Asignatura para la dignidad
Hoy, como me encuentro (a veces no soy capaz de ello, es decir, de encontrarme) un tanto místico, reflexivo, introvertido, abúlico, depresivo, como fugado de mi mismo y consciente de que una jauría de sinrazones me acosa, como mirando muy adentro de mis adentros y en los adentros de los de afuera.
Hoy, como me encuentro con tantas palabras que no dicen nada y tantos silencios que dicen tanto, con tantos discursos que son arengas suicidas y con tantos suicidios que son respuestas a las arengas; hoy que no sé qué día es de la semana (ni me importa), ni si la Leonor ya entró en la guardería o al Juan Carlos le están emborrachando otro oso para que el intrépido cazador lo asesine mientras el oso baila el Kasachov.
Hoy, que me entero de que el alcalde de Santa Cruz de Tenerife es un fiel devoto de San Pancracio y, a través de su recomendación, el Organismo Nacional de Loterías lo nombró Suertudo Mayor del Reino en detrimento de los humildes habitantes de la playa de Las Teresitas, en Tenerife.
Hoy, que me entero de que España está a la cabeza de Europa aunque los agricultores manchegos vayan a la vendimia francesa y a la vendimia manchega vengan inmigrantes rumanos; hoy, que vemos imágenes donde los militares rinden honores a la Virgen del Pino, en Teror, como si esa Virgen fuese la Patrona de la OTAN.
Hoy que tenemos que asumir el cierre del Gran Canaria Ballet (como si la cultura sobrase en Canarias); hoy que me entero que expulsan a los cuatro componentes del grupo musical venezolano Ensamble Gurrifio que tenían que participar en la vigésimo novena edición del Festival Sabandeño a celebrar en Tenerife.
Hoy, hoy que el fascismo, la corrupción, la desidia, la intolerancia, la imbecilidad, la amnesia, la servidumbre y la carencia de libertades me producen vómitos mentales y vitales, quisiera no tener que escribir. Y es que no tengo ganas de escribir porque siento dolor en los dedos y mi teclado se queja y me reclama otro tipo de escritos.
Para que mis dedos no se duelan y mi teclado se reconcilie conmigo, voy a escribir sobre esa cosa que algunos llaman dignidad y otros lo llaman sentimientos (de cualquier tipo que sean) o, simplemente, escribiré de silencios; silencios que por mucho que callen no dejan de ser un grito ensordecedor.
Escribo todas estas "incoherencias" porque en estos últimos días estoy viviendo, sufriendo y siendo testigo de infinidad de barrabasadas que fueron del pasado, que están en el presente y, posiblemente, lo estén en el futuro.
Me explico: por un lado estoy gratamente sorprendido con la "coherencia incoherente" y manipuladora de los Obispos y los representantes de la ultraderecha más rancia del Estado Español y de Canarias, en torno al manido y aburrido culebrón del verano. Llámese "asignatura para la Educación de la Ciudadanía" por ahora, porque es muy posible que, más pronto que tarde, pueda pasar a llamarse algo así como "Educación para la Dignidad". Asignatura que tampoco gustaría a los curas ni a los fascistas que nos pueblan. Digo esto porque esa "coherencia" mesiánica de obispos y extrema derecha está bastante alejada de la coherencia de la DIGNIDAD y los valores éticos y humanos.
Desde los hermosos y añorados tiempos de la II República (en el supuesto de que no hubiese sido ahogada en sangre) esta asignatura, "Educación para la Ciudadanía", no tendría razón de existir pues los ciudadanos, todos, estarían educados en los valores de igualdad, democracia, respeto, dignidad y derechos humanos; los ciudadanos le hubieran dado una patada en el trasero a los obispos y demás manipuladores del pensamiento mandando el adoctrinamiento fascista, los dogmas de fe, la insolidaridad, la aculturalidad y la alienación que quieren imponer, al carajo.
En nombre de sus "valores (in)morales", curas.