Collage: El nacimiento de la islamofobia
Por Nònimo Lustre.
Aviso a los navegantes: Esta serie de cinco collages está repleta de anacronismos. Otrosí, versa sobre un feísimo atentado contra la Alhambra: el Palacio de Carlos I, un mazacote cúbico por fuera y circular en su centro interno. La imposible cuadratura del círculo. Nuestro propósito es denunciar ese mamotreto y no cejar hasta que consigamos su total demolición
De la serie “Carlos I, matricida, islamófobo, imperialista y urbanicida”
El servilismo no exento de filonazismo de la España franquista nos ha llevado al absurdo de nombrar el rey Carlos I de Hispania con el remoquete “y Carlos V de Alemania”. Además, para mayor inri lo encumbramos de rey de Castilla y Aragón (amén de Granada y de las Yndias) a Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico lo cual no sería exacto pero, al menos, eliminaría la franquista denominación ‘de Alemania’ puesto que, en el siglo XVI, Deutschland simplemente no existía -y no existiría hasta finales del siglo XIX.
El nacimiento de la islamofobia
Abajo, centro: el futuro Carlos I a sus 15 años; óleo de Bernard van Orley, museo de Capodimonte, Nápoles. Abajo, izqda.; el ubicuo vencedor en Mühlberg según el no menos ubicuo Tiziano. Abajo, drcha., un rey nazarí retratado en la Sala de los Reyes, Alhambra (cf. quinto y último collage) Centro: Grabado de Joannes y Lucas van Doethecum, Amberes 1559. La flota cristiana catequizando a los peces mediante sus prédicas caritativas (cf. la Charitas, señora del catillo de popa) sobre las virtudes teologales. Los otomanos nunca picaron el anzuelo.
Los abuelos de Carlos I expulsaron a la morisma de Granada pero no del Mediterráneo donde la flota ‘berberisca’ -más otomana que mora y, pese al nombre, mucho más que bereber-, siguió amenazando las playas y las ciudades costeras. Fueron aquellos años que la historiografía convencional europea –su Historia Sagrada-, denomina ‘de piratería berberisca’ cuando hubiera sido más exacto llamarlos ‘de lucha contra el Imperio Otomano’, ese que poco antes había destruido las no-tan-inexpugnables murallas de Constantinopla/Bizancio y que, poco después, sitiaría Viena.
Seguramente por su estulticia guerrerista, Carlos I sufrió incontables derrotas navales y costeras en la Berbería. Desquiciado por la rabia, pretendió remediarlo exacerbando la nefasta Doctrina Christiana o Vera Religione, y así se despeñó hasta inventar la Islamofobia, delirio castrense que concentró contra los vestigios nazaríes que tanto le irritaban en Granada -quizá porque, en 1526, en esa ciudad pasó su luna de miel con Isabel de Portugal. Fuere por o contra lo sucedido en el tálamo nupcial, desde el día de tornabodas Carlos Habsburgo y Borgoña se obsesionó con destruir la Alhambra.
Continuará…
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