Bob Dylan: regalo para fans aventureros
Por Mariano Muniesa
Como todo lo que rodea al complejo mundo de los derechos de autor en general y a su legislación en particular, la controversia en torno a la extinción de esos derechos no deja de generar noticias curiosas cuando no estrambóticas
Un forajido en el salvaje oeste de los derechos de autor
Con el mercado todavía viviendo la resaca del Record Store Day, a principios del pasado mes de diciembre, un puñado de afortunados fanáticos de Bob Dylan en Europa se toparon con un nuevo e inesperado lanzamiento titulado “50th Anniversary Collection 1973” en tiendas de discos repartidas por todo el continente en edición estrictamente limitada a un número reducido de copias. Una colección de 28 “outtakes”, tomas descartadas de estudio de las sesiones de grabación de la banda sonora de “Pat Garrett y Billy The Kid” de 1973, que muy probablemente muchos de sus seguidores ya tuvieran en su colección de discos piratas, pero que provocó la locura en la comunidad de coleccionistas de Dylan. Pocos días antes de escribir este artículo, las ofertas estaban superando los 500 dólares por las pocas copias disponibles en Ebay y los safaris de fans recorriendo los estantes de las tiendas de discos europeas con la esperanza de encontrar un ejemplar han hecho correr ríos de tinta, memes en redes sociales y centenares de videos en Instagram y Tik Tok.
Musicalmente el CD incluye una interpretación alternativa de “Knockin’ On Heaven’s Door” junto con diferentes tomas de “Billy Surrenders”, “And He Killed Me Too” y “Final Theme” entre otras. Bob Dylan grabó la banda sonora de “Pat Garrett & Billy The Kid” en enero de 1973 y regresó al estudio en noviembre de ese año para grabar “Planet Waves” con The Band. Muy pocas tomas descartadas de esas sesiones se filtraron a los piratas y por la razones que fueran, Dylan decidió guardar bajo llave todo lo que tenían de ese período en una suerte de archivos blindados que posteriormente resultaron no serlo tanto.
Una curiosa anécdota refleja como la habilidad y la voracidad en aquellos años de los traficantes de discos piratas no conocía límite; el ex cantante y guitarrista de Old Crow Medicine Show, Chris “Critter” Fuqua, consiguió hacerse con un disco pirata que contenía las grabaciones descartadas de la BSO durante un viaje familiar a Londres cuando estaba en la escuela secundaria, que le pasó a su compañero de banda Ketch Secor. Ambos se enamoraron del “Rock Me Mama” hasta tal punto Secor desarrolló la composición hasta convertirla en una canción totalmente terminada y la lanzó bajo el título de “Wagon Wheel” en el álbum homónimo de 2004 de Old Crow Medicine Show. Se convirtió en la canción insignia del grupo y se popularizó todavía más en 2013 cuando Darius Rucker la llevó al número 1 en la lista de hit-singles Country de la revista Billboard. Old Crow Medicine Show retomó las sesiones de “Pat Garrett & Billy The Kid” en 2014 cuando Fuqua y Secor repitieron la jugada con “Sweet Amarillo”, otro fragmento de canción de la época, y la terminaron ellos mismos. La canción no tuvo tanto éxito como “Wagon Wheel”, pero en este caso Bob Dylan recibió los royalties que le correspondían en concepto de derechos de autor.
Otra curiosidad que repasando y releyendo mi colección de viejas revistas, no me ha pasado desapercibida: “Pat Garrett & Billy The Kid”, en el momento de su edición no suscitó el favor de la crítica y fue considerado un fracaso creativo por parte de un músico idealizado e idolatrado como pocos en los años 60. El 30 de agosto de 1973, Jon Landau escribió en Rolling Stone: “Janis Joplin no pudo sobrevivir a que tanta gente dependiera de ella para cumplir sus fantasías; El destino, en forma de accidente de motocicleta, salvó a Dylan de la confrontación definitiva con sus fantasías y las nuestras sobre su inmortalidad y le dio una segunda oportunidad de definir los términos en los que él nos aceptó y nosotros le aceptamos. Desde entonces ha estado enfrascado en una lucha consigo mismo, sobre si perpetuar o abandonar su lugar en el olimpo del rock. En ese sentido, la banda sonora original de “Pat Garrett & Billy the Kid” es una extensión de su predecesor, “Self-Portrait”, que destruye mitos, un disco que elimina aún más la posibilidad de que alguien coloque a Bob Dylan en un pedestal. Es tan pobre, amateur y mediocre como el álbum anterior”.
Colecciones que celebran el cincuentenario de grandes álbumes han sido muy frecuentes a lo largo de todo este año, de hecho más de una ha habitado estos “Papeles de rock”, y se han convertido en toda una tradición anual de cada mes de diciembre en el mundo del rock debido a la presión del “úsalo o piérdelo” en el copyright que poseen las compañías discográficas cuya duración se extingue a los 50 años desde la publicación del fonograma, pasando automáticamente pasada esa fecha al dominio público.
Durante la última década, esta ha sido la razón básica de que Pink Floyd, Frank Zappa, el propio Bob Dylan, los Beatles e incluso los Rolling Stones hayan comercializado un voluminoso catálogo de grabaciones en vivo y tomas descartadas de estudio de sus archivos en forma de “bonus tracks” de reediciones de sus discos para proteger sus derechos de autor. Algunos optan por descargarlos en plataformas de streaming, mientras que otros optan por lanzamientos físicos limitados o en un formato tipo Box-Set acompañado habitualmente por memorabilia, fotos, libros o cualquier clase de preciado fetiche para el coleccionista. De esta manera, no son pocos los músicos que al compartir rarezas de estudio en este tipo de lanzamientos, evitan que pasen al dominio público.
Comparte este artículo, tus amig@s lo leerán gratis… Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es Telegram: LoQueSomosWeb Twitter: @LQSomos Facebook: LoQueSomos Instagram: LoQueSomos