Asfalto ¡gracias por todo!

Asfalto ¡gracias por todo!

Por Mariano Muniesa. LQSomos.

Años y años de incomprensiones, de ignorancia por parte de los grandes medios de comunicación y de la industria del disco mantuvieron a Asfalto desde su formación hasta 1977 en el más puro underground, malviviendo en condiciones tremendamente precarias…

El sábado 13 de mayo, se celebró en Madrid un concierto que yo sinceramente, creo que ni quienes estaban arriba ni abajo del escenario, olvidarán –olvidaremos, yo también he estado entre ellos, entre la audiencia de este histórico evento- por su significado histórico para el rock español. Ayer, Julio Castejón y un enorme elenco de músicos que a lo largo de todas las diferentes etapas de la historia de este grupo han formado parte de él, se subieron por última vez a un escenario bajo el nombre de Asfalto. Más de 50 años después de su creación, una de las bandas más grandes de nuestra historia, para muchos con toda seguridad la más grande, Asfalto, nos dicen adiós.

La historia de Asfalto es la historia de una generación de músicos que en unas circunstancias sumamente adversas, en una España que estaba cerrada al exterior, en la que las noticias, los discos, los nuevos movimientos musicales de los años 60, específicamente el rock, apenas llegaban al país y en el que las circunstancias políticas del momento dificultaban extraordinariamente tratar de ser músico de rock, ellos se lo jugaron todo por hacer realidad ese sueño, esa vocación de disfrutar de la música, de compartir la música y sobre todo, de expresar toda una serie de sentimientos, de aspiraciones, de anhelos de libertad, de romper con aquella España gris, atrasada y endogámica a través del rock.

Años y años de incomprensiones, de ignorancia por parte de los grandes medios de comunicación y de la industria del disco mantuvieron a Asfalto desde su formación hasta 1977 en el más puro underground, malviviendo en condiciones tremendamente precarias hasta que en el verano de 1975, tras la suspensión de un concierto del grupo en Campo de Criptana ante una lluvia torrencial, Mariscal Romero -¿les suena, verdad?- se comprometió con ellos a buscar una compañía discográfica que les prestara atención. Tras dos años de diferentes intentonas, finalmente a través del sello Zafiro se creó Chapa Discos y el resto de la historia tal vez sea conocida para muchos. En noviembre de 1977 Asfalto grabaron su álbum debut homónimo, que fue editado en febrero de 1978 tan solo unas semanas antes de que la histórica formación que había pasado años y años de lucha y penurias, se partiese en dos y José Luis Jiménez y Lele Laína abandonasen el grupo.

Ante tal situación, muchos grupos vistos en ese trance hubieran tirado la toalla… Asfalto no. Julio Castejón y Enrique Cajide recompusieron el grupo con el bajista José Ramón Ruiz, “Guny” y el teclista Jorge García Banegas y de hecho, esa formación se mantuvo durante muchos años dejándonos discos de la grandeza de “Al otro lado”, “Ahora” y “Déjalo así”, evolucionando de aquel rock duro de raíces clásicas americanas a un rock no lejano del progresivo y el sinfónico de los 70 y canciones tan maravillosas como inolvidables.

En el otoño de 1982 el grupo inició otra etapa que sobre todo en quienes les conocimos más en aquellos años, es tan legendaria e inolvidable como las dos anteriores. La entrada de Miguel Oñate como cantante y el inicio de la apuesta por la independencia discográfica con la creación de su propio sello, Snif, nos dejó dos álbumes excelsos, que son patrimonio absoluto de la historia del rock español y que nunca he ocultado que son mis dos favoritos absolutos: “Más que una intención” y “Cronophobia”. A finales de 1985 Miguel dejaría el grupo y en 1986 Richie, vocalista argentino que entró en su lugar, grabó con Asfalto “Corredor de fondo”.

Después la historia de Asfalto se hizo más inestable. Los lanzamientos discográficos se espaciaron considerablemente, hubo cambios en el line-up, un reagrupamiento de la formación original con José Luis y Lele en 1993-94 que nos dejó un excelente disco llamado “El planeta de los locos”, nuevo hiato… y muchos regresos, muchos músicos que entraron y salieron, hasta la edición del que fue su último álbum de estudio “Crónicas de un tiempo raro”, una auténtica obra maestra musical que siempre defenderé como tal y que quise creer que podría ser, de hecho no deja de serlo, su gran disco del siglo XXI.

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Lo confieso, se me entrecruzan sensaciones encontradas en este momento en el que escribo este artículo. Mientras estoy redactando, estoy escuchando sus discos e inevitablemente, me vienen a la memoria cientos y cientos de momentos que viví con sus canciones, en sus conciertos… la odisea de junio de 1983 en San Sebastián de los Reyes, con aquel sonido infame que casi les arruina la actuación, aquel concierto en el arco del triunfo de Moncloa en una navidad con Kelly de invitado estrenando el todavía inédito “Nada, nadie, nunca”, el regreso en 1993 de los primeros Asfalto en la sala Canciller, el concierto de celebración de su 50 aniversario… ¡tanta música, tanto rock, tanta vida…!Estoy seguro de que ninguna o ninguno de los que hemos vibrado, sentido, disfrutado de las canciones de Asfalto, que nos hemos emocionado al darnos cuenta de que en esas canciones nos estaban contando nuestra propia vida, nos estaban dando –muy particularmente en mi caso- un estímulo a pensar por mí mismo, a rebelarme, a no pasar por el aro de muchas cosas, hoy no podemos evitar la tristeza de saber que ya no les volveremos a ver. Es lógico, pero al mismo tiempo, personalmente siento una íntima y profunda satisfacción. Asfalto se van cuando ellos lo han decidido, no les ha echado de la música la indiferencia, la decadencia o el hastío, ha sido su decisión, algo de lo que podrían haber tomado buena nota –y no voy a decir nombres- grupos de rock español que han arrastrado su nombre y su gloriosa historia por el barro. Y se marchan con un concierto apoteósico, dejando su nombre en lo más alto y una trayectoria de la que, por supuesto con sus luces y sombras, entiendo que pueden sentirse infinitamente orgullosos.

También considero necesario decir algo que los propios Asfalto y Julio Castejón en particular estoy seguro de que están de acuerdo conmigo. Aun con toda su grandeza, con todo su legado, con todo lo que han dejado para nuestra música, la industria musical en España, muchos medios e incluso gran parte del público, nunca valoró su calidad y su talento en la medida que Asfalto siempre merecieron. Ser fieles a una personalidad propia, no acoplarse a ninguna etiqueta, mantener su independencia a ultranza siempre, es algo que les honra, pero que también supuso pagar un precio alto e injusto.

Pero hoy no hay que detenerse en eso. Hoy, simplemente, tenemos que dar las gracias a Asfalto por todo lo que nos han dado. Y sentirnos felices de haber podido vivirlo. Todo lo que Asfalto me ha dado, es algo que me acompañará de por vida y nunca dejaré de disfrutarlo.

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