Contra la criminalización de los parados

Contra la criminalización de los parados

La última reforma laboral, como las otras dos que la precedieron, se justificó diciendo que se hacía para crear empleo. Era un argumento falso y entonces ya pronosticamos que su única finalidad era fortalecer el poder de los empresarios y debilitar así el movimiento sindical.

Ahora, una vez más se pone de manifiesto que el paro sigue siendo uno de los aspectos más dolorosos, vemos como reaparece la locura política de acusar a las víctimas de la crisis de ser la causa del problema.

Los ciudadanos del Estado español ya estamos muy familiarizados con la forma ruin de satanizar a los parados, ya que este es un argumento que se viene arrastrando desde hace décadas. Durante el período de auge económico se nos decía que la población activa nunca había sido tan numerosa y que se había llegado a un récord en cuanto a personas ocupadas. Esto, en parte, era cierto. Pero un análisis exclusivamente cuantitativo impedía poner al descubierto las características específicas del mercado de trabajo. En todo caso, los datos entonces ya demostraban que en España, la gente estaba -como lo está ahora- dispuesta a trabajar duro.

Paradójicamente, cuando la prestación de desempleo era más generosa, las permanencias en las colas del paro solían ser cortas, ya que los parados sabían muy bien, como lo saben hoy en día, que no podían dejar escapar ninguna oportunidad de trabajo que se presentara, incluso cuando era (y es) en condiciones precarias. Sin embargo, ahora los hechos ponen al descubierto que el gobierno actual, como ya ocurría con los anteriores, no tiene ninguna política clara de empleo. Todo se subordina a las reformas laborales precarizadoras y al mantenimiento de unas oficinas de empleo cada vez más delgadas para poder justificar así la promoción de las empresas privadas de colocación. He aquí una de las razones por las que la economía española , al igual que el resto de economías de la zona euro, no ha logrado generar un número suficiente de puestos de trabajo desde 1975, capaz de garantizar que la población activa disponga de empleos estables y de calidad.

Esta incapacidad ha venido de la mano de una política deliberada de restricción fiscal y de recorte salarial que ha afectado de lleno la demanda derivada de las rentas del trabajo. Lo más ilustrativo del comportamiento de la economía española ya lo pudimos examinar cuando el crecimiento del PIB real era más acentuado. Entonces observamos cómo este crecimiento no era suficiente para lograr y mantener el pleno empleo. Incluso en aquellas condiciones positivas contabilizamos una bolsa de parados que prácticamente nunca bajaba de los dos millones de personas. No debería sorprendernos, pues, que esta bolsa se ​​infla desmesuradamente a partir del momento en que se modificó la tendencia del ciclo para entrar en picado en una situación de crecimiento negativo del PIB.

Pero estos hechos ahora se esconden y nos sigue inculcando la mentira que hay un montón de puestos de trabajo a la espera de que los parados arremangan y se pongan de una vez a buscar trabajo. Nos quieren hacer creer que los subsidios que se conceden a los parados, y los que han cotizado previamente, permiten que éstos se mantengan a la espera mientras disfrutan de unas cómodas vacaciones en una isla caribeña y con todos los lujos del mundo. Este es el tipo de narrativa con la que nos bombardean a diario. No podemos permitir que el gobierno y todos los que difunden estas leyendas difamatorias se salgan con la suya. Debemos perseverar en nuestro sentido de la solidaridad.

Con el tiempo, y esta crisis ya lo está demostrando, la nefasta política económica que se lleva a cabo no sólo empeorará la situación de los parados y los asalariados que aún permanecen en activo, sino que también empeorará el futuro de ese sector social que llamamos clase media. Me refiero a los titulados universitarios hijos de familias acomodadas y los pequeños e incluso medianos empresarios, que cada vez tienen más dificultades para poderse ganar la vida con dignidad.

Ante esta cruel realidad, no deberíamos ignorar que cuando estas personas que han tenido la suerte de poder prepararse a fondo y que aún disponen de recursos económicos sólidos encuentran dificultades, estas dificultades suelen ser mucho más pronunciadas para el resto de mortales.

* http://apuigsole.blogspot.com/

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