Colombia. Despenalización del aborto, limites y consecuencias
Por Diana Carolina Alfonso* y Mónica Miranda. LQSomos.
La despenalización del aborto resuelve una deuda constitucional y brinda herramientas para dar el debate en términos eminentemente políticos, con el objetivo de interpelar la estructura patriarcal de nuestra sociedad, para que nuestras vidas realmente nos pertenezcan…
El 11 de junio de 2007 falleció Martha Sulay González, dejando a cuatro hijas huérfanas. Un año antes, la hasta entonces madre de tres menores solicitó a las autoridades médicas la interrupción de su embarazo en curso, pues en un giro de desafortunados acontecimientos, y pese haberse ligado las trompas, Martha quedó embarazada y prontamente le detectaron cáncer de cuello uterino. A pesar de todo, su petición fue negada por el personal de salud y luego por la justicia. En esa penosa situación, abogó para que se declarara la inconstitucionalidad de varios artículos de la draconiana Ley del Código Penal de 2000, que fijaba la “clasificación entre aborto consentido (Art. 122 CP 2000) con pena de prisión de 16 a 54 meses de prisión y no consentido (Art. 123 CP 2000) con pena de prisión de 64 a 180 meses de prisión”.
El caso concluyó con la sentencia de la Corte Constitucional C-355 del 10 de mayo de 2006, por la cual se legalizaba el aborto inducido en Colombia en tres supuestos: malformación del feto, embarazo producto de una violación, o cuando peligra la vida de la madre.
Aun cuando la nimia victoria salvaría a miles de mujeres en su situación, en un desenlace digno del Cuento de la Criada, Martha Sulay González no pudo gozar la sentencia. Parió y murió, o siendo más justas, fue asesinada por motivo de la vulneración sistemática y misógina de las instituciones de justicia y salud.
Aborto Legal ¡En Colombia también!
El 22 de febrero del 2022 pasará a la historia de nuestra maltrecha democracia, como el día en que por fin fueron reconocidos los derechos sexuales y reproductivos de los cuerpos gestantes. La medida tomada por la Corte Constitucional, permite que “se pueda abortar libre y legalmente hasta la semana 24 de gestación (cinco meses y medio de embarazo), y siguiendo con las 3 causales actuales durante el tiempo que reste hasta el término del embarazo se podrá acceder a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)”.
Tras años de lucha, la despenalización del aborto llegó de repente, tomando por sorpresa a la militancia feminista que en poco tiempo se agolpó a las afueras de la corte. Brotaron lágrimas y los abrazos se repartieron a la velocidad de las sonrisas. A un costado, un pequeño grupo de creyentes antiderecho, recogían cabizbajos los trapos azules y las cajitas blancas, adornadas con cruces que simbolizaban lo que ellos consideran infantes muertos. Fueron necios los pocos intercambios que pidieron reflexionar al respecto. Un grupo de jóvenes vestidas de verde les gritaron en la cara que era un acto de suprema ignorancia confundir un embrión con un ser autoconsciente, ante lo cual afloraron crucifijos y deseos infernales. No hubo caso.
Más allá de las pugnas previsibles, con esta sanción Colombia recorre el camino del movimiento feminista latinoamericano, por el cual ya han transitado Uruguay, Argentina, y recientemente, México.
¿Por qué el aborto legal?
A contramano de lo que aseguran quienes se aponen a la medida, el aborto no es un método anticonceptivo. Ninguna mujer llega empodera a intervenir su cuerpo; si la instancia del aborto existe es justamente porque muchas cosas pasaron antes. Y aquí podemos listar variables como la pobreza, el abandono estatal, el conflicto social y armado, las relaciones de poder en los circuitos precarizados de la economía, o la creciente negativa al mandato de la maternidad. Como sea, y tal como lo afirma la periodista argentina Gabriela Cerruti, “el mundo es injusto, pero la respuesta no está en nuestro útero”.
La despenalización del aborto resuelve una deuda constitucional y brinda herramientas para dar el debate en términos eminentemente políticos, con el objetivo de interpelar la estructura patriarcal de nuestra sociedad, para que nuestras vidas realmente nos pertenezcan.
Se trata de aborto legal o aborto clandestino. Y la clandestinidad nunca salvó ninguna vida.
Aborto Legal, seguro, gratuito y en el hospital
Las expectativas son altas, pero ¿cuáles son los alcances y límites de la medida? Según la abogada feminista Carolina Latorre “los retos que vienen son grandes, porque lo que tenemos que hacer ahora es luchar para que en el sistema de salud realmente se cumpla esta sentencia histórica. En el sistema de salud hay toda ‘una movida’ con la objeción de conciencia de los médicos. Entonces sí, podemos llegar allá porque tenemos derecho a abortar, tenemos derecho a decidir, pero los médicos mentan la conciencia y se empieza a pasar el tiempo, y nuestros derechos siguen en segundo plano”.
Para Heidy Sánchez, concejala de Bogotá por la coalición Colombia Humana-Unión Patriótica, los retos más importantes son “el fortalecimiento de la salud pública, la educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, y que se encuentre disponible la información para acceder al derecho a decidir libremente sobre nuestros cuerpos”. Para la concejala de izquierda, este es un paso importante pero sigue siendo insuficiente. Aun hay que apuntar a la despenalización total del aborto.
Sobra destacar que un aborto cuidado y en condiciones sanitarias óptimas es menos riesgoso que cualquier parto normal.
La maternidad puede ser maravillosa… si la deseamos.
* Militante de la Cátedra de Feminismos Populares y Latinoamericanos La Martina Chapanay. Alai
#FalloHistorico #AbortoLegal
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