Collages. El Deporte, contra el Juego

Collages. El Deporte, contra el Juego

Por Nònimo Lustre.

30 mujeres occidentales, 2ª parte

Esta serie de 30 collages con sendos textos explicativos versa sobre los protagonistas de la Historia eurocéntrica convencional -los césares, cleopatras, penélopes, etc. Pero no para abundar en su excepcionalidad, atractivo y estrella sino para todo lo contrario: para demostrar que los archivos históricos menos consultados guardan las verdaderas peripecias de estos ‘famosos’ -justamente, las que echan por tierra su carisma y lo reducen a la propaganda de los Palacios perpetuada a través de los siglos. Es decir, no son ídolos con pies de barro: simplemente, son monigotes de lodo y plástico.

En esta segunda entrega de 15 collages sobre la mujer occidental ‘casi libre’, queremos recapitular brevemente sobre los 15 collages anteriores. Dos inclusiones extemporáneas nos irritaron en grado sumo: a) la del absurdo y anacrónico Amor entendido como comodín para explicar los más ignotos y complejos procesos históricos. b) las acusaciones fisiológicas de ninfomanía que tiñen las biografías de reinas y emperatrices.

Huelga añadir que, situando los collages en épocas lejanas, no nos referimos al amor romántico -inventado en el siglo XIX-, ni al amor originado en el botín, ni tampoco se lo adjudicaremos a una suerte de rey Midas -que todo lo convertía en oro- sino más bien tendríamos que acuñar un nuevo concepto del midaísmo pues los agentes decisivos de aquellos años fueron psicópatas que todo lo bello lo convertían en excretas, coprolitos y mierda fétida. Como varias veces hemos repetido con fruición, las cortesanías son ansí.

El Deporte, contra el Juego

Arriba y a la derecha: viudas de Esparta lloran a sus difuntos y/o les consuelan en sus depresiones. Abajo, a la izqda.: un niño, escapado de una cancha del juego de raqueta o de pelota (jeu de paume), las insta a superar su dolor jugando al antepasado del tenis.

Olvidemos a las plañideras que encandilan la parte superior de este collage: el motivo clave no está en ellas sino en el niño que, surgiendo desde la cancha de un parisino estadio de jeu de paume, enarbola una enorme raqueta. La figura del niño no está ahí por azar. En la fétida trama para la que ha sido contratado desempeña un papel criminal: hacernos olvidar el Juego (infantil por antonomasia) para dejar paso a su peor asesino: el Deporte (profesional por antonomasia)

Una de las razones que nos han impelido a utilizar en este collage una arcaica cancha deportiva ha sido rendir un homenaje al ‘estadio’ del jeu de paume. Pero no porque nos interese el susodicho juego sino porque, en ese recinto, se celebró un acontecimiento realmente histórico: el Juramento del Juego de Pelota (Serment du Jeu de Paume, 20.junio.1789) suscrito por los 577 diputados del Tercer Estado para, en contra de las mamandurrias del rey Luis XVI, no separarse hasta dotar a Francia de una Constitución. La Asamblea Nacional se declaró Constituyente y estableció la autodeterminación del pueblo lo cual llevó al inmediato nacimiento de la Revolución francesa.

Una de las peores consecuencias del inmisericorde ataque del deporte (profesional, no hay otro) contra el Juego se manifiesta en la extinción de los Juegos Locales. Por ejemplo, en Irán, el Varzesh-e Pahlavani (= deporte antiguo) era y es el deporte nacional, una serie de técnicas de fisioculturismo, gimnasia y lucha acompasada al ritmo del tombak que incorpora el sufismo, los rituales del mitraísmo y el heroísmo del nacionalismo iraní -ahora, el factor nacionalista ha desplazado a los demás agentes tradicionales. Sin embargo, este deporte sufrió una primera prohibición cuando llegó al poder la dinastía Pahlavi. Reza Shah quería transformar a Irán en un país moderno y veía cualquier referencia a las tradiciones del pasado como un conflicto con sus ideales occidentales. Su heredero, el nuevo Shah Mohammad Reza Pahlavi, lo reanimó pero no consiguió popularizarlo.

Por otra (ridícula) parte, el modernísimo Estado Deportista sufre una paranoia expansionista que le lleva a clasificar al ajedrez o las carreras de automóviles en circuitos como actividades del cuerpo físico. Pero es más cierto que el ajedrez sólo desarrolla la onanista habilidad para seguir jugando al ajedrez mientras que un piloto a tropecientos kms/hora sólo desarrolla los pulgares, exactamente igual que cualquier adicto al móvil.

Precisión fáctica sobre la enfermiza relación entre el Cristianismo y el deporte: las antiguas Olimpíadas se inauguraron en 776 a. C. y se siguieron organizando cada cuatro años hasta el año 394, cuando el emperador Teodosio Ias prohibió, por considerarlas paganas. Como veremos más adelante en la serie Cleopatra-César-Antonio, otras olimpíadas sangrientas como fueron los combates de gladiadores -con o sin animales salvajes-, continuaron hasta bien entrado el siglo VI. Es decir, que los oficialmente idílicos primitivos cristianos se excitaban con los clavos del Cristo… y con la sangre de los galeotes.

Apunte de propina: en una de sus repetidas muestras de eurocentrismo militante, la consabida revista popular de la que extraemos las imágenes a recortar, dice que “la raqueta, surgida en el siglo XVI”. Por no extendernos hasta los pueblos tibetanos o de la Tierra del Fuego, para caminar sobre la nieve o el hielo, incluso los pueblos del norte europeo usan raquetas desde hace miles de años.

⇒1ª Parte collages: 30 Historias de mujeres occidentales (casi) libres⇐
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