Argentina y las milicias digitales de Milei
Por José Steinsleger*
El reciente ascenso de Javier Milei a la presidencia de Argentina ha sido impulsado por una combinación de redes sociales y un discurso libertario. Este artículo explora las implicaciones de su victoria y las estrategias digitales que contribuyeron a su éxito.
Un análisis del impacto de las redes sociales y la política digital en la victoria de Javier Milei, y cómo estas herramientas han transformado el panorama político en Argentina.
Uno. El análisis de cualquier disciplina asume ineludibles desafíos cuando analiza, valga la redundancia, las partes constitutivas de lo investigado. Pues según la teoría, analizar significa descomponer algo para comprenderlo mejor. Con salvedad, claro, de si este algo consiste en echar luces sobre el descompuesto Javier Milei, personaje con innegables trastornos sicoemocionales, y a quien más de la mitad de los argentinos eligieron (sin darse cuenta, quizá), para conducir el incierto destino del gran país sudamericano.
Dos. Como fuere, quitemos carga al pesimismo y repasemos los hechos. En los comicios presidenciales de octubre, el seudoperonista Sergio Massa cosechó 36.78 de los votos en primera, superando ampliamente a los seguidores de Milei (29.99). Pero en el balotaje buena parte de las derechas (30.54) apoyaron a La Libertad Avanza (sic), volátil agrupación seudolibertaria, sin estructuras ni dirigentes, que terminó ocupando la presidencia junto con la actual vice Victoria Villarruel, abogada de los genocidas sentenciados por crímenes de lesa humanidad durante el régimen cívico/eclesiástico/militar (1976-83).
Tres. Hasta 2015, nativos y foráneos de distinto pelaje habían ponderado los logros culturales y políticos de los gobiernos ¬kirchneristas en educación y salud pública, organización social, prestaciones sociales, derechos humanos, altos salarios, redistribución del ingreso, acceso masivo a créditos y bienes. Logros imposibles de realizar sin la intervención de un Estado presente para sostener el desarrollo social y económico verdadero. Y a pesar de los intentos, el kirchnerismo no pudo o no quiso dar la batalla frontal contra el tridente que sostiene el poder financiero, judicial y mediático. Tridente que en 2009, a inicios del segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), lanzó su orden de batalla: ¡maten a la yegua!
Cuatro. A los efectos del análisis, fácil sería atribuir el actual viraje ideológico y político argentino al avance-de-las-derechas-en-el-mundo. O sin ir lejos, a los errores políticos de CFK tras elegir, en tres ocasiones, a tres inútiles como candidatos de la fuerza política más organizada del país: Daniel Scioli, derrotado en 2015 por leve diferencia frente a Macri; el operador Alberto Fernández, quien en 2019 logró impedir la relección de Macri, y el eternamente sonriente todoterreno Sergio Massa (2023).
Cinco. Más difícil, en cambio, encontrar el método para auscultar en el caótico biorritmo de los seguidores de Milei, grupo compuesto mayoritariamente por jóvenes de 16 a 34 años, que en la gran crisis terminal de 2001 eran niños o adolescentes, y pocos años después apoyaron con optimismo las políticas sociales del kirchnerismo. Sin embargo, con la derrota electoral de los K en 2015, la antinomia patria sí, colonia no (peronismo-antiperonismo), volvió a incorporarse, con grandes dificultades, en el orden del día.
Seis. Por otro lado, la irrupción de las redes antisociales en los hábitos y costumbres de la sociedad, que a Milei permitieron, en un abrir y cerrar de ojos ganar adeptos día tras día, con millones de jóvenes usuarios de todas las edades (muchos de ellos, niños). De un lado, redes que son poderosas herramientas para la interacción individual y colectiva. Por el otro, canales que se multiplican transmitiendo taras y prejuicios de la sociedad: individualismo, homofobia, racismo y misoginia; egoísmo, insolidaridad, quemeimportismo, indiferencia… Y en estas aguas (u ondas) empezó a militar Milei, empleando hasta hoy varias horas al día en X (ex Twitter), y mofándose de los políticos con la expresión no la vieron (venir los cambios tecnológicos).
Siete. Las pautas culturales y antisociales que se comparten en redes ya existían. Pero con Milei lo novedoso consistió en el interés por una suerte de lumpenpolítica que remplaza a otros temas banales y se propaga con un grado de celeridad, multicanallidad y dinamismo que termina siendo el canal más efectivo porque llega a todos lados.
Ocho. Según la empresa Global.webindex, el número mundial de usuarios de redes sociales a escala mundial aumentó de 4 mil 620 millones en enero de 2020, a más de 5 mil millones en enero de 2024, y sigue creciendo. En América del norte, los usuarios pasan 120 minutos frente a las pantallas de los telefonitos. En América Latina, un promedio diario de 212 minutos.
Nueve. Así, bastaron siete meses para que el gobierno de Milei, pusiera en duda todas las conquistas sociales referidas, a más de poner en cuestionamiento la existencia del mismísimo Estado nacional, junto con los poderes básicos que hacen al orden de una república moderna.
Diez. Del prócer argentino Mariano Moreno (1778-1811): Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale y debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía.
En “La Jornada”
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