Antioxidantes contra radicales libres

Antioxidantes contra radicales libres

Nuestro organismo se nutre de oxígeno mediante los pulmones y de los alimentos por medio del aparato digestivo para producir energía, de la misma forma que se produce energía y calor al quemarse la leña de una chimenea. En ambos procesos se consume oxigeno y a esto lo denominamos “oxidación”. Al igual que en la chimenea, después de quemarse la leña queda como residuo la ceniza, de las células de nuestro organismo lo que queda son los radicales libres.

¿Qué son los radicales libres? 

Se trata de moléculas a las que les falta un electrón lo que las torna inestables, muy reactivasy dañinas. Al faltarles ese electrón, lo toman prestado de otras moléculas y producen así otrosradicales libres más y se extienden en cadena, robándose electrones unos a otros en lo que se llama reacciones de oxidación.

Hoy está plenamente demostrada la influencia de los radicales libres en el origen y desarrollo de casi todas las enfermedades degenerativas que afectan al ser humano: cáncer,  enfermedades cardiovasculares, afecciones inmunitarias, artritis, cataratas y, en general, todo el proceso del envejecimiento.

Los radicales libres no solo provienen del metabolismo normal del organismo sino también de infinidad de ataques medioambientales que recibimos (las radiaciones ionizantes, el ozono, el consumo de tabaco, alcohol, medicamentos, dietas altas en azúcar, grasas hidrogenadas, alimentos muy procesados y tratados excesivamente con calor, pesticidas, metales tóxicos y también por virus, bacterias, parásitos, etc.

¿Cómo se neutraliza su efecto dañino? 

Como los radicales libres son tan dañinos para el organismo, la naturaleza ha diseñado un sistema para neutralizarlos. Se producen dentro de la célula sustancias denominadas “antioxidantes” que son moléculas que ceden un electrón a los radicales libres para rehabilitarlos, pero siguen siendo estables incluso con un electrón menos y convierten a los radicales libres en moléculas que ya no son dañinas.

Los antioxidantes no solo se producen dentro de la célula sino que también pueden ser ingeridos en la alimentación. Hay muchos alimentos ricos en antioxidantes: el chocolate, el té, el vino pero, sobre todo, las frutas y las verduras crudas.

La cantidad de antioxidantes que es capaz de producir la célula depende de la edad del individuo, de sus características genéticas, de la calidad de alimentos que consume y de otros factores como por ejemplo el estrés. Los organismos que consumen y producen niveles de antioxidantes superiores a los normales disfrutan de mejor salud, enferman menos y en ellos se retrasa considerablemente el envejecimiento. Esta conexión ha sido claramente investigada y comprobada.

Cuando el cuerpo enferma o envejece se produce un gasto fuerte de antioxidantes por lo que es necesario procurar que la dieta sea lo más rica posible en los mismos. Los antioxidantes más conocidos aportados por la alimentación son la Vitamina C, el betacaroteno y otros bioflavonoides, la vitamina E y el selenio pero existen muchísimos más. Hoy en día se conocen cientos de ellos, muchos con poder antioxidante superior a los anteriormente enunciados como el extracto de semilla de uva, el ácido alfa lipoico (se encuentra en espinacas, coles, cerealesintegrales y levadura de cerveza), la curcumina (presente en el curry y la mostaza) y la coenzima Q-10 (se obtiene de pescados, aceites de pescados, nueces, pero en cantidades significativas sólo en el hígado).

Se ha demostrado en trabajos científicos que consumir antioxidantes en dosis superiores a las que aparecen normalmente en los alimentos y a las consideradas convencionalmente como mínimas, reduce la incidencia de las enfermedades degenerativas, se aceleran los procesos de curación del organismo y se reducen de forma importante los efectos secundarios de tratamientos agresivos con corticoides, antibióticos, antiinflamatorios no esteroideos, quimioterapia, radioterapia, etc. Muchas veces dichos tratamientos no producen efectos secundarios apreciados a simple vista pero suelen ser causa de estrés muy diverso sobre órganos fundamentales (hígado, riñón, etc).

Para tener un surtido de estas sustancias maravillosas nada mejor que, todos los días, tomar al menos cinco porciones entre frutas y verduras, a ser posible cada una de un color. Está bien tomar una buena lechuga verde aliñada con aceite de oliva, pero si añadimos alguna hoja de lombarda picada de color morado (ácido alfa lipoico), tomate o pimiento rojo (licopeno), zanahoria color naranja rallada (betacaroteno), trocitos de blanca manzana (quercetina), no habrá radicales libres que se resistan.

Fuente: La Garbancita ecológica.

Jorge Izquierdo

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