Contra la violencia de género, no mires para otro lado

Contra la violencia de género, no mires para otro lado

Pancarta en la sede de la subdelegación del Gobierno de esta isla -avalada con el sello del Gobierno de España-.

Regreso de la manifestación del 23N contra los recortes, con la imagen de esa lona -costeada por los mismos cínicos que en estos críticos momentos azotan a la clase trabajadora y a las clases más castigadas por la actual situación-, y me propongo reflexionar sobre ella.

Lo más curioso es que sean ellos -los mismos que nos han puesto en esta situación-, los que condenan la violencia de género pero se obstinan en legislar contra la protesta, los que suprimen camas en los hospitales, recortan en enseñanza y en renovables en beneficio de la iniciativa privada, los que reivindican la familia como único elemento nuclear. Como si la violencia de género no fuese inherente al despido, a los brutales recortes, a la frustración generalizada, al fracaso como proyecto de nación; como si ellos mismos no fuesen los principales enemigos y destructores de las familias, con sus brutales leyes.

No podemos dejar de pensar de la inutilidad de ésa y otras pancartas: Aún van y se apropian de nuestro lenguaje, de nuestras reivindicaciones; como intentan apropiarse del homenaje y de la figura del poeta comunista; cuando fueron sus padres y sus abuelos los que les condenaron a cadena perpetua, tras serle conmutada la pena de muerte por haber combatido desde las filas republicanas al mismísimo fascismo, éste de hoy.

Se podrán apropiar de una consigna, de una campaña contra esto y aquello, pero no podrán apropiarse de una lucha si ésta está impregnada de un fuerte contenido ideológico y de clase. Un revolucionario tiene que ser capaz de escuchar crecer la hierba, decía Marx.

Si le regalamos a un gobierno reaccionario una sola de nuestras luchas para que éste las subvencione, con nuestro propio dinero, encima, lo único que podemos esperar de nuestros enemigos es que se apropien de todos y cada uno de nuestros mismísimos sueños, y nos adormezcan con el soma de lo posible, por encima de nuestras reivindicaciones y de toda aspiración a transformar el mundo.

No denunciar la falaz y torticera intención tras esa pancarta es tanto como hacerse cómplice de ellos; y lo último que pueden conseguir de los trabajadores es, no sólo domesticarnos, si no hacernos a su imagen y semejanza.

No se pueden pagar impunemente esas lonetas con el erario y luego penalizar la participación de uno de esos jóvenes sin futuro en una manifestación porque llevaba un pasamontañas; no se puede emprender una campaña contra el hambre en tanto se derrochan millones de euros en armamento -inútil, según los propios mandos militares-; no se puede legislar contra la huelga en tanto un miserable monarca se embolsa impunemente 6000 euros mensuales; no se puede criminalizar el escrache en tanto en cuanto delincuentes como Rodrigo Rato pasean en libertad las calles de nuestras ciudades; no se pueden instalar carniceras cuchillas con las que tajar la carne del inmigrante y al mismo tiempo decir que hemos superado la crisis; no se puede hablar de recortar salarios, congelar las pensiones, negarles fondos a las organizaciones para la conservación de la Naturaleza, condenar al que arroja una tarta al expresidente autonómico por las presuntas irregularidades durante su mandato, y luego reivindicar el Peñón Gibraltar y  la integridad de la Nación, mientras se habla ya de una tasa de paro juvenil en Canarias de un largo 51%.

No se puede presumir de demócrata en los foros internacionales y al mismo tiempo legislar contra la pareja gay, lesbianas, o contra la libre decisión de abortar gratuitamente; contra la mendicidad, a favor de unas tasas judiciales que nos sitúan a los más perjudicados económicamente al margen de toda cobertura legal.

Contra la violencia de género, no mires para otro lado, repiten los mismos que votan letales leyes contra la clase obrera en general en el Congreso y en el Senado.

Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, nos dicentambién, mientras apalean a la anciana en Sol y se multiplican las protestas contra la criminalización de una sociedad que se niega a doblar las espaldas ante la ley infame y la humillación.

Quizás no esté tan lejano el día en que las gentes de mi pueblo, esas mismas que pagan sus suntuosas vidas, invadan las ciudades de nuevo con sus mareas ciudadanas, sus rebeldes gritos, con sus banderas, armadas de razón y de sana ira, y pasen la reja revolucionaria de otros días, y desmonte de una vez por todos este miserable teatrillo de feria con que hoy nos entretenéis, mientras el hambre, el paro, el salivazo diario de la patronal, el atropello policial y la ley déspota clavan sus espuelas en lo más noble y lo más sufrido de mi pueblo.

 Espero que, a no tardar, esa consigna, que no es respetada ni siquiera por los mismos que legislan, permitiendo condiciones claramente machistas contra la mujer, en lo social y en lo laboral, sea reemplazada por otra donde se exija: PROHIBIDO ESCUPIR SOBRE LOS TRABAJADORES.

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LQSRemix

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