Cadenas
Recorre el continente una operación burguesa contra las “Cadenas” de comunicación presidencial (en los países de las nuevas democracias) que siguen siendo, a pesar de los quejosos, medio y modo de “competir” contra el discurso único que satura todos los mass media. En Argentina, en Ecuador, en Bolivia, en Venezuela… a la oligarquía le parece que los presidentes “hablan mucho”, que son “ególatras”, que “abusan del poder”… Jamás, esas oligarquías, que históricamente son habladoras, ególatras y abusivas, admitirán que su dolor verdadero es haber perdido control sobre esos líderes que, esta vez, piensan y actúan primordialmente al servicio de sus pueblos. Y eso que la transición recién comienza.
Aunque el formato comunicacional de las “cadenas” suele ser pobre, en materia de creatividad y dinamismo comunicacional, reducidas, con frecuencia, a meros “comunicados oficiales”, son por necesidad política diálogos estratégicos directos entre los pueblos y sus representantes, con una agenda que, tanto de manera programática como coyuntural, debe ponerse de relieve. Ese sólo dato hace de las “Cadenas” un género comunicacional de nuevo tipo, madurado en la dinámica política actual y con ayuda de tecnologías que permiten, incluso, poner en sincronía actividades oficiales en varios puntos del territorio y con video-conferencias centrales.
Pero las oligarquías no entienden ese diálogo propio de las “Cadenas” porque, además de verlas como enemigas políticas, creen que son ellos quienes las “pagan”. No pocos reclaman por las “pérdidas” que les representa cada “Cadena” y cuánto mal quedan con los anunciantes al no poder “cumplir” con el Dios publicidad. Olvidan que su negocio personal no puede estar por encima del interés social, creen que los espectros electro magnéticos son de su propiedad y feudo. Silogismos oligarcas.
Cuando un mandatario ordena una “Cadena” nacional, está haciendo uso de una prerrogativa jurídica y política que tiene cualidades cívicas en tanto tenga cualidades semánticas y organizativas para el avance colectivo. Una “Cadena” plagada de insustancialidades es un desperdicio que debe ser juzgado y sancionado con el veredicto de los pueblos y no de la burguesía. Una “Cadena” abusiva, veleidosa o confusa es materia de debate político abierto en manos de los pueblos que cuentan con las herramientas jurídico políticas necesarias para interpelar y exigir la mayor calidad comunicacional en cada “cadena”. Así debe ser.
Es tarea de los pueblos, de su responsabilidad comunicacional y de su lucha por una comunicación emancipadora, garantizarse el desarrollo eficaz y eficiente de las “Cadenas” nacionales de comunicación estratégica y no es tarea del sector burgués que se ha adueñado de los medios de comunicación social para propagandizar su servilismo a las mercancías y su ideología paupérrima. Pongamos orden.
* Universidad de la Filosofía. Publicado en Panorama.com