuevos al bloque de la izquierda (sin incluir los partidos soberanistas).
El bloque de izquierda gana, por muy pocos votos, gracias a esta movilización de votantes abstencionistas que han apoyado el guiño social y la política de distensión practicada por el gobierno de Pedro Sánchez. El PSOE que ha ganado las elecciones es que se negó a apoyar al gobierno del PP, y que gritaba “con Rivera no” a las puertas de Ferraz.
El bloque de derecha se ha repartido sus propios votos en tres candidaturas, siendo penalizado por una ley electoral que en otras ocasiones le ha favorecido claramente.
El PP se ha hundido al dejarse llevar al terreno de la extrema derecha propiciado por la irrupción de VOX, olvidando que tanto Aznar como Rajoy ganaron al presentarse con un perfil moderado (conviene recordar la “pinza” que decían hacía Aznar con Anguita, y los presos vascos que trasladó, por ejemplo, en su primer gobierno).
Ciudadanos viró algo el rumbo hacia un centro liberal demasiado tarde; seguramente si lo hubiera hecho antes, y se hubiera salido del trifachito, habría superado al PP.
Unidas Podemos ha perdido gran parte del atractivo rupturista con el que nació (también han cambiado los tiempos, es verdad), resultando una fuerza política poco ambiciosa, tanto por reducir su discurso a que se cumpla la Constitución, como por aceptar su papel subordinado al PSOE.
La extrema derecha de VOX entra en las instituciones, con menos fuerza de la prevista y de la que se está dando en países europeos y del mundo entero. Su patética falta de discurso y programa (la tauromaquia y la caza eran ejes destacados en las declaraciones tras los resultados electorales) augura un recorrido muy corto a esta formación, a no ser que cuenten con nuevos asesores y abundante financiación.
Los partidos soberanistas crecen espectacularmente en estas elecciones, lo que tendrá una influencia importante en la gestión del tema territorial en los próximos años.
Esto, entre otras cosas, ha ocurrido en la esfera de las formaciones políticas. Ahora los grandes poderes económicos de dentro y fuera, se encargarán de orientar su futuro, para que el sistema se perpetúe.
Las organizaciones populares podrán, o no, jugar también su papel frente este nuevo escenario institucional. Como siempre, la correlación de fuerzas (o debilidades) será la que determine el devenir de la historia y de los avances o retrocesos en los derechos sociales y políticos que tan amenazados se encuentran.
– Ilustración de Acacio Puig
* Activista social. Miembro de la asamblea de redacción de LoQueSomos
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