Apuntes de un artículo sobre China
Por Acacio Puig. LQSomos.
El artículo de Pedro Barragán, ¿Es China un país capitalista?, publicado ayer en esta web, tiene el doble interés de destacar los enormes avances de la República popular China (RPCh), desarrollo económico y justicia social, simplificando: PIB + renta per cápita, en el contexto occidental en que ese avance se distorsiona y se presenta como la amenaza a la actual hegemonía en declive y en que todo vale, para reforzar una estrategia de descrédito y demonización. Además, el artículo reintroduce el debate sobre el Socialismo ¡que falta hace hoy en día!.
La RPCh es un gigante que avanza rápido y aboga por un mundo multipolar, lo que, en geopolítica de Paz, constituye una posición progresista que importa apoyar. Sin embargo, no es tan evidente la conexión automática entre desarrollo y socialismo. En todo caso, dependería de lo que entendamos por socialismo, en tanto que proyecto emancipador integral del género humano.
La socialización de los medios de producción -como “orientación estratégica” conceptualizada en el Manifiesto- no fue el corsé que colapsó el desarrollo de la URSS y tampoco las Democracias Populares.
En el primer caso, al “comunismo de guerra” siguió la NEP (Nueva Política Económica) leninista que abrió progresivamente espacio a una economía mixta de hecho (mercado+ sectores públicos) y que no funcionó tan mal, como se constató a la hora de privatizarlos y transformar a los históricos gestores -“representantes” de los intereses proletarios- en propietarios capitalistas a secas. La URSS no implosionó por miseria económica, sino por motivos múltiples y complejos.
En cuanto a las Democracias Populares, reventaron por la corrupción, autoritarismo y dependencias de los sectores públicos burocráticamente “socializados”. Países mejor posicionados, como la Yugoslavia federada por Tito (que integró economías mixtas y apuntes de autogestión) fueron “reventados” por las intervenciones occidentales y finalmente por la guerra destinada a la fragmentación del país… un lamentable “éxito” del capitalismo occidental.
La India, que no ha vivido un período revolucionario de orientación socialista, es otro gigante que crece: a pesar de sus 400 millones de pobres y ya cuenta con 450 millones de gentes calificadas como como clases medias, con fuerte capacidad de consumo y el país avanza en PIB, en renta per cápita y en capacidades exportadoras tecnológicas y de todo tipo, incluida la reventa a occidente de petróleo de procedencia rusa.
Desde luego que desarrollo económico y justicia social son condiciones necesarias para el socialismo, al menos para un “socialismo no descalzo”. Pero ¿son condiciones suficientes? Porque un honesto proyecto tecnocrático, integrador de políticas de reparto justo y de apaciguamiento de brechas, campo-ciudad, ricos-pobres, puede no ser más que una versión actual y humanizada del histórico “despotismo ilustrado”.
Si damos importancia a aquello de que “la emancipación de los trabajadores será (o deberá) ser obra de los trabajadores mismos”, y el socialismo del siglo XXI debe darle toda la importancia a esa idea, equilibrando representación y democracia directa, resulta muy necesario el desplegar el máximo esfuerzo para la movilización de toda la energía social en la mejor versión de “que se abran cien flores” de modo que como decía el Manifiesto Comunista la vieja sociedad burguesa sea sustituida por “una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”.
* Artista plástico. Militante de la izquierda revolucionaria, represaliado por el franquismo, activista memorialista de la Asociación “En Medio de Abril”. Miembro del Colectivo LoQueSomos
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