Banco Mundial y FMI: el agotamiento del neoliberalismo y sus retóricas infinitas
Por Eduardo Camín*
En recientes declaraciones en el marco de las reuniones de primavera del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la ciudad de Washington D.C. el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Gilbert F. Houngbo, llamó a reforzar el multilateralismo y centrarse en la justicia social para lograr una recuperación mundial sólida, y destacó la necesidad de reforzar la inversión en políticas sociales, instituciones y diálogo
Los salarios reales disminuyeron en la mayoría de los países del G20
Asimismo, invitó a las partes interesadas a unirse a la recientemente creada Coalición Mundial por la Justicia Social, que ya cuenta con más de 200 participantes. El objetivo de la Coalición es «lograr un mayor equilibrio entre las dimensiones económica, social y medioambiental del desarrollo sostenible, y promover un desarrollo sólido, sostenible e integrador mediante el refuerzo de la solidaridad mundial, la coherencia política y la acción concertada entre una amplia gama de partes interesadas».
El Director General señaló que «En este empeño colectivo, necesitamos que las instituciones financieras internacionales garanticen que el desarrollo internacional no sólo aborde los retos económicos inmediatos, sino que también siente las bases para la resiliencia social y económica a largo plazo en los países en desarrollo». No obstante, debemos tener en cuenta que el entorno macroeconómico se deterioró considerablemente en 2023. Un cúmulo de tensiones geopolíticas y la persistente inflación llevaron a los bancos centrales a tomar una serie de medidas agresivas.
En ese sentido las autoridades monetarias de las economías más avanzadas y emergentes aplicaron un aumento de los tipos de interés más importantes desde la década de los 80, con importantes repercusiones a nivel mundial. Es en este contexto que la actividad industrial, la inversión y el comercio mundial se resintieron en las grandes economías emergentes como Brasil, China y Turquía
Mientras tanto, el crecimiento de las economías más avanzadas se redujo casi a la mitad. Frente a esta escalada y la desviación de los objetivos inflacionistas, los bancos centrales mantendrán una conducta restrictiva de las condiciones monetarias, al menos durante 2024 . No obstante, la recuperación económica y social tras la pandemia sigue siendo incompleta y las nuevas vulnerabilidades frenan el progreso de la justicia social.
El reciente informe de la OIT Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2024 , señalo que los salarios reales disminuyeron en la mayoría de los países del G20 durante el año, y esto a pesar de la disminución del desempleo mundial y del crecimiento positivo del desempleo.
A la vez se resaltó que el número de trabajadores que viven en la pobreza extrema aumentó en cerca de un millón en todo el mundo. Las declaraciones ante el Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI) del FMI y el Comité para el Desarrollo del Banco Mundial, destacaron los retos de las transformaciones estructurales a largo plazo en el mundo del trabajo, incluidos los efectos de la inteligencia artificial generativa (IA), la transición climática y las divergentes trayectorias de protección social de los países de ingresos altos y bajos.
Citando las conclusiones de un informe de la OIT sobre IA, las declaraciones señalan la necesidad de que la atención política se centre en la gestión de su uso en el lugar de trabajo para evitar que la tecnología permita violaciones de los derechos en el trabajo.
Añade que otro elemento a tener es el significativo impacto de la IA en el mercado laboral, ya que 75 millones de puestos de trabajo en todo el mundo corren el riesgo de automatizarse por completo, aunque también se señala que es más probable que la transformación afecte a los trabajadores de los países de renta alta y a las mujeres, debido a su fuerte presencia en determinadas ocupaciones de oficina.
Houngbo también señaló las «muy diferentes» trayectorias de protección social en todo el mundo, ya que los países de altos ingresos se acercan a la cobertura universal, mientras que los de bajos ingresos han informado de pocos progresos desde 2015. Subrayó que la falta de inversión en protección social es una de las principales causas de la insuficiente cobertura social. Aunque los recursos nacionales son la piedra angular de los sistemas nacionales de protección social, explicó que para los países de renta baja la solidaridad internacional es esencial para colmar el déficit de financiación.”
El agotamiento de la estrategia neoliberal
Según se desprende del informe, a pesar de la ralentización económica, la tasa de desempleo mundial en 2023 fue del 5,1 por ciento. Por lo tanto, el crecimiento mundial en 2023 fue ligeramente superior a lo previsto y los mercados de trabajo mostraron una sorprendente resiliencia. Si bien es cierto que el déficit mundial de empleo también mejoró en 2023, debemos aclarar que se mantuvo en un nivel elevado ya que cerca de 435 millones de personas siguen con una necesidad insatisfecha de empleo.
Además, el promedio de horas todavía es inferior a los niveles prepandémicos de 2019, lo que lastra la oferta mundial de insumos laborales disponibles y desequilibra el mercado de trabajo, especialmente en sectores claves de las economías avanzadas y de algunas emergentes. Por lo tanto, a pesar de que los desequilibrios se redujeron algo en 2023, ya se advierte que crece la preocupación porque cabe la posibilidad de que estos hechos ya no sean cíclicos, sino estructurales.
Valoramos el rol que la Coalición Mundial para la Justicia Social como una iniciativa innovadora que tiene por objeto intensificar los esfuerzos colectivos a fin de subsanar urgentemente los déficits de justicia social y acelerar la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible apuntando al Trabajo Decente. Pero ya nadie cree que vivamos una época de florecimiento de la paz y el progreso social. La multiplicidad de crisis y la aceleración de transformaciones económicas estructurales a largo plazo están dificultando el logro de la justicia social y por ende los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Somos conscientes que la justicia social hace que las sociedades y economías funcionen mejor; reduce la pobreza, las desigualdades y las tensiones sociales; y contribuye en buena medida a lograr una prosperidad compartida, una estabilidad en favor de la paz y un desarrollo socioeconómico más inclusivo y sostenible. Claramente, la lucha por la justicia social, que es un elemento central del mandato constitucional de la OIT, va más allá del mundo del trabajo y requiere la implicación de todo el sistema multilateral.
Pero el mundo vive una gravísima situación que va mucho más allá del marco académico -teórico, del conjunto de los organismos internacionales, ya que las crecientes injusticias sociales que hunden naciones enteras, la agudización de políticas autoritarias, la destrucción irresponsable del medio ambiente prevalecen en ese pisoteo sistemático del derecho internacional, marcado en el aumento creciente de las desigualdades multidimensionales e interseccionales como el género, la remuneración y las oportunidades.
El cambio climático afecta de forma desproporcionada a los más vulnerables y marginados. Las tecnologías transformadoras sin dudas representan a la vez un reto y una oportunidad en términos de empleo y competencias laborales. La inestabilidad política ha tenido efectos devastadores en la situación socioeconómica de muchos países. A su vez, el aumento del costo de la vida e inminente crisis de la deuda externa agravan la tensión económica y social en todo el mundo, y por ende un aumento de la desconfianza en las instituciones a raíz de una mayor inestabilidad institucional.
Es esta constante de las crisis de las mentiras neoliberales y de la democracia de unos pocos que cada día se transforma en ideologías políticas étnicamente excluyentes y represivas. Y frente a este acuciante fracaso del neoliberalismo, que sirvió durante años a los intereses de las trasnacionales y los grandes grupos económicos, que fue y sigue siendo la base política del contubernio de las clases dominantes de los países dependientes y el imperialismo.
Y, aunque nuestro verbo se quiera conjugar en el pasado y se nos haga ver como conceptos perimidos, tienen su plena vigencia. Estas organizaciones como el FMI el BM junto a la OMC son los instrumentos conceptuales y seudocientífico que predomina en los organismos internacionales de crédito y comercio.
La base del pensamiento neoliberal, autoproclamado como único, no es más que un conjunto de falacias que los monopolios y las oligarquías nativas pusieron a su servicio y que los pueblos siguen pagando con su sangre y sudor -cuando no en guerras- sin sentido. Este inmenso mar de horrores no cae del cielo, ni sube al infierno de las profundidades más oscuras: en realidad despierta cada día entre nosotros y explotando sobrevive.
* Periodista uruguayo residente en Ginebra exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra, CLAE
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