Alimentación, biodiversidad y sostenibilidad
Los pasados 18 y 19 de diciembre la Unión Europea organizó unas jornadas sobre alimentación y sostenibilidad. De todos es sabido que la Oikos Nomos (Economía) está muy enferma y ha entrado en una fase que desborda los marcos nacionales para adentrarse en grandes áreas del planeta, con una espiral destructiva que ya afecta a millones de personas. Y que la Unión Europea vuelve históricamente a fallar, anteponiendo los intereses de unos países frente a otros, a los de un proyecto social común de los pueblos que aquí habitamos…
Esta vez la reunión de Bruselas era para adentrarnos en el Oikos Logos (Ecología). El actual sistema alimentario –desde la producción y el transporte hasta los elaborados, cocina e ingesta– es responsable de más de un 43% de la huella ambiental. Para hablar claro: muy responsable de que el clima del planeta cambie; muy responsable de la deforestación en masa; muy responsable de que el agua sea cada día más escasa; muy responsable de que la propiedad de la tierra se concentre en muy pocas manos y que los mares se "sequen" de pesca; muy responsable de la especulación de los precios de los alimentos básicos, que están en la base de los conflictos mundiales… Y muy responsable, también, del deterioro de la salud humana, que en el caso español afecta ya a la esperanza de vida (comienza a declinar).
Si los problemas de la economía son graves, los de la ecología son peores. Porque uno puede llegar a vivir pobre, pero no puede vivir con una bacteria e coli que empieza a resistir a los antibióticos. No puede vivir con unos ríos con aguas repletas de productos químicos verdaderamente nocivos para el hombre, lo que hace del agua embotellada privatizada un negocio deslumbrante en el mundo actual. No podemos vivir con unos mares esquilmados y una ganadería industrializada orientada a la ingesta de granos, con emisiones de CO2 y metano masivas, que desencadenan un calentamiento global responsable de lluvias torrenciales o incendios en masa. Y no podemos vivir con la desaparición de la biodiversidad y el riesgo de que aparezcan en escena virosis violentas (los virus se propagan rápidamente en sistemas biológicos simples, poniendo caos en sistemas de orden para reiniciar la diversidad como forma de abrirse paso la vida). No puede vivir la humanidad concentrada en grandes ciudades –en las que un 70% de la misma aspira a vivir–, asfaltando cuanto le viene en gana y llenando todo de desechos (hasta en la capa espacial cercana a la tierra, se acumula ya la basura).
Tras este fenómeno se encuentra la gran concentración de poder de unas pocas multinacionales que nos echan de comer como a las granjas de cerdos, haciéndonos creer que vivimos en una época de libertad de comercio y de libertad de los productores de alimentos (eso dice la poderosa Monsanto cuando proclama que debemos dar libertad a los productores para colocar sus semillas resistentes al glifosato, herbicida sistémico heredado de la deforestación de la guerra del Vietnam).
En toda la historia de la humanidad, jamás el hombre había utilizado para su provisión menos especies y variedades, en una agricultura deshumanizada y fuertemente mecanizada. Las especies y variedades salvajes desaparecen aceleradamente. Todo un cataclismo… El drama se concentra en la acción humana, que abre y socava su propia tumba por efecto de una economía alimentaria basada en el corto plazo, en la estandarización mercantilista de los grandes lineales, frente a una naturaleza que actúa a larguísimo plazo.
Los que deseen estudiar las intervenciones de las jornadas de Bruselas pueden hacerlo en la página web de la iniciativa Mensa Cívica de España, que trata de emular el gran movimiento civil de Inglaterra y Dinamarca que promueve nuevas formas de alimentarse y de comer: http://mensacivica.com/newspost/encuentro-en-bruselas-sobre-alimento-y-sostenibilidad
Jorge Hernández. Manager de la Mensa Cívica y presidente SlowFood Zaragoza. http://www.mensacivica.com