Cuatro minúsculas aportaciones al 08.III.2019
Nònimo Lustre. LQS. Marzo 2019
1ª, ILUSTRACIONES PARA EL 8 DE MARZO
Hoy es 8 de marzo, único día que el almanaque ha dejado para la mitad de la Humanidad -y del Cielo, añaden los celíacos- y, deseoso por aportar mi granito de arena al análisis del feminismo, me zambullo en uno de sus aspectos más espectaculares: el de las niñas con pene. Como quiéranlo o no saben sus habitantes, en Ejpaña hay autobuses que rulan por las ciudades con mensajes más que deplorables a los que se ha contestado con campañas en las que se usan ilustraciones como la de la izquierda.
Así que cogitando cogitando -pero poco-, he recordado el personaje Darger. Me explico, Henry Darger (1892-1973) fue un gringo, humilde obrero de los hospitales que pasó toda su vida yendo de su mísera habitación al trabajo y siempre haciendo escala en la iglesia católica para asistir a misa. Y nada más. Jamás salió de su ciudad ni siquiera alteró su itinerario -cual Kant en Könisberg, hoy Kaliningrado-. La única variación en sus idas y venidas era cuando le entraba el agobio religioso y asistía a varias misas en el mismo día. Era, pues, todo un meapilas católico. Cuando murió, oh! dear landlord, sus caseros entraron dizque por primera vez en su pieza y descubrieron que estaba hasta el techo de periódicos viejos… y de docenas o cientos de cuadernos en los que había escrito varias novelas enormes e historietas interminables dibujadas a todo color. Es decir, hizo en su dormitorio lo mismo que hicieron en su celda del frenopático muchos de los ‘artistas locos’.
Pero las dimensiones de la obra de HEDA superan lo imaginable. Por ejemplo, una de sus abundantes -y abundosas- novelas, la conocida saga de las Vivian Girls, se compone de 15.000 páginas que suman 09 millones de palabras. Como era de temer y prever, esto le ha valido un puesto en el Guinness pero un puesto segundón porque ese mil veces maldito Libro -monumento a la corrupción, la banalidad y el embrutecimiento- ha sido asaltado por unos escritores sanos, opulentos y normales -o eso creen ellos- que han copado sus primeros puestos en la más estúpida competición que vieron los siglos: a ver quién la tenía más larga escribiendo. Pero decidir no es fácil y menos cuando mezclamos entidades tan heterogéneas como el miembro viril y la extensión de una novela. Por ello, ahora la disputa está entre Nigel Tomm (18.000 pp. y 11 millones de palabras) y Mark Leach, menos páginas (10.000) pero más palabras (18 millones), en cualquier caso, ambos son algo más ¿prolíficos, estajanovistas, caraduras? que HEDA. Naturalmente, el problema de encontrar la obra literaria más larga, se complica si, a la prosa bruta, añadimos la poesía. Entonces toparíamos con los Cuentos tibetanos de Gesar (1 millon de versos), el Mahabarata y la Parusía del erudito ecuatoriano José Rumazo, ambos con 200.000 versos.
Hay un aspecto de la Obra de HEDA que, probablemente, es al que debe su fama pero que nunca se comenta abiertamente y menos aún se le concede un valor dentro del universo HEDA, sea un valor estético, psicoanalítico, biográfico, hermenéutico, etc. Vamos, que se comenta mucho… pero por lo bajinis. Me refiero a que, muy a menudo, las Niñas Vivian son dibujadas desnudas o semidesnudas pero ¡con pene!
Entre los cientos de exégesis que ha suscitado este ‘detalle’ predomina la más estrambótica: que HEDA no vió nunca a una niña desnuda. Difícil de creer tratándose de un hombre que llegó a los 81 años y que trabajó toda su vida en un hospital -aunque pudiera ser, fuera el hospital del tipo que fuera. Pero también podemos colegir que bien pudo haber sido así puesto que HEDA vivió en los USA y en los hiper-puritanos años de la primera mitad del siglo XX, cuando el dr. Kellogg vendía sus cereales para promocionar la circuncisión y para evitar que los Hombres se masturbaran -de las Mujeres, nunca se supo-, y cuando, en general, dominaba las más disparatadas -léase, machistas-, teorías y prácticas sexuales. En un ambiente tan opresivo, toda enfermedad mental tiene su asiento, máxime cuando a HEDA le tocó vivir -pero no participar- con dos guerras mundiales lo cual representa la apoteosis de la mentira total y absoluta.
En cuanto su significado más profundo, entre los exégetas, comentaristas y palmeros de HEDA era inevitable que saliera a colación el repetido mantra de la “envidia del pene” -mucho más frecuente que su opuesto, la envidia del útero-. Quizá deberíamos dedicarle un par de párrafos a este tópico pero no queremos caer en las explicaciones psicológicas y menos en las psiquiátricas. Además, de hacerlo deberíamos estudiar la recíproca: niños con vulvas. Lamentablemente, no sabemos si HEDA dibujó muchos, pocos o sólo algunos por la sencilla razón de que sólo hemos visto unas docenas de sus dibujos y/o acuarelas entre los que apenas hemos visto niños. Habida cuenta de que estamos refiriéndonos a un corpus de miles de
ilustraciones difícilmente accesibles en internet en su totalidad, hubiéramos agradecido a los estudiosos de la obra de HEDA que hubiesen colgado en la Red algunos (supuestos) niños con vulva pero ni siquiera sabemos si los llegó a plasmar en sus oceánicos cuadernos.
Según nuestro leal saber y entender, estudiar la obra de HEDA desde presupuestos subjetivos es meterse en un terreno resbaladizo. Para evitar trompicones, lo más prudente es abstenernos de entrar en su psique pero, si nos obligan a ello, ¿no sería más fácil empezar el análisis por su adicción a
las misas? Un feligrés que ‘repite’ misa es un psicópata pero, como resulta que ir a la Iglesia, a cualquier iglesia, no está penado… No quiero imaginar las visiones que HEDA debía sufrir o gozar viendo al Niño Jesús en el belén o al mismo Cristo desnudado con su paño de pureza.
Enfin, miseria aparte, la saga de la Niñas Vivian es imposible de resumir pero, haciendo de tripas corazón, diremos que es una epopeya infantil en la que las susodichas niñas sufren
muchísimo aunque, de vez en cuando, vencen a Los Malos.
En cuanto al tópico de las niñas con pene, subrayaré que su relación actual con el hermafroditismo -al que aludimos hace meses en este blog- es remota y estéril porque las Vivian o cualquier otro ejemplo moderno, no tienen nada que ver con el anatomismo excluyente de tiempos pasados. Tan pasados como el grabado que reproduzco a continuación:
Si acaso, tanto a los anatomistas del pasado como a los enfermos mentales que organizan los sexistas autobuses ejpañoles
que mencionaba en el primer párrafo, les diría que la transfobia tiene la batalla perdida. Si hasta el National Geographic se les acaba de poner en contra…
Hasta en el Nat Geog (enero 2017)
Quedémonos pues con la estupenda inquietud estética que despierta HEDA y olvidemos las enfermizas inquietudes que, asimismo, despierta en los biempensantes.
2ª, ¿ARTISTAS LOCAS O LOCAS ARTISTAS? (*)
Si llevo dos días colgando postes de artistas brutos, ¿por qué no recordar en una tercera nota a algunas artistas crudas? Pues a ella vamos a través de cinco fichas por las que desfilará el arte de lesbianas, artríticas, negadoras del apartheid, una china para cubrir la cuota orientalista e incluso una mongólica -sin olvidar “por exigencias del guión”- a una simple ama de casa. Alguien dirá “lo peor de cada casa” pero también he añadido algunas obras paralelas para calibrar cuánto han influido estas señoras en algunos artistas de mucha fama y mejor billetera.
Mary Ann Willson (pinta entre 1810 y 1825)
No sabemos casi nada de la vida ni de la obra de Mary Ann Willson (MAW). Al parecer, las únicas fuentes de información son unas pocas cartas en las que se la menciona. Por ellas, podemos aventurar que se fue de Connecticut y llegó a las cercanías de Nueva York en compañía de la que evidentemente fue su gran amor, la “señorita Brundage”. En ese destino, dícese que Brundage labraba la tierra mientras que MAW pintaba acuarelas y dibujaba. Sus materiales eran naturales, desde bayas silvestres hasta pigmentos del huerto, y vendía sus obras a sus vecinos convenciéndoles de que eran unas “rare and unique works of art.” Cuando murió Brundage, MAW desapareció del mapa. Hasta los años 1940’s nadie expuso públicamente sus acuarelas.
Janet Sobel (1893-1968)
He dudado si incluir a Sobel (JS) porque su mérito sólo estriba en que se puso a pintar cuando ya era cuarentona, allá por los años 1940’s. Pero tuvo mucha suerte pues enseguida fue apadrinada por ricachones/as mecenas -léase, inversores con vistas al futuro- tan famosos como Peggy Guggenheim, Sidney Janis y el filósofo John Dewey -probablemente, tan dominguero como la misma Sobel. A la postre, la he incluido porque su obra antecede a la de Jackson Pollock -para servidor, uno de los feístas, seudoartistas y, definitivamente, terroristas oftalmológicos más
afortunados si miramos al bolsillo-. Pero, qué le vamos a hacer… el goteo (drip) sigue estando de moda incluso cuando el gotelet ha sido olvidado. En 1944, JS recorrió los USA dentro de la exposición Abstract and Surrealist Painting in America. Años después, todavía se alaba su autodidactismo. Pero si la mitad de los artistas son así…
Helen Martins (1897-1976)
Helen Martins (HM) dejó a su marido y se fue a cuidar a sus padres durante 17 años. Cuando murieron, se quedó en la casa de familia, allá en una remoto pueblo de la comarca de Karoo, Sudáfrica, y comenzó a llenar el patio con más de 300 esculturas compuestas por materiales de desecho. Pero padecía una artritis galopante de manera que, quien realmente hizo las esculturas, fue un pastor de ovejas local, de nombre Koos Malgas (KM) a quien, por supuesto, por ser negro la historia no presta ninguna atención. Huelga añadir que su convivencia no gustó a los vecinos, escandalizados por la evidente sintonía entre una blanca y un
negro. MH se suicidó cuando notó que se estaba quedando ciega. Malgas murió 24 años después.
Los ejemplos de ‘jardines fantásticos’ son ubicuos e innumerables pero hemos recordado a HM y KM por la transgresión político-étnica que supusieron.
Guo Fengyi (1942, Xian, Shaanxi, China – 2010)
Guo Fengyi (GF) también fue autodidacta. Hasta sus 39 años, trabajó en una fábrica de
caucho pero, cuando la artritis (again and again) la jubiló, comenzó una segunda vida dibujando y pintando con tinta china en papel y con pincel fino, como los antiguos chinos. Esta particularidad es el rasgo de su obra que más enloquece a los críticos; les ahorro las literaturas que han caído sobre la inerme GF porque se las pueden imaginar (misterio, mito, metafísica, vieja historia, camino espiritual), puro orientalismo sobrevenido.
Olvidándonos del orientalismo, me ha parecido encontrar una cierta similitud entre la obra de GF y las artistas rusas del rayonismo, tendencia abstracta una de cuyas primeras figuras fue la pintora Natalia Goncharova, asidua en el año 1917 a la Dom Anarkhia, la casa donde se reunían -hasta que les llegó con aviesas intenciones la Cheká- artistas tan famosos como
Ródchenko, Malévich, Maiakovsvi, etc.
Judith Scott (1943-2005)
Con la figura de Judith Scott (JS) nos sumergimos en lo más hondo del cuerpo, del arte y de la psique. Y es que JS nació sordomuda y con síndrome de Down, como diría
Extremoduro, “¿Qué más se necesita para ser dios?”. JS fue declarada “ineducable” por lo que se crió en un asilo para tontilocos. Nunca habló y, obviamente, nadie sabe si oyó pero sus obras, especialmente sus nidos o capullos (cocoon-like) ahora cuestan millones. Por si eso fuera poco para mostrar los recovecos del mercado del arte y para demostrar cómo cualquier artista puede ser aprovechado cual cerdo, subrayaré que su influencia es notoria, tanto en los monumentales nidos -no sólo escultóricos sino también arquitectónicos- que la siguieron como en sus obras basurales -ver abajo sus respectivos ejemplos.
(*) Evidentemente, el título de este poste es una burla a la polémica ejpañola de actualidad: los catalanes encausados sobre los que se piden penas de cárcel monstruosas, ¿son presos políticos o políticos presos? Algún asesor orgánico ha exagerado su ingenio -es un decir- hasta la caricatura. Y así lo entienden en el resto del planeta. Además, pocas veces podremos asistir a un debate más majadero. Todos los presos son políticos y todas las artistas están -o son- locas. En ocasiones, hay que recurrir a la antigua reductio ad absurdum para desembarazarse de las caprichosas ocurrencias de los paniaguados.
Otrosí, la “Imagen destacada” -no siempre reproducida-, o icono capitular de este poste es un nido plantado por Reef Knot en una plaza de Sydney en el año 2012.
Item más, estas fichas -sin las obras paralelas agregadas a cada artista- provienen del artículo de Alison Nastasi 10 Female Outsider Artists You Should Know, en Art, 16.XI.2014
3ª, HOMENAJE A PILAR BAEZA
En 1985, Pilar Baeza fue violada. Su novio de entonces y un amigo, asesinaron al violador con un arma conseguida por la víctima quien fue condenada a 30 años de prisión. Tras cumplir durante equis años la pena impuesta -si hubiera sido varón, jamás la hubiera caído esa enormidad-, se ‘reinsertó en la sociedad’, sea eso lo que signifique, y ahora Pilar Baeza (PB) se presenta a unas elecciones municipales puesto que tiene “todos los papeles en regla”. Pero, si en algo destacan los enemigos mediáticos y políticos de cualquier violada, es que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Amparados en la justicia divina de su Dios Vengador, les importa un bledo eso de la ‘reinserción’ de PB. Han puesto el grito en el cielo de manera que le ha faltado tiempo a la Manada Mediática -tan canalla como las otras dos Manadas de violadores, la de Pamplona y la de Villalba, ambas con militares y guardias civiles en su putrefacto seno-, para desgarrar, morder y alabar a ‘la única víctima’ quien, como corresponde a un país neofranquista, no es la violada PB sino la asesinada.
A mí, me irrita sobremanera que estos perros de presa -con perdón de los cánidos- sean los mismos que perpetraron el genocidio español, algunos directamente y otros, como encubridores de larga data y como herederos económicos y políticos. Maldita sea la gracia que tienen: unos sádicos empedernidos protestan justo en estos “días feministas” farfullando protestas de amor a la mujer siempre que ésta sea una individua y, sobre todo, siempre que no esté organizada. Feministas difusos por unas horas, se olvidan de los desmanes cometidos por la Iglesia, por la Sección Femenina de la Falange y, en general, por la bestial y ahora inimaginable para los jóvenes misoginia militante del franquismo.
Su amnesia se hace odio Conquistador, odio de los Tercios, odio hispano -nunca diríamos ‘africano’- cuando surge el tema de los bebés robados. Llegados a este punto, los babeantes cánidos sangrientos, enseñan los colmillos con especial rabia. ¿Por qué?: porque ninguno puede estar seguro de que él/ella no sea un bebé robado y, empecinadamente, no lo quieren saber ni toleran que nadie investigue en este affaire de monjas secuestradoras, curas à la astilla, médicos con el cazo puesto, pías familias franquistas y etcétera.
Hasta que estalló el caso de PB, este poste estaba planificado como la penúltima entrega de la serie sobre art brut y locas artistas -o viceversa-. Esta vez, quería homenajear el arte de las mujeres presas y así continuaré en los párrafos siguientes pero era ineludible presentar mis respetos a una ex-presa contra la que se ha lanzado el facherío patrio -irrespective de si fue artista taleguera o lo sigue siendo, detalles que desconozco y que, además, no hacen al caso.
Observación: en este poste NO reproducimos obras de antiguas presas -las sufragistas, por ejemplo- ni tampoco ninguna de las incontables obras artísticas realizadas por personas libres pero con temática carcelaria. Dicho de otro modo, todas las ilustraciones que siguen han sido hechas por presas actualmente presas o por mujeres que pasaron muchos años presas.
La gran discriminación que nos perturba y entorpece consiste en que muy raramente se establece un vínculo cibernético entre “artista cruda” y “mujer encarcelada”. Da igual que las obras de las presas puedan ser clasificadas como outsider art: son talegueras y esa etiqueta parece ser incompatible con la de artista o cualquier otra.
Hecha esta puntualización, comenzaré el somero recorrido por las obras artísticas de las presas por un país geográficamente lejano pero que velis nolis es uno de los auténticos “países de nuestro entorno”. Es bien sabido que, con esta frasecita, se llenan la boca los paniaguados ejpañoles y con ella quieren incluir al Reyno de las Expatrañas -Artajo dixit- dentro de la honorable mafia de los países europeos desarrollados. Vano empeño porque, ¡horror!, en materia socio-política, los ‘países de nuestro entorno’ son la Myanmar que genocida a los moros Rohingya, el Egipto que masacra a los moros disidentes, la Colombia que cuenta con 7 millones de exiliados internos… y Camboya. Porque, aunque se repita a menudo, nunca está de más volverlo a proclamar: Ejpaña es la segundona de Camboya, único país del mundo que tiene más desaparecidos que Ejpaña. Por ello, es natural que reproduzcamos en primer lugar una pieza de las presas
camboyanas (izda.).
De Camboya nos vamos a Myanmar, país donde los ultra-pacifistas budistas están exterminando a los
Rohingya so pretexto de que son inmigrantes -llevan siglos en el mismo sitio ‘birmano’- cuando evidentemente los persiguen porque son pobres y musulmanes -por ese orden. Sus cárceles tiene una fama parecida a las de Camboya y alrededores: como diría un alemán, son lager de exterminio donde difícilmente hay espacio para el arte.
Turquía, ¿es europea, asiática o las dos cosas? Para no tener que contestar a estas estupideces, vayámonos a observar las artes de turcas y kurdas, ambas periódica,
cruel y sistemáticamente encarceladas pero por motivos que
sólo en apariencia son diferentes: las turcas, por oponerse a las dictaduras de ayer y de hoy; las kurdas por el mero hecho de ser kurdas.
Terminaremos este breve paseo con una escala en los EEUU, el país que encadena -literalmente- por millones al mayor número de disidentes sociales o políticos -económicos, menos-.
Finalmente, el siguiente grabado cuenta la historia de Kari Parsons, presa en Maryland en el año 2005, quien fue obligada a dar a luz en una celda solitaria. Todo comentario, está de sobra.
4ª, LAS MARGINALES POR ANTONOMASIA
Introducción. “Decíamos ayer” que, durante el franquismo y más acá, en Ejpaña la mujer había sufrido prisión desde su parto -y los bebés desde su mismísimo nacimiento- a manos, garras y pezuñas de “monjas secuestradoras, curas à la astilla, médicos con el cazo puesto, pías familias franquistas y etcétera.”. Hoy, nos vamos de excursión a las otrora conocidas como Yndias Occidentales donde encontramos el mismo genocidio pero ampliado en el tiempo y en el espacio: desde 1492 y en todo el Nuevo Hemisferio. Por tanto, hoy podemos comenzar este poste con ilustraciones similares a las primeras de ayer. Tres ejemplos:
El primero, una fotografía tomada en el campo de exterminio -sí, lager de exterminio- de Isla Dawson circa 1896. Relata un testigo: “Horror y pesar experimenté al ver el abandono, el desaseo repugnante, la hiriente desnudez y miseria en que yacen ciento y tantas mujeres adultas… los enfermos en Dawson no reciben atención alguna ni se los aísla siquiera… ¡En cerca de ocho años los señores misioneros no han podido aún establecer una enfermería a que, de paso sea dicho, están obligados por su contrato con el gobierno de Chile! El único régimen o sistema interno de la misión se reduce a cuidar… de los mocetones cuyas fuerzas pueden aprovechar fácilmente en la explotación de los negocios establecidos en la isla. Es así como han muerto abandonados centenares de esos desgraciados que han caído en las manos de la misión” (testimonio de Domingo Canales, en Menéndez, rey de la Patagonia)
Pero, al igual que obró la sucia propaganda franquista, también el arte occidental más ortodoxo se ha empeñado no sólo en borrar las huellas del crimen sino, más allá, siempre ha querido construir una Historia Sagrada Oficial dominada e instruida por la más infame inversión sobre las víctimas, ahora retratadas como beneficiarias.
Si en Ejpaña sufrimos la pandemia de los bebés robados, igualmente e incluso en mayor medida la han sufrido -y la sufren- todos los pueblos amerindios, desde el -según su propaganda-, pacífico y arcádico Extremo Norte hasta la Tierra de Fuegos: Canadá, ¿creías que te ibas a escapar? Pues no, porque tú también robaste niños y bebés indígenas sistemática y masivamente. ¿Cómo convenciste a sus padres? Pues con el infalible argumento que sostiene el Policía Montado RCMP que vemos a la derecha del siguiente cuadro de Kent Monkman, 2017.
[Lo siento, este pintor canadiense es indígena de ascendencia Nehiraw (antes, Cree)… pero es varón; aunque, bien pensado, podemos considerarle como algo femenino puesto que, a efectos artísticos, a veces utiliza un desconcertante alter ego medio trans medio sarcástico: Miss Chief Eagle Testickle]
Dentro de este serie sobre las mujeres artistas marginales (art brut, outsider art), hoy hablamos de indígenas porque ¿hay alguien más outsider que los pueblos indígenas? Como de costumbre, no incluimos objetos ni -salvo un caso- obras de mujeres no indígenas. Partiendo de esos postulados, nos centraremos en los amerindios y, más en concreto, en los indígenas ‘latinoamericanos’. Dejamos constancia de que hoy nos ha sido más difícil que en los postes anteriores encontrar las debidas ilustraciones. Y ello por varios motivos: porque no hemos querido buscar en inglés, porque no hay en la Amerindia artística-femenina un corpus tan voluminoso como lo hay “en inglés” y, finalmente, porque no hemos querido empezar por pueblos
concretos -hubiera sido más expeditivo- sino por el panorama cibernético general.
Otrosí, además de las consabidas notas definitorias de los artistas crudos, los amerindios también viven prisioneros. Y es que, menos un puñado de indígenas aislados -léase, en aislamiento voluntario- que sobreviven en la Amazonía y, quizá, en algún remoto rincón del Chaco, todos los amerindios están encarcelados, a veces tan hacinados como los prisioneros de Gaza, a veces con alguna holgura menor. En cuanto a las condiciones de sus cárceles, si ayer finalizábamos el poste con el caso de Kari Parsons 2015, hoy aportamos un caso similar pero fechado en 2016: el de la presa política Lorenza Cayuhan, mapuche, quien también dió a luz con grilletes. Tres años después, ninguno de sus carceleros ha pagado por aquella tortura.
Al grano. Las restantes once ilustraciones siguen un orden geográfico descendente, de Norte a Sur. Comenzamos en México y con los antes llamados “huicholes”, sufrido pueblo famoso por sus cuadritos de hilos coloridos y por sus aficiones psicotrópicas al que ahora matan con los besos de los turistas con dinero y sin dinero.
El proyecto Vochol emprendido por los huicholes, es un buen ejemplo de cómo algunos amerindios han derivado de la artesanía al arte -en este caso, conceptual/artesanal. Según explica un crítico mexicano sobre “nuestros paisanos considerados artesanos… sus obras son siempre las mismas. La diferencia entre los artistas y los artesanos es que aquellos fueron a escuelas superiores, mientras que los artesanos aprendieron en sus hogares, su escuela fue o es su entorno; no saben de la historia del arte ni que hubo un tiempo en el mundo cuando el poder lo tuvo en sus manos un rey, y él mantenía al artista. Que existieron los mecenas, y gracias a ellos el arte y el artista tuvieron vida, y que todo lo que se producía era para goce casi exclusivo de estos patrocinadores… cuando vio [el indígena] que su trabajo en realidad era un arte y a partir de entonces a eso se dedicó y así surgió el artista indígena. Desde entonces, tanto él como el que es conocido como artista hacen arte. La diferencia es que uno trabaja para los ricos y el otro lo hace para aquellos que no tienen
tanto dinero.” (Javier Castellanos)
Seguimos en México, ahora con el caso de Ana Pellicer (AP), una artista que no tiene nada de marginal ni tampoco es indígena pero que merece ser incluida en esta serie por sus vínculos con el arte indígena y, en especial, por el aprecio que ha demostrado hacia esos pueblos -y no es la primera excepción-. AP ha trabajado entre los Purépecha (porhé, juchari anapu, tarascos e incluso, para algunos invasores “tarados”) De AP hemos incluido su escultura La Libertad de Ocumicho, una pieza elevada con hule, fierro, fibra de vidrio, cobre y latón en la que, dejando aparte las alusiones a las estrellitas guadalupanas del plinto,
destacan las cabezas de los indígenas y su dedicación a un pueblo indígena. Además, en la espalda de la escultura, reza una cita de Mary W. Shelley (W. por Wollstonecraft, autora de Frankenstein, uno de los pocos mitos duraderos del Occidente moderno): “No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”. Sentencia más actual, imposible.
Un poco más al Sur, en la Guatemala maya del altiplano, son famosas las escuelas pictóricas Tzutuhil y la chixot de San Juan Comapala. En esta última, destaca una artista indígena que, metafóricamente, da alas a sus cuadros.
El hecho de que no hayamos querido buscar en inglés, no empece que la siguiente ilustración sea la obra de una indígena caribeña más anglófona que castellanohablante.
Sigamos navegando hacia el Sur, allá donde los cronistas coloniales aseguraban en frase poco coloquial que “allá no hay pecado”. Quizá por esta
alusión, no queremos olvidar una breve mención al arte corporal femenino. Con tintes naturales cuasi indelebles y con tatuajes y/o escarificaciones, lo encontramos en toda
Amerindia. Un ejemplo de la Amazonía brasileña.
Y otro ejemplo amazónico pero ahora de la Amazonía peruana, concretamente la habitada -ya que no poseída legalmente- por los Harakbut o Haramkbet, un subgrupo Piro, involuntarios protagonistas de un plagio perpetrado por C.J., un ¿ex? misionero ejpañol quien copió los trabajos sobre los Ñihamwo (antes, Yaguas) pacientemente investigados por el distinguido antropólogo francés J-P.Ch.. El presunto y no tan presunto delincuente académico CJ, con sus rudimentarias traducciones de J-PCh pergeñó una dizque su tesis doctoral gracias a la cual siguió dando clases en la universidad Complutense hasta su bien remunerada jubilación. Desde hace 30 años, este plagio es el secreto a voces del gremio antropológico hispano; incluso llegó a los tribunales, pero en nada afectó a la suerte económica del interfecto, bien amparado por la Iglesia católica.
Yéndonos hacia el Noroeste, arribamos a los Andes ecuatorianos donde
son famosas las telas de Tigua. Estos cuadros, generalmente de pequeñas dimensiones, sobre cuero y con más acrílicos que tintes naturales, son producidos en masa por anónimas mujeres quichua y también por sus maridos.
Y llegamos al Sur Sur, exactamente al Wallmapu, antes Araucanía de donde hemos seleccionado dos cuadros de la artista mapuche Guillermina Antinao. No ha sido fácil escoger porque las obras femeninas mapuches abundan. Por ejemplo, igual que Antinao, otras pintoras mapuche como María Cecilia Nahuelquin, Faumelisa Manquepilan, Paz Ñancuvil y Marcela Huitraiqueo también han expuesto en galerías de arte y museos no específicamente etnográficos. Ya ven, en Chile, a las mapuches, por un lado las obligan a parir encadenadas y por el otro, las dejan pintar -alabemos
la generosidad que demuestran los post-pinochetistas para con sus artistas indígenas…
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